AP / La Voz de Michoacán Moscú. La compañía rusa Npenergy está entre los pioneros mundiales en el desarrollo de células de combustible para drones que funcionan con hidrógeno y ofrecen una gran alternativa a las baterías de litio. Mientras que las células de hidrógeno no son algo particularmente nuevo, las que tienen unas dimensiones tan pequeñas si lo son, explicó a Sputnik Antón Chub, el ingeniero-investigador del Instituto de los Problemas de la Física Química de la Academia de Ciencias Rusa. Chub participa en el desarrollo de estas células y está convencido de que podrán ofrecer una gran alternativa a las baterías de litio que se usan hoy en día en estos dispositivos. Las ventajas de las células de hidrógeno De acuerdo con el ingeniero de la compañía, las células de combustible que operan con hidrógeno tienen todo un abanico de ventajas frente a las baterías de litio. Una de ellas es la autonomía: el tiempo de funcionamiento de los drones que usan las células de hidrógeno como fuente de energía es tres veces más largo en comparación con las baterías de litio, explicó Chub. Así, estos drones pueden volar entre dos y tres horas, dependiendo del modelo. Actualmente tenemos dos modelos básicos: los drones que tienen los tanques de hidrógeno más clásicos y el que tiene uno esférico. Este último tiene una mayor capacidad y efectividad, razón por la cual ofrece unas mejores prestaciones", explicó Chub. También, a diferencia de las baterías de litio, las células de hidrógeno no tienen un número limitado de ciclos de carga y descarga que llevan a la inminente muerte de las baterías. Simplemente les hace falta un trabajo de mantenimiento tras cada 500 o 1.000 horas de funcionamiento. Ello significa, que las células de hidrógeno son más ecológicas, puesto que no se desechan tan a menudo como lo hacen las baterías de litio que contienen unas sustancias químicas nocivas que suponen un peligro para el medio ambiente. Las desventajas de células de hidrógeno Las baterías de litio simplemente se cargan antes del vuelo, mientras que para usar el hidrógeno hace falta una infraestructura para proporcionar este gas al usuario común. O sea, no hay lugares para repostar el hidrógeno, que en sí mismo no es caro. También está el coste relativamente alto de las propias células de hidrógeno: la fabricación de una célula con una potencia de 1 kilovatio cuesta aproximadamente 40 dólares. Al mismo tiempo, este coste se reduciría en el caso de que se establezca una fabricación en serie.