Jorge Manzo/La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. El PRI es un partido viejo o quizá maduro, que intenta resurgir de las cenizas, tras la estrepitosa caída electoral que sufrió en el proceso pasado, en donde casi perdieron todo, incluida gran parte de su militancia. Una de las posibles causas fue la escandalosa historia de corrupción del círculo cercano a Enrique Peña Nieto. Su historia marca tres etapas que han significado su regeneración y renovación de imagen y de ideales, por lo que ahora, en esta coyuntura, es probable que esté frente a la que también sería su cuarta transformación. Al cumplir 90 años de vida, ese partido que fue construyéndose al paso del tiempo con los ideales revolucionarios de los Carrancistas, Villistas, Obregonistas, Zapatistas y otras más, que primero vieron el surgimiento del Partido Nacional Revolucionario, hoy tiene múltiples retos enfrente, y el primero quizá es borrar la imagen de corrupción e impunidad que dejaron en el pasado inmediato administraciones públicas. Peña Nieto es el referente próximo. Llegó a la Presidencia de México con una “aceptación” del 54 por ciento, sin embargo, se despidió en diciembre de 2018 de Los Pinos con un 24 por ciento, la más baja de los últimos sexenios, incluido el de Ernesto Zedillo Ponce de León, a pesar de que en su gestión sufrió el país la devaluación de la moneda, con el “error de diciembre”. Felipe Calderón cedió la batuta del poder al Partido Revolucionario Institucional, quienes llegaron con una impresionante campaña. El efecto “Peña Nieto” también llevó a decenas de personajes a cargos de representación popular, como ocurrió con el “tsunami de Andrés Manuel López Obrador”, sin embargo, a pesar de los fantasmas que persiguieron al panista, dejó Los Pinos con un 53 por ciento de aceptación. Peña, quien se ha convertido en uno de los consejeros políticos del tricolor, estuvo ligado a actos de corrupción que detonaron con la llamada “Casa Blanca”, cuya propiedad nunca acreditaron que fue ganada con los ingresos de la entonces pareja presidencial. La mansión perteneció al grupo Higa, uno de los constructores favoritos desde el entonces gobernador del Estado de México. La tragedia en Tlatlaya, los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, la Estafa Maestra, y otros tantos hechos vinieron a golpear la imagen del gobierno de Peña Nieto y por consiguiente la del Partido Revolucionario Institucional, que ahora ha definido como una prioridad renacer y recuperar los espacios que perdieron. En la Cámara de Diputados apenas tienen 63 curules y en el Senado sólo tienen 20 escaños, dejando de ser la primera mayoría, a una tercera, perdiendo total margen de negociación y convirtiéndose en una fuerza política debilitada, a pesar de que intentaron posicionar a un candidato ciudadano para tratar de alejar el estigma tricolor del abanderado a la Presidencia de la República, representado por José Antonio Meade. La crisis que vive ahora el tricolor no ha sido la única. La que pareció su “muerte letal” fue cuando perdieron la hegemonía en el 2000 con la victoria de Vicente Fox Quesada a la Presidencia de México, y que prometió una llamada alternancia política, misma que sólo duró 12 años para nuevamente darle paso al partido que hoy poco a poco intenta reconstruirse, tras el desmoronamiento paulatino que ha sufrido. La historia del tricolor En 1929 surgió el Partido Nacional Revolucionario, con la visión del general Plutarco Elías Calles. Él supo amalgamar y foguear al calor de la revolución de 1910 las ideas y corrientes de pensamiento que surgieron en 1910. Esa fue su primera etapa, en donde estuvieron civiles y militares que habían luchado en la llamada primera revolución social. La segunda etapa del partido se da en 1938 con la transformación del instituto al Partido de la Revolución Mexicana, cuyo presidente Luis I. Rodríguez inauguró su segunda etapa con la presencia de cuatro sectores estratégicos: agrario, popular, obrero y el militar. La tercera etapa se dio en 1946 cuando se fortalece el Partido Revolucionario Institucional, pero ya sin la presencia del cuarto sector, el militar. Su exclusión se dio para contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad nacional. Hoy convertida en una tercera fuerza política, a pesar de toda la historia que hay detrás, el Partido Revolucionario Institucional intenta su cuarta transformación, paradójicamente una idea similar a la que promete el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero para el país. Ahora, el tricolor buscará renovarse con la participación de la militancia, y de esta manera, abrir el espacio para la inclusión de ideas y de fuerzas. El primer “gallo” que ha levantado la mano es el doctor José Narro Robles, quien ya fue secretario de Salud con el gobierno de Enrique Peña Nieto, y fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y ahora intentará suceder a Claudia Ruiz Massieu.