Juan Pablo Ríos y Valles Boysselle La vida es injusta; hay quienes deciden tomar las dificultades como motivo para cambiar la realidad y los que prefieren tatuarse la desdicha para provocar compasión. Sea cual fuere la manera de vivir de la mayoría de los mexicanos, desde hace dos meses la narrativa oficial tiene nerviosos a los que hacen cuentas y felices a quienes escuchan que: si deben la casa, el INFONAVIT les ayudará a ponerse al corriente; si es de la tercera edad, su amigo el Presidente les mandará para pagar las medicinas; si es discapacitado la vida será más fácil con un billetito bimensual; si no trabaja y el estudio no es lo suyo se le pagará por aprender prácticamente. Sin deseo de sumar y restar miles de millones de pesos ni decidir si el dinero va a alcanzar o no, hay una grave señal que da Andrés Manuel a los mexicanos, los programas, presupuestos, normas y la ley se cambia según necesite el Presidente. El combate al huachicol dio la primera prueba; ante la emergencia el gobierno fue a comprar por adjudicación directa 671 pipas que dijo necesitar para reforzar la distribución de Pemex, no importó la ausencia de licitación porque la delegación de compradores mexicanos estaba formada por puro honesto, tampoco fue relevante si había dinero en el presupuesto ni si los camiones cumplían con las especificaciones para circular en carreteras mexicanas. Los hechos muestran que además de haber comprado unas pipas que violan las reglas de seguridad para el transporte de materiales peligrosos, la SCT aceleró los trámites de placas federales que por norma tardan meses y también otorgó licencia de chofer a los cientos de desempleados que, sin saber conducir una pipa llena de gasolina, curiosamente pasaron todos los exámenes y ya la trae en la cartera. Sólo para rematar, se dice que las nuevas pipas que están en la frontera tienen placas de arrendamiento, es decir siempre no las pagó el Gobierno de México sino una empresa que se las renta a Pemex y se escucha en el pasillo que esa empresa, que por amable nos salvó de la bronca, está relacionada con el Secretario que firma los permisos, aunque ya AMLO dijo que es una calumnia y que el acusado es un hombre intachable. La historia del cambio de reglas para que el tabasqueño cumpla sus planes trae a la memoria la “Ley Taibo”que fue aprobada en el Senado por sus fieles Morenistas para quitar el candado que obligaba a que las Paraestatales fuesen manejadas sólo por mexicanos de nacimiento y así pudiera quedar como Director del Fondo de Cultura Económica Paco Ignacio Taibo II. Cucharada del mismo remedio se recetó para la Guardia Nacional, como la legislación actual no permitía la militarización de las policías, el Palacio Nacional giró precisas instrucciones a la Cámara de Diputados y Senadores para que ajustasen la constitución y así no haya que preocuparse por los atropellos de los derechos humanos ni haya que lidiar con los Gobernadores que se pongan al brinco. Al tiempo que la izquierda celebra tener un Presidente que manda, instruye y ejecuta a su conveniencia, el Fondo Monetario Internacional, Banamex, El Banco Mundial, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas y hasta el Banco de México redujeron su pronóstico de crecimiento para el 2019. Mientras unos se preocupan por ver el aparato productivo sin gasolina para moverse, sin ferrocarril para importar, sin obreros en la maquila y sin niños formándose para el futuro, otros celebran con alegría respaldar hasta con 87% de aprobación a Andrés Manuel y elevar el índice de confianza del consumidor en 11%, lo que significa que con total desconexión de la realidad económica el pueblo está feliz. Puede ser que los nerviosos no sepan ser optimistas o que los sonrientes no entiendan de realidad, sin embargo, ambos desean que el país crezca para que su nivel de vida mejore, su familia esté tranquila y haya paz, cosa que será imposible sin un estado de derecho simulado que resulta del cumplimiento de leyes a modo. La mejor garantía de que los derechos privados no serán atropellados por los políticos o por una dictadura es la restricción de los gobiernos a hacer sólo lo que la ley les permite. ¿Qué nos espera con un Presidente que en el Teatro de la República al celebrar la Constitución de 1917 dice que le gustaría tener un Congreso distinto, convocar a un Constituyente y escribir una nueva Constitución? La historia nos lo dirá.