La casa del jabonero

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

¿Se logró algo?

Jorge A. Amaral

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Las marchas que durante el viernes de la semana pasada se llevaron a cabo en distintas partes de la República pusieron sobre la mesa la urgencia de que las autoridades se pongan realmente a trabajar para combatir la violencia de género, las agresiones, el acoso, las violaciones, desapariciones y feminicidios que se siguen cometiendo en todo el territorio nacional. Y ese enojo se vio más acentuado en la Ciudad de México, donde hubo de todo.

Mucha gente criticó los destrozos y agresiones por parte de las manifestantes y otros más lo justificaron y hasta se burlaron de quienes señalaron que el vandalismo no era la forma de protestar, y es que volvemos a la incongruencia de siempre: criticar las acciones de grupos “progres”, ya sea feministas, animalistas, veganos, antitaurinos, será un acto reprobable, porque a estos movimientos no se les debe criticar bajo ninguna circunstancia, porque esos grupos representan lo bueno, lo nuevo, lo necesario, y quien piense lo contrario es reaccionario, conservador, machista, misógino, que mata gatitos para divertirse y disfruta con las agresiones a la mujeres, a los niños, a los indígenas y a cuanto sector vulnerable exista.

La pregunta es si después de los destrozos y las agresiones algo cambió, si después de eso y a una semana ha habido avances en las carpetas de investigación, si las desaparecidas ya están con sus familias, si a los violadores y acosadores ya se les dio su merecido. No. Lo único que quedó fueron los daños, y eso tiene arreglo mediante el uso de recursos públicos; lo que es más difícil de arreglar es una sociedad polarizada, porque muchas de quienes militan en esos grupos apuestan a la segregación, al separatismo, a que todos los hombres, por violadores y abusadores, desaparezcan de la faz de la tierra. Mucha de esa gente odia a los varones por el simple hecho de ser hombres. Y digo, ante toda una historia de abusos, no se puede esperar gratitud, pero se cae en generalizaciones y con ello se evita que lo que podría ser un muy eficiente trabajo conjunto se vuelva un mandarlas al carajo, que hagan lo que les dé la gana al cabo no es problema nuestro.

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Ahora, las agresiones a periodistas (una de ellas, la más mediática, a cargo de un golpeador miembro de un grupo de choque, pero las otras, por mujeres) y a gente ajena a la marcha que tuvo la mala fortuna es estar ahí, ¿resolvieron algo? Una reportera de Milenio, un reportero que hacía transmisión en vivo, un repartidor de Uber Eats, un anciano en el Metro, ¿representaban una amenaza? La camioneta de sus compañeras de Guerrero que fue destrozada por otras feministas, aun cuando estaba rotulada, ¿se veía muy patriarcal, machista y opresora? Al final lo único que quedó demostrado es que si actúan en masa y con todo su rencor acumulado, estos grupos no distan mucho de los mamarrachos antisociales que llegan a reventar mítines o infiltrarse en marchas pacíficas para dejar destrozos por doquier.

Todo lo anterior no significa que su servidor esté muy ofendido con lo que hicieron al Ángel de la Independencia y otros espacios, o que en Morelia hayan teñido a Las Tarascas y la estatua de Juárez, se ven bonitos pero tampoco me resultan indispensables, sólo me pregunto si era necesario. Pero bueno, como hombre y atendiendo al segregacionismo que las feministas impulsan, no debo opinar del tema, esa será mi forma actuar, ya ve que el separatismo, el segregacionismo, la marginación y la división, a lo largo de la historia han demostrado ser modelos sumamente eficientes y útiles para resolver los problemas y superar carencias. Al tiempo.

Apéndice por la congruencia

 

¿Recuerda usted esos videos de finales de junio en los que sicarios del Cártel de Jalisco golpean, rapan y torturan a sexoservidoras de Querétaro señalando que ese estado “tiene plaza”, y amenazan a las demás para que se alineen a ellos? Bueno, en las recientes protestas, ninguna activista habló de ellas, que también son mujeres y que están aún más expuestas a seguir padeciendo agresiones, algo muy similar a las jóvenes que los narcos de la Ciudad de México han golpeado y asesinado: las activistas no hablan de ellas. Es cuánto.