Redacción / La Voz de Michoacán El 7 de Octubre de 1913 nació en la Mondovi, Argelia el filósofo francés Albert Camus, quien recogería sus primeras concepciones filosóficas de la influencia de Schopenhauer y Nietzsche. «No puedo comprender lo que sería una libertad que me fuera dada por un ser superior. He perdido el sentido de la jerarquía. No puedo tener la libertad sino el concepto de prisionero o del individuo moderno en el seno del Estado. La única que conozco es la libertad de espíritu y de acción. Esta privación de esperanza y de porvenir significa un acrecentamiento en la disponibilidad del hombre». Camus consideraba un alejamiento ideológico de su pensamiento respecto al nihilismo, y a pesar de habérsele atribuido como un absurdista, el mismo autor renegó de este espectro al considerarse, así mismo, ajeno al existencialismo, por rescatar, primordialmente la idea de la libertad individual en su obra y pensamiento. Fue parte de la resistencia francesa en la época de la ocupación nazi, se involucró con los movimientos libertarios de la posguerra. En 1957 recibió el Premio Nobel de Literatura por el contenido de su obra, que pone de relieve los problemas que se planteaban en la conciencia de los hombres de aquella época. «Si el mundo fuese claro, el arte no existiría». Sin embargo, los problemas de esa época siguen siendo problemas por resolver en la actualidad. Además de las cuestiones que ponen en juego el absurdísimo del hombre moderno, Camus se preocupaba, principalmente, por no hacer filosofía de manera pasiva, cosa que le criticaba al existencialismo. De manera que presenta la capacidad de elección de decisiones individuales que le corresponden a cada persona para encontrar el sentido de su propia existencia. «Cada vez que un hombre en el mundo es encadenado, nosotros estamos encadenados a él. La libertad debe ser para todos o para nadie» Por esta misma razón es visible en su obra la intención de reconstruir, por medio del análisis de los signos de la vida contemporánea, y en él mismo, la manera en que se vincula la filosofía y la literatura, y cómo responde esta relación al esfuerzo por sensibilizar al hombre contemporáneo, haciendo frente a la urgente necesidad de emprender una reinvención de la civilización, al mismo tiempo que da cuenta de que el hombre, un ser absurdo, es un ser creador.