Leopoldo González Ya comienzan a aparecerle anticuerpos al presidente de la República, no sólo entre sus aliados más incondicionales y sus seguidores más fieles, sino en una opinión pública que recién despierta de la modorra colectiva. Esto es lo que reflejan las críticas recientes hacia él en redes sociales, las crisis que agrietan al partido Morena en varios estados del país, el rompimiento de ciertos consensos en el gabinete y la encuesta del pasado lunes de “México Evalúa”, donde la opinión favorable a AMLO cae entre un 11 y un 16 por ciento. Sabíamos ya que necedades, caprichos, ocurrencias y humoradas en decisiones públicas fundamentales, son el elenco de defectos e inconvenientes que ha exhibido López Obrador en poco más de 100 días de gobierno, y que se han convertido en su principal “Tendón de Aquiles”. Intuíamos, también, que el temperamento arrebatado de muchos de sus militantes y el ´estilo barbaján´ de Morena, pronto desembocarían en rebeldías indomables y en fracturas internas que, con el paso del tiempo, evidenciarían la clase de partido sin disciplina democrática y sin clase que en realidad es Morena. Incluso, hubo y hay círculos en el país que llegaron a pensar que por más torpezas, despropósitos, ridiculeces y desplantes autoritarios en que incurriese Andrés López, su credibilidad se mantendría intacta y sus bonos de simpatía popular no caerían. Sin embargo, ya hay señales de que el fantasma del desencanto comienza a frecuentar al populismo obradorista, a Morena, a sus aliados estratégicos y a la base electoral que lo llevó al poder creyendo que gobernaría bien. A todo aquel que desconoce por ignorancia o falta de pericia el fenómeno del poder, lo que es, lo que representa y cómo ejercerlo sin perder el dominio de sí mismo, el equilibrio y la mesura, por analogía podría resultarle aleccionadora la música de “El aprendiz de Brujo”, pues nadie debe hacer el desamarre de los nudos de tal manera que no pueda reagrupar después las fuerzas que libera, como le ocurrió al personaje musical de Dukas. El deterioro de la economía nacional en 130 días de gobierno podría ser peor, dado el talante antidesarrollista y antieconomicista del actual gobierno, de no ser porque la prudencia del sector industrial y empresarial del país, hasta hoy, parece estar hecha a prueba de sustos y taquicardias. Ahí hay un anticuerpo real que está pasando de la inquietud a la incomodidad. El desastre en educación y la falta de consenso sobre la “contrarreforma educativa” que impulsa Morena en el Congreso de la Unión, tiene en ascuas y con los pelos de punta al país, lo cual exhibe al gobierno como incapaz de un trazo coherente en materia de Políticas Públicas, que además puede ser arrodillado en aras de cálculos políticos relacionados con la 4T. Este, el de la CNTE, es el anticuerpo más grande y feroz a que tendrá que hacer frente el gen autoritario de la Cuarta Transformación. Ahí están los pueblos en defensa de la tierra y el agua en Morelos, Puebla y Tlaxcala, en los que participan dos nietos de Emiliano Zapata Salazar, que además de sentirse traicionados por quien hizo compromisos con ellos, ven a AMLO como un impostor más en el juego del poder. Este anticuerpo, junto a otros que crecen y se multiplican por todo el país, podrían ser cauce e instrumento de una revuelta civil en esa región, para la que no está preparado un gobierno que asiste a la pérdida creciente de su legitimidad. El caso es que, más acá de otros frentes que tienen abiertos Morena y López Obrador, los signos del malestar y las señales del desencanto avanzan sobre la nación, sin que pueda advertirse un filtro de luz o haya una voz autorizada que llame a la mesura y la sensatez a quienes han hecho del arte de gobernar un margallate, un enredo. En este sentido, tanto los abucheos en Ciudad Juárez antes del 1 de diciembre, como la rechifla en Tijuana y los gritos de desaprobación más recientes en Morelia, lo que indican es que la expectativa que muchos se hicieron sobre AMLO y Morena era desproporcionada, pero, además, que empieza a culminar la luna de miel entre los fieles seguidores de Andrés López y su gobierno, porque no es el reformador ni el estadista que el pueblo creyó que sería. Un presidente convertido en artífice de un caudal de denuncias que no llevan a nada; que apela a la emoción y no a la racionalidad de una República; que al referirse a sus críticos pierde toda compostura, olvida la investidura y se vuelve la imagen viva del presidente del Bullying y, por último, que sigue sin distinguir lo que es agitación social de lo que es gobernar, se coloca a sí mismo por debajo de las expectativas y esperanzas que en otro tiempo despertó en el pueblo de México. Ha comenzado el desencanto y está iniciando la comprensión de algo elemental: la neurosis política, los déficits emocionales, el resentimiento social y todo lo que acumulan las causas que se fundan, maquiavélicamente, en el “amor al pueblo”, no son los mejores aliados a la hora de plantearse en serio una transformación de época. Pisapapeles El poder es un impostor, lo mismo que el triunfo o el fracaso. Todo aquel que no lo ha entendido ha tenido que afrontar las consecuencias. leglezquin@yahoo.com