El Universal/La Voz de Michoacán Venecia.— En la Sala Giardino del festival de la ciudad de los canales no cabía un alfiler. El nuevo filme de 29 minutos de duración de Guillermo Arriaga, No one left behind, era uno de los que causaban más interés de la Muestra. Aunque no compite por el León de Oro forma parte de la Selección Oficial. Acompañado por sus productores y la actriz Isabel Aerenlund, Arriaga llegó sonriente a la proyección del filme con el que cuenta la historia de un comando militar de las fuerzas áreas estadounidenses que visitan un poblado en la frontera de México para honrar la muerte de un soldado mexicano que luchó en la guerra de Irak y luego fue deportado. La película es una proeza en su factura si se toma en cuenta que para su realización Arriaga sólo contó con tres días de filmación para rodar 10 minutos cada jornada. “Ese era el tiempo para el que daban los recursos que teníamos”, dijo a EL UNIVERSAL el realizador. Arriaga, que siempre ha estado muy cerca de la frontera, “porque soy cazador y ahí es dónde suelo cazar” conoce bien a las familias del pueblo de Zaragoza, Coahuila en donde rodó a 20 kilómetros de la frontera con muchos no actores. “Varios de ellos son amigos míos del pueblo muy queridos”. La historia surgió cuando fue a Nuevo México a hacer la búsqueda de locaciones y entró a muchas casas de migrantes. “En la mayoría de ellas tenían sus altarcitos con sus hijos muertos en batalla. Y muchos de ellos pensaban que iban a tener la residencia americana porque si luchas en el ejército obtienes la green card para ti y tu familia pero muchos de ellos fueron deportados y su familia se sentía muy decepcionada. De ahí es de dónde vino esta idea porque el tema es muy complejo. Es algo que me tocó profundamente”, aseguró el realizador, quien en Venecia se siente como en casa.