Revelan “juguete” con el que “El Chapo” se obsesionó para espiar a sus colaboradores

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El Universal/La Voz de Michoacán

Nueva York. Joaquín “El Chapo” Guzmán estaba obsesionado con un software de espionaje a través del cual podía escuchar lo que sus colaboradores decían de él por teléfono y hasta después de colgarlo.

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El narcotraficante mexicano estaba tan obstinado con el sistema que otros en el cártel de Sinaloa decían que era “su juguete”.

Eso testificó Christian Rodríguez el miércoles durante el juicio a Guzmán que se celebra en la corte federal de Brooklyn.

Rodríguez fue ingeniero técnico del cártel de Sinaloa e instaló un sistema de comunicación interna para sus miembros. Sin embargo, el colombiano de 32 años acabó colaborando con el FBI a partir del 2011 y entregó a las autoridades estadounidenses entre 100 y 200 llamadas interceptadas de Guzmán, además de mensajes de texto que “El Chapo” envió a esposas, amantes y colaboradores.

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El testigo describió lo mucho que le gustaba a Guzmán el software de espionaje y dijo que tuvo que instalarlo en al menos 50 teléfonos, lo que demuestra la desconfianza que “El Chapo” tenía a muchos de sus colaboradores.

“¿Cada cuánto tiempo le llamaba el acusado para preguntarle sobre el software de espionaje?”, le preguntó la fiscal Andrea Goldbarg.

“Casi todos los días”, respondió Rodríguez.

“El Chapo”, uno de los narcotraficantes más conocidos y exlíder del cártel de Sinaloa, se ha declarado inocente de supuestamente acumular una fortuna multimillonaria a través del tráfico de toneladas de cocaína y otras drogas desde México a Estados Unidos.

De ser declarado culpable, enfrentaría una posible sentencia a cadena perpetua. Guzmán enfrenta 11 cargos, que incluyen delito por tráfico de drogas, por tráfico de armas, por lavado de dinero y por participación en empresa criminal.

Rodríguez tenía poco más de 20 años cuando empezó a trabajar para Guzmán en las montañas cercanas a Culiacán, pero logró instalarle un sistema de micrófonos que fueron colocados en teléfonos celulares y que “El Chapo” podía activar para escuchar conversaciones de cualquiera de sus colaboradores. Ese espionaje tomaba tanto tiempo que puso a uno de sus trabajadores, un tal Benjamín, a escuchar las conversaciones.

La información que Rodríguez entregó a las autoridades estadounidenses sobre “El Chapo” es considerada parte de la evidencia más dañina contra el narcotraficante que se ha oído hasta ahora en el juicio, ahora en su octava semana.

El martes, el agente del FBI, Stephen Marston, testificó que Rodríguez entregó a la Oficina Federal de Investigación, claves telefónicas y llamadas en las que se oye a Guzmán hablando de túneles, drogas y calmando a sus trabajadores para que no golpeen a miembros de la policía. Segmentos de esas llamadas pudieron escucharse por primera vez en la sala donde se juzga a Guzmán.

No se han presentado cargos contra Rodríguez y éste ha recibido 460 mil dólares por parte del gobierno estadounidense a cambio de su colaboración, testificó Marston. Esa cifra incluye también reembolsos por gastos incurridos durante la colaboración. Rodríguez lleva seis años en Estados Unidos.

El miércoles por la mañana, Marston leyó mensajes de texto que “El Chapo” se escribió con su esposa Emma Coronel en el 2012 y que demuestran que ella tenía vasto conocimiento de las actividades del cártel. Los mensajes fueron obtenidos por el FBI gracias a la colaboración de Rodríguez.

El 22 de febrero del 2012, Joaquín “El Chapo” Guzmán escapó de milagro al disfrazarse luego de una redada que las autoridades mexicanas y estadounidenses hicieron a su casa de Cabo San Lucas

En uno de ellos Guzmán le pide a Coronel que le compre zapatos de la talla 7 mexicana, pantalones, y hasta tinte para su bigote tras escapar de milagro a una redada que las autoridades mexicanas y estadounidenses hicieron a su casa de Cabo San Lucas, en el Pacífico mexicano, en 2012.

“Todo ocurrió muy rápido”, supuestamente le escribió Guzmán a Coronel tras explicarle que vio a policías golpeando la puerta de una casa vecina y se vio forzado a salir a toda prisa.

“Oh querido eso es horrible”, le respondió Coronel, según leyó en inglés Marston.

Los mensajes pasaban de los comentarios de dos padres sobre sus hijas a las operaciones del grupo criminal: la pareja habla de lo lindas que son sus pequeñas gemelas para pasar después a preguntas sobre si ciertos hombres asesinados pertenecían al cártel. La petición a Coronel para que le comprara ropa se debió a que muchas de sus pertenencias las tuvo que dejar en la casa de Cabo San Lucas porque había salido huyendo rápidamente.

Coronel, que se encontraba entre el público en el juicio, escuchó el testimonio de Marston con una expresión de seriedad.

“El Chapo” fue arrestado en 1993 en Guatemala y se fugó de una prisión mexicana en el 2001. Volvió a ser arrestado en el 2014 en Sinaloa. Su segunda fuga ocurrió un año después y en 2016 fue de nuevo capturado en México y extraditado a Estados Unidos.

Los mensajes de texto presentados el miércoles fueron conseguidos porque Rodríguez colocó otro software de espionaje en las Blackberry de los miembros del cártel de Sinaloa.

En un mensaje, Guzmán habla de “Kiki” o María Joaquina, una de sus gemelas, que ahora tienen siete años. En el 2012 tenían seis meses y al hablar de eso con Coronel, Guzmán le dijo por mensaje de texto: “Nuestra Kiki es valiente. Voy a darle un AK 47 para que esté conmigo”, leyó Marston en inglés.

En otra conversación, Coronel le pide dinero a Guzmán para cirugía plástica.

Sin embargo, los mensajes de texto mostrados no sólo eran con Coronel. La fiscalía también mostró mensajes entre Guzmán y Agustina Cabanillas, quien además de traficar droga para “El Chapo” era su amante.

“Eres la persona más importante del mundo para mí”, le dice Guzmán en un momento dado.

Cabanillas fue encontrada y arrestada junto a otros dos trabajadores de “El Chapo” durante la redada del 2012 de la casa de Cabo San Lucas de la que Guzmán escapó a tiempo. En los mensajes de texto previos entre Cabanillas y Guzmán, se habla de una liposucción que ella se hizo y logística de operaciones de tráfico de drogas, además de negocios en países como Belice y Ecuador.