Guillermo Chávez / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Escasez o carencia de lo necesario para vivir. Es la definición que la Real Academia Española le da a la pobreza, pero ¿cómo es realmente vivir así? La Voz de Michoacán escuchó de primera mano la historia de Don Joaquín, un padre de familia que, durante más de 15 años ha vivido en una casa construida por él mismo, ubicada en la colonia Agustín Arriaga Rivera en la ciudad de Morelia. La casa de Don Joaquín no es como todas, por un lado su estructura está hecha de maderas acomodadas unas encima de otras, sus techos de lámina y cartón, a su lado un pequeño cuarto hecho con bloques de cemento, ambos delimitados por una valla de alambre y las casas contiguas de sus vecinos, construidas con los mismos materiales. Puertas, maderas, ladrillos, barriles, alambres, rodean las afueras del espacio que Don Joaquín llama hogar. Su labor como recolector de basura es el medio que utiliza para llevar el pan a la mesa, trabajo del que dice sentirse orgulloso, pues es un trabajo honrado en el que lleva años desempeñándose según sus palabras. En el estado de Michoacán, el 2017 terminó con un aumento del 8 por ciento de la canasta alimentaria, esto indica, según el Concejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que los ingresos de las personas son menores al valor de la canasta alimentaria. Sin embargo esto no impide a Don Joaquín, jactarse de vivir bien, vivir tranquilos y sin problemas según su relato. No tiene para pagar una renta, dijo, pero tiene para sacar adelante a su familia, aseguró. Las cifras del Coneval indican que el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimentaria aumentó de 40 por ciento a 41 por ciento. Pero a Don Joaquín poco le preocupa, ya que encuentra tiempo de obtener materiales de la recolección de basura para seguir construyendo su casa, y de encontrar comida que da a los perros y gatos que se encargan de cuidar su vecindario. La única tempestad que han tenido que enfrentar, de acuerdo con sus palabras, es la crueldad del clima y la poca protección que su hogar les brinda, ya que el aire frio de las noches logra colarse a perturbar su sueño, y el calor abrazante del día, abochorna la estructura de lámina y cartón asemejando a un horno en el interior de su casa. A pesar de esto, los años que han transcurrido, le han dado a Don Joaquín la tranquilidad para decir que no necesita nada del gobierno ni lo necesitará, pues tiene a su familia y su trabajo para poder decir, que vive en paz. Es importante señalar que el nombre del entrevistado se alteró de manera de cumplir con la petición de anonimato del mismo. Por lo que se utilizó un alias.