El Universal/La Voz de Michoacán La filósofa estadounidense Judith Butler, referente mundial en los estudios de género y sexualidad, el debate sobre el feminismo y la teoría queer,aseguró que el movimiento Me Too nació como un cúmulo de historias individuales, mientras que Ni una menos tiene su origen en la colectividad. Además, si bien reconoce que la ley está de lado de los agresores, es preocupante que existan acusaciones anónimas. En el marco de la conferencia magistral "Sin aliento: riendo, llorando, al límite del cuerpo" que ofreció la noche de este jueves en la Sala Nezahualcóyotl, como parte del XI Encuento del Instituto Hemisférico de Performance y Política, que culmina este sábado, la autora y coautora de más de una decena de libros, indicó que existen acusaciones anónimas porque las personas se sienten inseguraa en sus lugares de trabajo, con sus familias o dentro de las instituciones en las que se desarrollan y temen que haya represalias si denuncian. "Tengo que ser franca, en mi niñez, como chica queer, antes de que yo entrara a la casa de un niño que no me interesaba o de una niña que tampoco me interesaba aunque pensara que era linda, se me acusaba de querer arruinar la vida de la hija de alguien; antes de entrar a un nuevo empleo se me acusaba de querer convertir a los estudiantes al lesbianismo, se me acusaba de que iba a seducirlos.Eran acusaciones anónimas, persuasivas. Ahora mismo los transgénero están siendo expulsados del ejército en Estados Unidos", dijo. Y agregó: "Considero que las minorías sexuales estamos siendo sujeto de acusaciones anónimas y no tenemos manera de defendernos para contrarrestrarlas, de modo que tengo cierta solidaridad por quienes son acusados anónimamente, comprendo lo que significa ser acusado injustamente y estas cosas me preocupan. Hay una voz que me dice que existe la ley y que hay que producir evidencia para saber si una persona está acusada correcta o incorrectamente, pero por otro lado las estructuras legales no están defendiendo a nadie con el debido proceso, puede surgir un hostigador que puede decir que no hizo nada y es su palabra contra la palabra de quien ha estado hostigando". Ante esta situación, lamentó que haya muchas feministas desilusionadas del debido proceso y es muy comprensible. "El debido proceso siempre está de lado del hostigador, de quien ha cometido un crimen, entonces estamos realmente en un acertijo. Sin embargo, ¿realmente queremos que los medios de comunicación se conviertan en tribunales? Si nosotros hacemos reclamos anónimos, ¿cómo se va adjudicar esa reclamación? Podemos lastimar la reputación de la mujer, ¿pero podemos establecer la culpabilidad de una persona? Es algo muy complicado", sostuvo. La filósofa, considerada como una de las más importantes pensadoras y académicas de la actualidad, refirió que hay una diferencia entre el movimiento del Me Too -surgido en 2017 en los Estados Unidos en contra de las agresiones sexuales- y el movimiento Ni una menos -creado en Argentina y que aborda, entre otras cosas, la legalización del aborto y la brecha salarial de género -. "Ni una menos no se enfoca en historias individuales, es decir, no es una historia tras otra historia, se trata de una exigencia colectiva, se trata de una oposición colectiva contra la violencia sexual, y funciona de tal manera que lo podemos identificar en las instituciones, en el Estado y en la economía, no busca señalar a un individuo, quiere cambiar la estructura social en un nivel más radical. No sé si al Me too lo podemos considerar como un movimiento porque son una serie de historias individuales, ¿podemos derivar esas historias en lo colectivo? No lo sé. No quiero decir que los movimientos se oponen pero Ni una menos toma lo colectivo como un punto de partida y me pregunto si esto puede funcionar con el Me too". Asimismo, indicó que las sociedades deben pensar en cómo reparar las lesiones y las heridas tan profundas sin fortalecer la violencia del sistema carcelario. "Esto es un tema muy complejo pero quiero que el feminismo se haga estas preguntas, todos estamos en contra del hostigamiento, de la violencia, de todas las atrocidades y todos queremos poner fin a estas prácticas, pero entonces ¿recurrimos o no la ley?, ¿rechazamos el sistema carcelario?, ¿qué hacemos?, ¿hay maneras de cambiar las estructuras sociales y la violencia? Pensemos en el feminicidio, ¿vamos a perseguir a cada persona que cometa un crimen? Es necesario hacerlo, pero ese conjunto de individuos que comente ese tipo de crímenes seguirá reproduciéndose a menos que lleguemos a las raíces de las estructuras sociales, esto es justo lo que necesitamos hacer desesperadamente, necesitamos un movimiento opositor diferente que se oponga a la violencia en cualquier nivel de la sociedad", dijo. Butler, egresada de la Universidad de Yale, quien ha hecho contribuciones significativas al pensamiento estructuralista y se ha ocupado de la marginalidad, se refirió a la risa y al llanto. La filósofa indicó que esas reacciones corporalizadas se pueden traducir en ideas. "Cuando nos reímos nos cuesta trabajo respirar, es como si el cuerpo interrumpiera su funcionamiento para reír, pero también cuando nos echamos a llorar, en ambos casos hay algo que se rompe. Reír y llorar es otra forma para saber que estamos ligados a nuestros cuerpos, hay jadeos involuntarios, hay esfuerzo por recobrar el aliento, hay una amenaza de dejar de respirar. La risa y el llanto ponen en crisis al cuerpo casi al punto de la emergencia física. No es posible emanciparse de la emoción. La risa siempre es una escapatoria y una elevación, es la manifestación sonora de la emoción, casi llegamos a orinarnos", dijo. El XI Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política de la Universidad de Nueva York lleva por título "El mundo al revés: Humor, ruido y performance". Participan 700 artistas, activistas y académicas de 23 países para explorar el humor y el ruido como detonadores de procesos de transformación social a través del arte. En 2017 su visita a Brasil causó una gran polémica porque hubo manifestaciones en contra de su presencia para ofrecer una conferencia, incluso carteles con su rostro fueron quemados y la acusaron de ser una "bruja" que acabaría "en el infierno" por propagar "la ideología de género". Ante la primera huelga a la que se enfrenta el gobierno de Bolsonaro en Brasil, la filósofa celebró que la sociedad haya decidido manifestarse. "Bolsonaro ha dicho que quiere deshacerse de la filosofía, de la sociología, y también ha dicho que quiere censurar las exhibiciones sexualmente explícitas que perturben la moralidad cristiana, además está atacando a todas las artes y a todo lo que tenga que ver con el humanismo, y emprende una embestida feroz contra la comunidad LGBTQ". Una huelga, en este contexto dijo, "es bellísima" y es una muestra política de muchísimos seres humanos que no encuentran aceptable la presidencia de Bolsonaro. "Espero que haya un movimiento popular mucho más fuerte para desmantelar ese régimen, que lo logren es la esperanza que tengo", finalizó.