AP/La Voz de Michoacán Chicago. El policía blanco que mató a tiros a un adolescente negro en Chicago en 2014 fue sentenciado el viernes a casi siete años de cárcel, dando fin a un histórico caso centrado en impactantes imágenes de video y que atizó el debate nacional sobre racismo y actuación policial. Jason Van Dyke fue declarado culpable el año pasado de homicidio no premeditado, así como de 16 cargos de agresión agravada, uno por cada bala que disparó contra Laquan McDonald. Momentos antes de conocer la sentencia, Van Dyke afirmó ante el juez que “como hombre temeroso de Dios y padre, tendré que vivir con esto el resto de mi vida”. Antes, varios automovilistas negros testificaron que Van Dyke había proferido insultos raciales y aplicado fuerza excesiva durante paradas de tránsito antes del incidente de 2014. Uno de los testigos, Vidale Joy, dijo que el policía emitió insultos raciales después que lo detuvo en 2005 y que en un momento dado le apuntó con la pistola en la cabeza. Señaló que Van Dyke “se veía furioso” y parecía “fuera de sus cabales”. Durante el interrogatorio, Joy admitió no haber mencionado en sus primeros relatos de la detención de tránsito que Van Dyke lo había insultado. Otro testigo, Ed Nance, tuvo dificultades para mantener la calma cuando miraba en la sala a Van Dyke para identificarlo. En su testimonio sobre un control de tránsito en 2007, Nance señaló que el agente lo insultó y lo azotó contra el capó de su vehículo, lo sujetó de los brazos y lo llevó por la fuerza hacia su patrulla. Horas después, parientes de Van Dyke intentaron defenderlo y presentarlo como un ser humano cuyos atributos incluyen ser buen padre y buen esposo, que se esfuerza especialmente para ayudar y que no es racista.