PUNTO NEURÁLGICO Luis Sigfrido Gómez Campos Los articulistas de las secciones editoriales de los diarios sentimos que es tema obligado hablar de política durante el proceso electoral. ¿Cómo podríamos hablar de cosas como el carnaval o los toritos de petate en pleno festejo de nuestras tradiciones, cuando a la gente lo que le interesa es la política nacional? Los periodistas de opinión corremos el riesgo de ser abandonados por nuestros lectores si dejamos de hablar sobre los asuntos cruciales de nuestra endeble democracia. En esta época todo ciudadano se vuelve experto en materia política y opina como si verdaderamente supiera(incluso los articulistas). La conversación obligada cuando nos encontramos a un viejo amigo es compartirle nuestras opiniones políticas o sondearlo para ver si coincidimos en lo fundamental: eres pejista o estas en contra del peje; eres simpatizante de la mafia del poder o formas parte de los iluminati; todavía crees en la democracia mexicana o eres de los desencantados que consideran que México no tiene solución; crees que se necesita dar continuidad a las reformas políticas iniciadas por el presente régimen o que se requiere un cambio radical que modifique los esquemas actuales del poder. Estas cuestiones y muchísimas más son temas de la conversación cotidiana para analizar el rumbo que tomará nuestro país en los próximos años. ¿Será cierto que López Obrador es comunista y que los rusos pueden influir en las elecciones del próximo primero de julio? Esta acusación al candidato del Movimiento de Regeneración Nacional MORENA, aparentemente insulsa y desfasada, tiene efectos en la conciencia de alguna cantidad indeterminada de potenciales votantes que no tienen la información suficiente para entender que en pleno siglo XXI nadie debería asustarse con el petate del muerto. Pero en el ámbito de la competencia por la presidencia de la república donde se ponen en juego intereses de la mayor importancia esto es cuestión de estrategias. Descalificar a un contendiente político por tener ideas de izquierda no debería ser trascendente o motivo de descalificación, sin embargo lo es. Apenas hace 50 años en un pueblito llamado San Miguel Canoa,del estado de Puebla, el cura de la parroquia azuzó a los habitantes de ese lugar en contra de un grupo de jóvenes excursionistas, trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, bajo el argumento de que eran comunistas. La feligresía enfurecida, bajo lainfluenciaperversa de un ministroignorante perteneciente a la iglesia católica,linchó a los jóvenes, con la simple presunción del cura de que eran comunistas. En ese entonces seguramente no era difícil asustar a la gente con el petate del muerto; es decir, la gente pueblerina, con una baja instrucción, muy religiosa e influenciada por su líder espiritual era muy susceptible a equivocarse y cometer atrocidades colectivas como la que se suscitó en la población de Canoa. Eso fue hace 50 años, se dice que era otro México, un México bárbaro en transición hacia la modernidad; influenciado por el fenómeno de la guerra fría y el movimiento estudiantil de la ciudad de México, que concluiría con la masacre de Tlatelolco, donde la justificación del presidente de la república fue que se estaba orquestando una conspiración comunista internacional. Desde entonces, muchas cosas han cambiado: la caída del muro de Berlín; la disolución de la Unión Soviética; la ayuda y solidaridad internacional del régimen ruso a los obreros de otros países; el macartismo norteamericano; los temas de las películas del Agente 007, a quien le encantaba perseguir comunistas; la muerte deMao Tse-tung y Fidel Castro, etc. Lo único que queda para poder sospechar de una conspiración comunista internacional, son las acusaciones recientes de intervención en las elecciones de los Estados Unidos de Norteamérica; unas bardas pintadas en Venezuela apoyando a López Obrador; los comentarios de los senadores gringosBob Menéndez, Marco Rubio y Time Kaine, quienes dijeron:“Estamos profundamente preocupados por noticias recientes de que se reporta que Rusia está usando tecnología sofisticada para entrometerse en las próximas elecciones de México” y, después, en fecha reciente, RexTillerson, secretario de Estado de Estados Unidos, nos recomendó que pusiéramos mucha atención a una posible intervención Rusa en los comicios del próximo 1 de julio, porque según le habían dicho sus “colegas” europeos, Rusia tiene “tentáculos” en diferentes elecciones en todo el mundo. ¿Eso es todo? O sea, ¿la principal fuente de información para presumir una intervención Rusa son los propios gringos? Es más fácil atribuirles a ellos la pinta de bardas en Venezuela para desacreditar a López Obrador, que creerles la teoría de la conspiración Rusa. Ahora bien, como estrategia de desprestigio para un candidato que se ha peleado en diferentes momentos con los empresarios mexicanos y “la mafia del poder”, no puede negarse que sea una maniobra pragmática, bien planeada, aunque demasiado obvia, que pueda obtener ciertos resultados para asustar con el petate del muerto a un porcentaje indeterminado de votantes. Si después de medio siglo ha disminuido la ignorancia en México, existe menos fanatismo religioso y menos manipulación de los curas, la sociedad mexicana no creerá en la teoría de la conspiración Rusa; pero si la conciencia del mexicano es la misma de entonces, muchos electores indecisos podrían votar contra MORENA. luissigfrido@hotmail.com