Redacción/ La Voz de Michoacán Satillo.Los homicidios sanguinarios, y las masacres que en varios casos han cobrado vidas de inocentes son uno de los sellos de Los Zetas que recientemente se han visto adoptadas por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La guerra entre carteles de la droga, así como el cobro de piso, han dejado un horrendo baño de sangre con cientos de muertos a lo largo y ancho del país, pero sobresalen las matanzas en Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y últimamente en Veracruz y Michoacán. En éste último caso, se encuentra la masacre ocurrida en Uruapan el pasado 8 de agosto, donde 19 personas fueron asesinadas, algunos cuerpos fueron desmembrados, otros colgados, y se dejó una narcomanta del CJNG, aunque posteriormente se colgaron mantas en las que se asegura que no fueron los sicarios de Jalisco, quienes perpetraron los crímenes. Apenas el día de ayer otra masacre tuvo lugar en Tepalcatepec, también estaría detrás el CJNG, mismo que lanzó un video con la amenaza de ir por José Farías "El Abuelo" hace un par de semanas. Los Zetas han tenido el sello de la masacre, y recientemente el CJNG ha adoptado prácticas similares. En muchos de los casos, personas inocentes han muerto en los arteros ataques perpetrados principalmente por miembros del crimen organizado, quienes utilizan gasolina, bombas molotov, granadazos o bien con ráfagas de metralleta. Matan a migrantes La primera gran masacre ocurrió en el municipio de San Fernando, Tamaulipas, donde un total de 72 migrantes brasileños y centroamericanos fueron fusilados por Los Zetas. La múltiple ejecución ocurrió un 23 de agosto del 2010, luego de que Los Zetas, el brazo armado del Cártel del Golfo, se separan tras una fuerte disputa interna por el liderazgo del entonces poderoso grupo criminal con sede en Matamoros, Tamaulipas. En aquella ocasión Los Zetas instalaron en plena carretera San Fernando a Matamoros un retén y tomaron por asalto dos camiones de la línea ADO, donde viajaban 59 hombres y 14 mujeres, algunos de origen centroamericano y el resto brasileños. Como jefe de ese retén aparecía Salvador Alfonso Martínez Escobedo, “El Ardilla”, quien ordenó a sus subalternos que llevaran a los migrantes a un rancho donde tenían su centro de operaciones ese grupo criminal. Tras bajar a todos los migrantes, en total 73 (ya que uno sobrevivió), los formaron y pegados a la pared de una bodega los interrogaron sobre a qué grupo pertenecían y ante la negativa los invitaron a unirse a las filas de Los Zetas. Pero los migrantes se negaron a participar con esa banda, pues lo único que querían era llegar a Reynosa para de ahí cruzar a los Estados Unidos y a cambio recibieron ráfagas de metralleta de diferentes calibres, con saldo de 72 personas ejecutadas. Todo quedó al descubierto luego de que un ecuatoriano que se hizo el muerto al momento de la masacre dio aviso a los elementos del Ejército Mexicano de que en un rancho habían masacrado a 72 personas. Meses después de esta matanza, las fuerzas federales localizaron 47 fosas clandestinas donde se descubrieron 196 cadáveres y convirtieron a San Fernando en un gran cementerio del cártel de Los Zetas. Masacre en Allende Meses después en Allende, Coahuila, a 600 kilómetros de distancia de San Fernando, se escribía otra cruenta historia de terror, la banda de Los Zetas tomaba por asalto este tranquilo y pintoresco municipio. Un 18 de marzo del 2011 cuando recién caían los rayos del sol, un comando conformado por 60 delincuentes comenzó a incursionar violentamente casa por casa, las víctimas eran los propios pobladores. Apenas oscurecía, entre gritos de mujeres y niños comenzaba la cacería humana y uno a uno, sin importar a que actividad se dedicaban los hombres de la casa, fueron subidos violentamente a las camionetas de los secuestradores. El narcooperativo duró al menos 24 horas y los reportes oficiales señalan que 42 personas fueron desaparecidas, pero investigaciones de colectivos y versiones de los habitantes que sobrevivieron a la matanza hablan de más de 300 “levantados”. Decenas de familias quedaron en el desamparo y no volvieron a saber nada de sus padres, hermanos o hijos y su paradero sigue siendo un misterio que las autoridades de Coahuila jamás pudieron resolver. Los 20 policías con los que contaba dicho pueblo fueron acuartelados y recibieron la orden de los capos del narcotráfico de no responder a los llamados de auxilio de la población y justamente eso hicieron, el teléfono no dejaba de sonar durante toda la terrorífica noche. Los responsables de esta masacre fueron los hermanos Miguel Angel y Omar Treviño Morales (Z-40 y Z-42), respectivamente, pero nunca se les vinculó a proceso y por largo tiempo se pasearon por todo Coahuila sin que nadie los detuviera. Matazón en el Casino Royale Los Zetas, uno de los carteles más sanguinarios del país, atacó con bombas molotov y bidones de gasolina el casino Royale con saldo de 52 muertos, muchos de ellos adultos mayores y hasta mujeres embarazadas. El atentado ocurrió en punto de las 15:30 horas de aquel fatídico 25 de agosto del 2011 y cuando el casino estaba a reventar llegaron los integrantes de Los Zetas y reclamaron el cobro de piso. Como no recibieron respuesta de los dueños, comenzaron a bajar garrafas con gasolina y las esparcieron a lo largo de la entrada, para después lanzarles bombas molotov que al estallar provocaron todo un infierno dentro del casino. En Nuevo León ocurrieron infinidad de ataques a bares y table dance, como El Sabino Gordo, con 21 muertos; Matehuala, 11 decesos; así como el Café Iguanas, Rancho Viejo y La Jarra, entre otros antros. que los grupos criminales querían mantener a cuota. Horror en Minatitlán La violencia no paró en los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, este lastre se acentuó recientemente en Veracruz, donde los ajustes de cuentas, extorsiones y ejecuciones eran el pan de cada día. “La vida es un carnaval”, de Celia Cruz, era la canción que sonaba aquel fatídico 19 de abril del 2019 en la palapa “Los Potros”, ahí una mujer de 52 años de edad festejaba su onomástico. De una consola se escuchaban las siguientes estrofas: “No hay que llorar que la vida es un carnaval, que es más bello vivir cantando”, cuando repentinamente tres hombres fuertemente armados se apostaron en la entrada del local y accionaron sus fusiles de asalto sobre los invitados sin importar que hubiera menores de edad. El tableteo de los "cuernos de chivo" (AK-47) era ensordecedor y opacó la canción de la cubana Celia Cruz. El saldo sangriento fue de 14 personas acribilladas, entre ellas un bebé de apenas un año de edad, caso que estremeció a Veracruz y a todo el país. Se estableció que el atentado iba dirigido contra “La Beky”, dueña de dos bares donde presuntamente se vendía droga y todo fue por la disputa territorial entre la banda de Los Zetas y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Pero los ataques contra bares, cantinas y table dance de Veracruz, no cesaron y se habla al menos de 60 personas muertas en los atentados contra ese tipo de establecimientos. Desde el 2016 se tiene registro de ataques armados contra el bar Madame, en Xalapa, con saldo de siete personas muertas. También en ese mismo municipio fue violentado el bar Ladies, pero no hubo disparos sólo golpeados. En La Bartola también hubo dos muertos y cuatro heridos de bala, luego de que dos sujetos se apostaran afuera del local y comenzaron a disparar sus armas largas. En Córdoba, el antro La Vaca no se escapó a los ataques del crimen organizado, el saldo una persona muerta y un herido; los bares Maleos y La Pasadita también fueron objeto de sendos atentados. Masacre en "El Caballo Blanco" El pasado martes 27 de agosto, la sangre volvió a correr en un centro nocturno de Veracruz, ahora fue el turno al table dance “El Caballo Blanco”, ubicado en el municipio de Coatzacoalcos, donde hubo un saldo final de 29 personas muertas. El atentado contra “El Caballo Blanco” fue muy al estilo de Los Zetas, pero ahora lo perpetraron los del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes quisieron tomar venganza contra el dueño de ese antro. Las primeras investigaciones revelan que gente armada llegó al mencionado bar y lo atacaron con bombas molotov (botellas de vidrio llenas de gasolina y un mechón). El fuego se propagó de inmediato, clientes y empleados del local no pudieron salir, se quedaron atorados, pues en la entrada del antro había gente fuertemente armada del CJNG que impedía que alguien saliera. Los gritos no se hicieron esperar y dentro de “El Caballo Blanco” todo era confusión y el ígneo elemento comenzaba a causar estragos; el denso humo llegó a todos los rincones del negocio. Intentaron salir, pero ráfagas de metralleta los regresaron, algunos cayeron heridos y poco a poco fueron muriendo, unos intoxicados y otros más producto de certeros balazos en sus cuerpos. La escena dentro de “El Caballo Blanco” era aterradora, los cuerpos regados por todos lados, todo en completo desorden, sin lugar a dudas se trató de una guerra entre bandas rivales, donde el CJNG sació su sed de venganza. Con información de Notimex.