Luis Sigfrido Gómez Campos “La mota no es adictiva, yo puedo dejarla cuando quiera”, dijo Sergio aguantando la exhalación, con voz apagada, como un pujido, treinta segundos después soltó la respiración con una bocanada de humo apenas visible, e inhaló con libertad el aire puro del paraje donde nos encontrábamos. Después, ya con voz tranquila, mientras liaba otro cigarrillo, explicó su teoría de las bondades terapéuticas y relajantes de la marihuana. Lo anterior ocurría allá por el año de 1972, a fines de la era de la psicodelia. Yo no ponía en duda las teorías de Checo, el gran gurú, sólo me quedaba pasmado por su dominio sobre los temasde los enervantes y el rock. Desde entonces se me formó el prejuicio de la vinculación estrecha que existe entreel rock y la mota. Hasta tiempos muy recientes he conocido personas amantes de ese género musical que nunca fueron consumidoras de esealucinógeno. Algunos años después acepté acudir a su casa a una velada donde se leería literatura y se escucharía música. No recuerdo bien, pero creo que fui el único que leyó algunos cuentos de su autoría. El hermano menor de Checo sacó la guitarra e interpretó algunas piezas de rock clásico, muy bien tocadas por cierto. Lo demás fue pura “pachecada”, rolaron el “toque”, porque entonces se llamaba toque a eso que ahora llaman “churro” y, como en toda tertulia de ese tipo, a nadie se obligaba a fumar, había quienes tenían la oportunidad de decir simplemente, cuando tocaba el turno de compartir la fumada, “yo paso”. Algunos, volteaban de reojoadvirtiendo la falta de solidaridad pacheca. Después, en el transcurso de mi vida, me fui dando cuenta que en ese tipo de veladas, sobre todo en el círculo de los artistas y pseudo intelectuales, se repetía el mismo patrón, después de los tragos y la tertulia, cuando ya quedaban solamente “los amigos de confianza”, comenzaba a “rolar la mota” con el consabido “respeto” para quien discretamente decía un: “yo paso”. El uso de la marihuana en esos espacios se daba de una manera desinhibida, el“marihuano”de mi época nunca sintió vergüenza por serlo; es más, había cierto misticismo y hasta veneración por la hierba. Eso sí, todo en un ámbito clandestino, por la censura oficial. A los liberales y rebeldes no les generaba culpa y estudiaron filosofía, historia, biología etc.; los regañados de papá y respetuosos de las normas no pudieron con la culpa y se fueron a estudiar derecho, contabilidad o de plano se metieron al tecnológico. La policía preventiva y los judiciales todo el tiempo vivieron de la extorsión a los consumidores pobres que portaban un cigarrillo para su consumo. Ellos interpretaban y aplicaban la ley a su real saber y entender; es decir, para su conveniencia. Por ser una sustancia prohibida y ante la ambigüedad de la ley que prohibía su distribución y venta, pero no su consumo, el mismo cuico, el nivel más bajo de la escala policial, humilló, extorsionó, sometió y violó los derechos humanos de todo aquel que fue sorprendido con un gramo, aunque fuera para su consumo personal. “¡Ah! Ya te cargó el payaso, marihuano de mierda”, les decían mientras los golpeaban. Muy pocos consumidores de mota, en relación a la enorme cantidad de detenidos diarios, pisaban la barandilla. A la mayoría, la propia policía “les hacía justicia” por su propia manoy después se fumaban la marihuana de susvíctimas. Los únicos “ganones” en este juego perverso del gato y el ratón, eran los grandes narcos y la policía. Dicen los que saben que la estrategia de persecución por el consumo del enervante siempre fue equivocada e injusta, sobre todo porque los productores, quienes en su gran mayoría han sido gente humilde del campo que presta sus tierras y cultiva, es la única que siempre fue detenida y paga con cárcel su debilidad de buscar un medio de subsistencia al cultivar la maldita hierba. Hoy se respiran aires distintos, aires de libertad y tolerancia. Hoy la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha concedido cinco amparos en el mismo sentido y de manera consecutiva sobre la inconstitucionalidad de la prohibición de las leyes mexicanas para el consumo con fines recreativos de la marihuana, lo que abre la posibilidad para que se regule el uso con fines lúdicos de esa hierba, considerada en otros tiempos como maldita. Es más, la diputada federal por el distrito 10 del estado de Puebla,NayeliSalvatoriBojalil, invitó “a todos”, a través de su cuenta de Twitter, a fumar marihuana en su casa mientras escuchan a la banda norteamericana de rock TheDoors,en caso de que se legalice el enervante,“a ver quien se apunta”, dijo.A mí se me hace que no sabe lo que dijo, a ver si no le pasa lo que a Rubí, la quinceañera que invito a su fiesta por las redes y recibió una turba incontrolable. Decía Sergio, Checo Pacheco, como lo conocíamos, hace 46 años,que la mota no es adictiva. No sé, puede que tenga razón, lo que no entiendo es por qué sigue fumando marihuana en la actualidad. “Yo la puedo dejar cuando quiera”, dice. Lo que pasa es que no quiere.