AP/La Voz de Michoacán Washington. El cierre parcial del gobierno ha alcanzado personalmente al mandatario Donald Trump, quien a fin de cuentas vive en un inmueble del Estado. Solo 21 de las aproximadamente 80 personas que laboran en el cuidado de la Casa Blanca —desde mayordomos hasta electricistas y chefs— se presentan a trabajar y el resto está de cesante sin paga. Aun así, el cierre no implica que sea Trump quien tienda su cama o saque la basura del segundo nivel de la Casa Blanca, donde viven él, la primera dama y el hijo de ambos, Barron, de 12 años. El personal reducido en la residencia presidencial típicamente incluye un mayordomo y un chef. El servicio de limpieza básico continúa. Pero no hay arreglos del florista de la Casa Blanca porque no se considera un servicio esencial. Debido a la reducción del personal, Trump dijo en broma esta semana que Melania Trump quizá tendría que preparar las ensaladas para los Tigers de Clemson, campeones del fútbol colegial, que visitaron el lunes la Casa Blanca. El mandatario optó por encargar comida rápida, como hamburguesas, papas fritas y pizza. Sin embargo, Trump aprovecha la situación para insistir en su sentimiento de soledad en la Casa Blanca durante lo que es la parálisis del gobierno más larga de la historia. “Estoy solo (pobre de mí) en la Casa Blanca esperando que los demócratas vuelvan y alcancen un acuerdo que se necesita desesperadamente sobre la seguridad fronteriza”, tuiteó el presidente en la Nochebuena. https://twitter.com/realDonaldTrump/status/1077255770725601280 El cierre también ha congelado las actividades sociales de la Casa Blanca, convirtiendo la histórica mansión en un museo con pocos visitantes. No hay selfies en las recepciones ni recorridos por los famosos salones Rojo, Azul y Verde. Antes de la visita de los Tigers esta semana, Trump no había recibido grandes grupos de invitados en la Casa Blanca desde que él y la primera dama se despidieron de los que asistieron a su última recepción de fin de año antes de la Navidad. La falta de personal es un motivo, pero también es para evitar malas percepciones. No se vería bien que el mandatario continúe siendo anfitrión de eventos sociales cuando una cuarta parte del poder ejecutivo que preside está paralizado. Los líderes del Congreso y grupos de legisladores han venido de vez en vez a la Casa Blanca para negociar con Trump, e incluso han almorzado juntos.