El Universal / La Voz de Michoacán Ciudad de México. A inicios de 1929, un homicidio sacudió a la capital mexicana por sus contradicciones, su misterio y sus tintes políticos y pasionales. Julio Antonio Mella, un estudiante de Leyes que se había trasladado a la Ciudad de México por cuestiones políticas ya que era líder comunista en la isla de Cuba, fue asesinado en el Centro Histórico, en la esquina de Abraham González y Morelos. Su acompañante, la fotógrafa Tina Modotti, quien es descrita en las notas como una "interesante italiana una falda negra y un "sweater" gris, que entalla su ágil cuerpo", fue uno de los tres testigos del hecho. La investigación del asesinato de Mella se complicó por incongruencias que se volvieron un círculo vicioso que, conforme se realizaban los interrogatorios, encerraba a una nerviosa Tina Modotti que se contradecía. Así fue como la prensa cubrió este caso que, hasta cierto punto, se consideró como crimen pasional. Crimen que causa sensación Viernes 11 de enero de 1929 *Dos cubanos lo atacaron a balazos Julio Antonio Mella, estudiante de Leyes, líder comunista cubano fue agredido anoche entre nueve y diez, en la esquina de las calles de Abraham González y Morelos, por dos desconocidos que tiraron desde la sombra, haciendo certeros blancos. Las heridas que recibió Mella fueron dos: una de ellas destrozó probablemente el estómago y lo puso en condiciones mortales. El doctor Díaz Infante, de la Cruz Roja, confirmó antes de la medianoche, que se tenían poquísimas esperanzas de salvarlo y que se procedía a operarlo como un recurso postrero. El atentado conmovió profundamente a todos los estudiantes cubanos que han salido de la Habana por cuestiones políticas, como había salido el mismo Julio Antonio Mella. El crimen está rodeado de misterio Una amiga de Mella, quien lo acompañaba en los momentos de la agresión, hizo importantes declaraciones a El Universal. Aquella señorita, que es una conocida artista, fue la única testigo presencial del atentado y se asombra de cómo, a pesar de ir colgada del brazo del estudiante cubano, no fue tocada por los disparos que les hicieron los asesinos. "Veníamos, Julio Antonio y yo, por las calles de Morelos, rumbo a una casa que se encuentra en la calle de Abraham González y precisamente al volver la esquina, escuchamos los disparos y Julio Antonio cayó inmediatamente. Dos individuos los habían hecho y escaparon sin que hubieran dejado ninguna huella. Después vino la policía, recogieron los agentes a Antonio y lo llevaron a la Comisaría y más tarde al Hospital de la Cruz Roja". Tina Modotti, que es la artista a que nos referimos, agregó en seguida: "Julio Antonio Mella, es un comunista muy entusiasta y siempre me ha platicado todos sus trabajos y esfuerzos, me dijo que le había visto un cubano que estuvo trabajando en La Habana, en el gobierno anterior al del general Machado. Yo aconsejé a Julio Antonio tuviera desconfianza de este individuo, pero lo siguió buscando y dándole cuenta de muchos asuntos relacionados con los movimientos sociales de Cuba y México. "Esta mañana, agrega Tina Modotti, Julio Antonio me dijo que el sujeto en cuestión le había dicho que habían llegado de Cuba dos individuos y que traían el propósito de atacarlo. Eso fue, precisamente, esta mañana, agregó, confirmando su versión. Seguí aconsejando al estudiante que se cuidara mucho, pero no esperaba yo el atentado". La señorita Modotti declaró después ante la policía. El asesinato de Julio A. Mella: crimen político, o pasional Sábado 12 de enero de 1929 *Sólo hubo un testigo, la Sra. Tina Modotti *La declaración de la amiga Tina Modotti Presente Tina Modotti, no ebria, e interrogada previos los requisitos legales por sus generales, dijo llamarse como queda escrito, viuda, fotógrafa, originaria de Venecia, Italia, con domicilio en la casa número 31 de la calle de Abraham González y declaró: Que a las veintiuna horas de este día venía acompañada del señor Julio Antonio Mella, por las calles del centro, cuando él le dijo que tenía una cita con José Magriñat en una cantina situada en la esquina de las calles de Bolívar y República de El Salvador, proponiéndole que mientras tanto fuera a poner un cable y lo esperara en San Juan de Letrán e Independencia, oficinas del Cable. Que a las veintiuna horas y minutos llegó el señor Mella y acompañado de la que habla se dirigieron a pie hasta Balderas, siguieron por la Avenida Morelos y entraron en Abraham González. Que al dar vuelta a esa calle oyó dos detonaciones, y el señor Mella que iba del brazo de la que habla, echó a correr y cayó tan pronto como atravesó la calle. Que la que habla se dió cuenta de que el ataque fue hecho por la espalda de ambos y hasta percibió el humo de la pólvora. Que antes de todo esto el señor Mella le había dicho que Magriñat a su vez durante la entrevista celebrada le había dicho que habían venido de Cuba unos matones expresamente para asesinarlo. Que en momentos en que fue herido el señor Mella dijo: "José Magriñat tiene que ver con este delito y entonces se dirigió a los transeúntes que se detenían que Machado lo había mandado matar " y agregó estas palabras: "¡Muero por la revolución!…" Que es todo lo que tiene que declarar y leída que le fue su declaración la ratificó en todas sus partes firmando al margen para constancia. En vista de lo anteriormente actuado el suscrito determinó dar cuenta con la presente acta al ciudadano agente del Ministerio Público en turno para lo que a bien tenga resolver; poniendo a su disposición en el hospital de la Cruz Roja al lesionado Julio Antonio Mella y librando cita de comparecencia a Tina Modotti. La señorita Modotti cuando se presentó en la comisaría, se hallaba en un estado de ánimo lamentable. Dio primeramente un nombre americano como el suyo y aseguró que de un automóvil habían hecho los disparos, rindiendo en seguida la declaración que hemos copiado íntegra del acta respectiva. Una entrevista con la amiga del estudiante Era, pues, la señora Tina Modotti la persona más interesante en la investigación de este drama acudimos en su busca. Habita una verdadera bohardilla, nido de artista, en el quinto piso del edificio Zamora o sea la casa número treinta y uno de la calle de Abraham González. Tina Modotti tiene su casa como un verdadero "studio". Viste la interesante italiana una falda negra y un "sweater" gris, que entalla su ágil cuerpo. Se detona en su anatomía un profundo abatimiento. —¡No he dormido en toda la noche!…Estuve en el Hospital de la Cruz Roja , al lado de Mella hasta que expiró y después permanecí velando su cadáver… ¡Este ha sido un golpe tremendo!… Nos refirió que desde el año de 1914 había ella salido de Italia. Es hija de una familia de obreros y vino a los Estados Unidos, casada con un compatriota suyo, habiendo permanecido en el vecino país hasta hace cinco años en que resolvió venir a México y dedicarse a sus trabajos de fotografía. No tiene "atallier", pues retrata a domicilio y nos relató que había ella comenzado a tomar parte en el movimiento revolucionario antifascista, concurriendo a diversos mítines. Cuando ocurrió el escándalo de Sacco y Vanzzetti, acudió a las reuniones de protesta, habiendo conocido en ellas a Julio Antonio Mella, de quien ya tenía noticias en virtud de la huelga de hambre que comenzó para él el día dos diciembre y terminó el día veinticuatro, y había sabido que Mella partió para Guatemala a iniciativa de sus propios compañeros en virtud de que el gobierno del general Gerardo Machado ordenó la libertad del estudiante rebelde. De Guatemala vino a México Mella y dice la joven italiana que le interesó vivamente el líder comunista, habiendo tenido con él una buena amistad que se hizo íntima hasta el mes de junio del año pasado. —El estaba amenazado de muerte—nos dice nuestra entrevistada— y ese Magriñat se lo había anunciado. Había tomado parte Mella en un festival que se efectuó en el local del Centro de Obreros Israelitas en la calle de Tacuba número 35 y allí en virtud de que otro grupo llevó la bandera cubana y Mella dijo que la fiesta tenía un carácter internacional y no estaba bien allí la enseña nacional de Cuba, se produjo un escándalo y se dijo que había ultrajado el pabellón de su país; pero no hubo tal cosa. Considera a Magriñat como un agente provocador Siguió diciéndonos Tina Modotti que Magriñat era un individuo que había venido de Cuba enviado sin duda por el Gobierno: pero que Mella trataba de obtener de su propio enemigo algunos informes, y por eso solía hablar con él, y Magriñat a su vez lo llamaba por teléfono a la casa que habitaba Mella. Fuimos a una cantina del crucero de las calles de Bolívar y El Salvador, adonde tenía que verse con Magriñat y mientras yo fui al Cable. Allí volvimos a reunirnos y entonces él comenzó a referirme que Magriñat le había anunciado la presencia de dos matones cubanos, de esos que en la Habana plena luz del día cometen, a sueldo, crímenes políticos. Y de ello veníamos conversando cuando al llegar a la esquina de las calles de Morelos y Abraham González, de pronto, por la espalda, salieron dos individuos y dispararon. El humo de la pólvora me entró en la boca y vi cuando huían dando vuelta en la esquina. Mella corrió y yo tras él, cogiéndolo por un brazo al ver que estaba herido; pero cayó frente al número 15, se levantó para caer frente a la casa número 19-B, de donde lo recogió la policía. —¿Usted no tiene datos acerca de quienes pudieran ser esos dos sujetos? —No, señor. Yo ignoro en lo absoluto quiénes eran… Pero cuando Mella cayó, me dijo: "Pepe Magriñat está en esto… Soy víctima de Machado…". Dimos por terminada la entrevista y acudimos a las oficinas de la Liga Antimperialista, en donde se encontraba el cadáver de Mella. Tina Modotti declara en el juzgado penal Tina Modotti declaró a las cuatro de la tarde en el juzgado segundo Penal. Le tomó su declaración el secretario, licenciado Alberto Casamadrid en presencia del juez licenciado Alfredo Pino Cámara, a quien llaman el "De las Causas Célebres", y también concurrió a la diligencia judicial el licenciado Telesforo Ocampo Jr., agente del Ministerio Público adscrito al juzgado Tina Modotti iba acompañada de una amiga, y lucía en el brazo izquierdo, el brazalete negro con la estrella roja, símbolo del comunismo. Refirió que conoció a Mella a raíz de venido a México, por lo de la huelga de hambre, y que lo vió en varios mítines con motivo del asunto de Sacco y Vanzetti, siéndole presentado por entonces, sabiendo que era un líder revolucionario comunista y por ello había sido reducido a prisión en Cuba. Reveló que Magriñat había en cierta ocasión llamado por teléfono a Mella y lo citó para referirle que habían venido dos asesinos de Cuba a matarlo, y que él había conocido a esos sujetos en la Embajada de Cuba, siendo uno alto, rubio, de bigote recortado y con aspecto de europeo y el otro chaparro, de piel requemada por el sol y de aspecto de campechano, habiéndole ella recomendado que tuviera ciertas precauciones, a lo que Mella contestó que no creía que Machado lo mandara asesinar. Repitió lo asentado en el acta y dijo por último, que ella no le conocía ni novia ni amante y que se sabía era casado con una señora llamada Olivia, la que insistentemente en cartas que le escribía, le exigía resolviera cuanto antes los necesario para divorciarse. Los doctores Rojo de la Vega y Erasmo Marín, rindieron por la tarde de su dictamen de autopsia en el que discrepan del dictamen dado por el doctor Luis Miranda, médico de la sexta comisaría que afirmaba que la herida penetrante de vientre que presentaba Mella, había sido causada por delante. Los peritos médico-legistas mencionados a la vez afirman que fue hecha por la espalda. Tina Modotti y José Magriñat fueron detenidos ayer; tres testigos presenciales del asesinato de Julio Antonio Mella Domingo 13 de enero de 1929 *Magriñat se presentó ayer a rendir su declaración Por José Pérez Moreno, reportero redactor de Policía Durante el día de ayer los intensos trabajos policiacos realizados alrededor del asesinato del estudiante cubano Julio Antonio Mella, vinieron a robustecer la hipótesis del crimen pasional; sin que la otra hipótesis, la del asesinato político, se haya debilitado sensiblemente. Las dos posibilidades quedan en pie, una frente a la otra… ¿Cuál es la verdadera?… Si se trata de un delito pasional, entonces Tina Modotti es incuestionablemente encubridora del criminal, cuyo nombre por razones hondamente sentimentales, ella se rehúsa a dar, cueste lo que le costare, y si es crimen político, entonces seguramente Magriñat, que en el otro caso saldría limpio de toda culpa, tiene responsabilidad. El dilema está entre si Tina Modotti es encubridora o si Magriñat es cómplice de los asesinatos, y proviniendo uno u otro caso, ambos han sido detenidos en las oficinas de la Jefatura Central de Policía y puestos por la noche en libertad. La jornada de ayer se caracterizó por el hallazgo de tres testigos presenciales de los acontecimientos. En las primeras horas se creía que era solamente Tina Modotti la que, en la desierta calle de Abraham González, había presenciado el sangriento suceso; pero hurgando, preguntando, inquiriendo, se supone que había tres personas que "vieron". Tina Modotti es invitada a dar nuevos datos Tina Modotti, cuya serenidad ha sido admirable, fue conducida a las oficinas de la Policía Judicial a efecto de que la interrogara el señor licenciado Guerrero, primer agente del Ministerio Público adscrito a la Procuraduría, y este funcionario estuvo interrogándola largamente y a las tres de la tarde le fue permitido a Tina Modotti retirarse. A las cinco, ella misma concurrió a la Jefatura de Policía a hablar con Valente Quintana que la había citado desde el día anterior. Cuando ella llegó, se encontraban ya los tres testigos presenciales del acontecimiento. El señor Herberich vestía de negro, Flores llevaba un sweater blanco y pantalón negro, Rodríguez tenía un traje negro. —¡La esperaba ya, señora!… —Le dijo Valente Quintana. — Estoy a sus órdenes… Y entonces le reveló el detective los testimonios de aquellas tres personas, quienes de viva dos dieron nuevamente su versión, caracterizándose la del señor Herberich por su gran acento de sinceridad: —¡Oh, esto es para volverse loca!… ¿De dónde habrán inventado esto?… —No señora, yo los ví a los tres venir del lado del Paseo de la Reforma…—Dijo, a instancias de Quintana, el señor Herberich. —Eso no es posible. Yo venía con Mella del lado de la Avenida Morelos que corresponde al rumbo de Bucareli. No atravesé la calle sino hasta que Mella fue herido y yo lo ayudé hasta llegar al sitio en que cayó; pero nadie; ninguna persona, venía conversando con nosotros. Seguramente es usted víctima de una ilusión de óptica y probablemente el asesino venía tras de nosotros y daba, a distancia, la apariencia de que estaba en línea con Mella y conmigo. Ya he dicho que el asesino se acercó demasiado a nosotros y entonces es, pues, posible que usted haya visto mal… Tina Modotti queda detenida en la policía —No señora, yo vi bien. Desde luego no es verdad que ustedes vinieran por el lado de Bucareli; venían por el lado del Paseo de la Reforma… Y los dos chicos sostenían a su vez versiones, produciendo en Tina Modotti involuntarias contradicciones nerviosas que ella reprimía con una voluntad tremenda, Valente Quintana, le dijo: —¿Y cómo explica usted pues, que haya sido vista de esa manera como dicen los tres testigos presenciales? … Seguramente que si usted insiste en negar es porque quiere ocultar quién es el asesino. Es preciso hacer luz en el asunto y usted debe denunciar el nombre de quien los acompañaba. —No tengo nada que decir que no sea lo ya dicho hasta el cansancio. No sé quién era. Mella y yo veníamos hablando precisamente de lo que José Magriñat le acababa de decir en la cantina en que se habían reunido, o sea que habían venido de Cuba dos matones a asesinarlo. Y en los momentos en que dábamos vuelta hacía la calle de Abraham González, escuché dos disparos, que lo mismo pueden ser de dos pistolas simultáneamente manejadas que de una sola. Mella echó a correr, atravesando la calle y yo fuí tras él para sostenerlo (…). Las horas pasaban y el interrogatorio era un mismo círculo vicioso. Después de un largo interrogatorio a que fue sujetado José Magriñat en presencia de Tina Modotti, se resolvió dejar a ambos en libertad.