Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán Morelia, Mich. Aun cuando en la ciudad ya existen otros cementerios más modernos y con mayores comodidades para resguardar los restos de un ser querido fallecido, el Panteón Municipal de Morelia sigue siendo una opción elegida por algunas personas debido a que cuenta con cierto encanto al sumar una historia de más de 100 años y varios detalles que hacen especial su existencia. Cuando Morelia todavía era conocida la antigua Valladolid debió pasar por un largo de periodo de años para convertirse de una ciudad donde los restos humanos todavía reposaban esencialmente en terrenos aledaños de los centros religiosos hasta contar con un panteón municipal en forma. De acuerdo con información histórica, en los siglos XVI y XVII, los atrios de San Francisco, San Agustín e incluso la actual plaza Ocampo era usados como cementerio. Foto, Jaime Lagunas. En las décadas siguientes, se siguieron usando las criptas o los terrenos aledaños de las iglesias para resguardar los restos humanos de los difuntos de la ciudad de cantera rosa y fue ganando notoriedad el camposanto perteneciente al Templo de San Juan. Lo cual se tornó complicado durante plagas como la del cólera. Sin embargo, lo que puso fin definitivo a este periodo fue la secularización de los cementerios en 1859. Después del anterior paso, que significaba que el estado estaría encargado de los cementerios de la ciudad, se dio una importante donación de un amplio terreno ubicado en la zona de La Huerta, es decir, el mismo terreno que actualmente es el panteón municipal de Morelia. Los archivos históricos señalan que la construcción del sitio se dio a partir de 1892 y para 1894 ya comenzaba a ofrecer algunos servicios, aunque con muchas carencias, hasta que finalmente en 1895 fue inaugurado de manera oficial. Rápidamente, en 1900, se dio una ampliación del camposanto hacia el oriente. Los años posteriores serían de numerosos cambios, la construcción de la capilla interior y un horno crematorio, ampliaciones hacia el sur y el poniente, hasta que cerca de la década de los 50, el cementerio tenía la constitución aproximada con la que hoy se le conoce. Foto, Jaime Lagunas. Actualmente, el panteón cuenta con 16 hectáreas y casi 40 mil espacios, incluyendo las “perpetuidades” en tierra y las “gavetas morales”. En la lista de todos los difuntos que descansan en el camposanto, destacan los que fueron ubicados en la rotonda delos hombres ilustres, tales como Bruno Patiño, Rafael Carrillo, Epitacio Huerta, Fray Manuel Navarrete, Melchor Ocampo Manzo, Justo Mendoza, José Pilar Ruiz Neri, Mariano de Jesús Torres Reyes e Isidro Alemán. Para abonar aún un poco más a la ya importante riqueza con la que contaba en este panteón, aproximadamente en el año 2017 se encontraron al menos siete “momias” entre los restos albergados en el cementerio moreliano. Expertos indicaron que las mismas tenían al menos un siglo de antigüedad y podían haber sido conservadas por un proceso natural, es decir, que no se trataba de la típica imagen de una momia conservada bajo vendajes u otros procedimientos. Los cuerpos conservados durante más de 100 años se sumaron por primera vez a una exhibición que formó parte de los recorridos nocturnos en el panteón municipal con motivo de la Noche de Muertos, mismos que también comenzaron alrededor del año 2017 y se mantienen hasta la fecha como otro de los atractivos de las fiestas del primero y segundo de noviembre en la capital michoacana. Foto Archivo La amplia tradición del panteón municipal se mezcla con su situación actual, en este espacio confluyen las memorias de la rotonda de los hombres ilustres y el hallazgo de “momias” junto con la nueva tradición de ofrecer recorridos d cuentos y leyendas en el interior del camposanto durante las noches que forma parte dela tradición de la noche de muertos mexicana. Autoridades municipales han señalado que en tiempos recientes no ha sido necesario llegar a exhumar los restos que han cumplido su periodo dentro del panteón, pues los familiares suelen dar respuesta positiva a las solicitudes de ampliación del periodo de permanencia. Por otra parte, lo que sí se perfila como un problema a futuro es el poco mantenimiento que se da a algunas de las lapidas y mausoleos que prácticamente solo son visitados uno o dos veces al año, durante días festivos.