La Casa del Jabonero

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

El capo que cambió a un estado

Jorge A. Amaral

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Esta semana se le dictó una sentencia a Servando Gómez Martínez, conocido como La Tuta: 55 años de prisión por el secuestro de un empresario en Uruapan. Esto llama la atención al ser uno de los hombres clave en la escalada de violencia en el estado desde 2006 a la fecha, pues aunque él ya está recluido y con nulas esperanzas de salir pronto aún quedan remanentes tanto de La Familia Michoacana como de Los Caballeros Templarios, como células diseminadas en diferentes municipios del estado, así como en ciertas zonas limítrofes con Guerrero y el Estado de México.

Aunque hubo medios que manejaron la nota como un hecho policiaco, ligado a la nota roja, el impacto de la información va más allá, pues la influencia negativa que tuvo Servando Gómez en la vida de Michoacán trasciende las páginas de la nota roja, ya que las redes criminales de las que fue parte trastocaron muy diversos ámbitos: el comercio, la educación, la política, el desarrollo económico, el turismo, las actividades primarias, la minería, la obra pública, vaya, primero La Familia y luego Los Templarios estuvieron hasta en los semáforos.

El cártel de Los Caballeros Templarios, en busca que una base social en el estado, necesitaba, primero, un sustento ideológico, y luego, impacto mediático, y por eso es el único grupo delictivo en el país que ha tenido sus “documentos básicos” y “estatutos” como reglas de conducta e ideario. Todo esto en gran parte fraguado por Nazario Moreno, pero también por La Tuta, que al ser maestro de profesión le fueron encomendadas varias tareas de difusión, como la redacción de documentos y desplegados.

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A tal grado se enquistó la organización que dirigía Servando Gómez, que por esa situación un exgobernador, Leonel Godoy, dejó el cargo con fuertes señalamientos de dejar que los delincuentes se posesionaran del estado. Pero la influencia del crimen organizado hizo que Fausto Vallejo ganara la gubernatura en 2011, lo que devino en un control total del estado por parte de los criminales que en Tierra Caliente, por ejemplo, ya pedían cuota hasta por cada kilo de tortillas comercializado.

Esos niveles de corrupción e impunidad propiciaron que el gobierno federal volteara a ver al estado, como previendo el terrible costo político que eso iba a tener a nivel nacional, dado que la gubernatura era priista. Por esta razón se hizo dimitir a un diezmado Fausto Vallejo, que entre sus problemas de salud y las reuniones de su hijo con La Tuta ya no se podía sostener en el cargo; pero además se encarceló al secretario de Gobierno, Jesús Reyna, que era el único que hacía frente a las intromisiones de Alfredo Castillo, para ese entonces nombrado comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán. Y en lugar de Reyna, un mueble, un taburete a modo del comisionado quedó al frente de Casa de Gobierno: el exrector nicolaita Salvador Jara, quien reportó grandes beneficios para sus allegados y total mansedumbre hacia El Virrey, que supo premiar el servilismo tanto de Jara como de los allegados a Fausto, quienes, al verse presionados por el mexiquense, no dudaron en alinearse a los dictados que a través del emisario mandaba la Federación.

Fueron sin duda tiempos muy oscuros para Michoacán, con grupos de autodefensa proliferando en Tierra Caliente, algunos para aprovechar que el río estaba revuelto, pero otros con el fin legítimo de erradicar al crimen organizado, que ya tenía asolada a la sociedad.

En este marco cobró notoriedad José Manuel Mireles con otros líderes, a varios de los cuales La Tuta acusó de operar para que el Cártel de Jalisco Nueva Generación entrara al estado, lo que finalmente consiguió, y mire cómo estamos ahora, con un ejecutómetro que va al alza.

Pero también, con el pretexto de buscar a La Tuta y otros líderes Templarios, se dejó operar con la bandera de autodefensas a personajes igual o más oscuros que El Virrey, como El Migueladas, Simón El Americano y Nicolás Sierra Santana, este último líder de Los Viagras, con quienes el CJNG y lo que queda de La Familia Michoacana sostienen pugnas en distintas partes del estado.

Ahora de nuevo Michoacán está inmerso en la violencia, con la cuota diaria de ejecutados en todo el estado gracias al fortalecimiento de los grupos delictivos propiciados por Alfredo Castillo y la incursión de los criminales que vienen de Jalisco, y de todo eso advirtió La Tuta, cuya sentencia parece poco si la comparamos con todo el impacto que él y su gente tuvieron en el estado.

Lo malo es que ahora, a diferencia del sexenio pasado, no habrá autodefensas para hacer frente a los criminales, el presidente de México está embelesado en otros temas alejados a Michoacán y la seguridad pública, en tanto que el gobierno del estado, con todo y las valentonadas y bravuconerías del gobernador, no puede solo, así que, como decimos en La Voz: ¡Ánimo!. Es cuánto.