La casa del jabonero

La maldición de Laura Zapata a la descendencia de AMLO refleja una idiosincrasia, un modo de ser que no se inmuta si tiene que pasar por encima de quien sea con tal de mantener sus privilegios o alcanzar sus fines.

La maldición de Laura

Jorge A. Amaral
La actriz Laura Zapata, acostumbrada a ser la mala de las telenovelas, se tomó demasiado en serio su papel, y al enterarse de que en Houston había nacido el nieto de Andrés Manuel López Obrador, escribió en redes sociales: “Malditos todos y su descendencia !!!”.

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Esta semana se dio a conocer que el hijo de José Ramón López y Carolyn Adams nació en Houston, y eso desató la ira de los detractores del presidente, que fustigaron que el bebé hubiera nacido en el extranjero y no en alguna clínica del IMSS o del Insabi. A ver: el hijo del presidente es empresario, coheredero de la finca cacaotera donde se fabrican productos gourmet a partir del chocolate; además, la nuera de AMLO es ejecutiva de una empresa del ramo energético, y al parecer le va bastante bien, a lo que hay que sumar que tiene su residencia entre Monterrey, la Ciudad de México y Estados Unidos. Entonces, si tienen el poder adquisitivo, ¿por qué tendrían que tener a su bebé en una clínica de gobierno, con servicios auspiciados por el Estado? Si tienen dinero, perfectamente pueden pagar, y como están pagando, que se atiendan donde les dé la gana. ¿Cómo hubiera reaccionado el sector derechairo y fifí si teniendo dinero para pagar un hospital privado, el nieto del presidente hubiera nacido en una clínica de gobierno? Enseguida los hubieran catalogado de parásitos. Ya ve usted, hay gente a la que lo único que le gusta es que no le gusta nada.

Esto me recordó cuando se difundió la nota de que una hijastra de Enrique Peña Nieto estaba en el Berklee College of Music, en Estados Unidos, estudiando violín. Los chairos, que en aquel entonces eran la oposición, fustigaron al entonces mandatario porque su hijastra no estaba en una escuela de gobierno. Lo que los nadaembonistas no consideraron fue que para que la hija de Angélica Rivera entrara a esa escuela tuvo que pasar por rigurosos exámenes dado el nivel del plantel, y de poco le iba a servir ser hijastra de presidente, y una vez pasadas las pruebas, si la pareja tenía el dinero para pagar la colegiatura, pues adelante, porque no cualquiera es aceptado en la mejor escuela de música del mundo.

Ante estos contextos, lo publicado en redes por la hermana de Thalía no es aislado, en un país tan polarizado como el nuestro es sumamente fácil terminar en uno de los dos extremos. Lo escrito por Zapata y las reacciones que generó, al grado de ser tendencia en redes, sólo refleja el nivel de división de este país, y cómo los mexicanos somos tan proclives a seguir viendo la vida como una eterna lucha entre buenos y malos.

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Podríamos decir que Laura Zapata no es más que una vieja loca, a la que vivir bajo la sombra de su hermana menor y ninguneada por su mamá le ha causado severos traumas, pero lamentablemente Laura Zapata representa a un sector de la sociedad, ese que ha habido domingos en que se pone sus outfits más chic, con sombreros y lentes de sol de marca, para salir a marchar por las principales ciudades del país a decir que AMLO es corrupto e incompetente, que además es comunista y que la Cuarta Transformación en realidad es una nueva Perestroika. Laura Zapata representa a la ultraderecha privilegiada, el rancio abolengo de la oligarquía encopetada de este país, esos que en el siglo XIX festejaron la llegada de Maximiliano de Habsburgo a México no por una cuestión política, sino porque así se podían sentir un poquito más europeos, porque son el tipo de personas que hablan de sus antepasados del viejo mundo y de dónde vienen sus célebres apellidos, un equivalente al pedigrí.

La maldición de Laura Zapata a la descendencia de AMLO refleja una idiosincrasia, un modo de ser que no se inmuta si tiene que pasar por encima de quien sea con tal de mantener sus privilegios o alcanzar sus fines.

Como en su momento dijo la hija de Angélica Rivera, Sofía Castro, ella no pidió ser parte de la familia del presidente, y vaya que los hijos de Peña y La Gaviota fueron duramente atacados, como si ellos hubieran sido los gobernantes. Y así mismo, los hijos del actual presidente no eligieron ser hijos de quien son, y el nieto de AMLO no escogió ser hijo de una ciudadana estadounidense que decidió parir en aquel lado de la frontera, cerca de su familia. Por eso resulta estúpido lanzar ataques hacia esas situaciones que no son más que temas personales. Mejor revisemos cómo quedará el sector salud en el trinomio Insabi-IMSS-ISSSTE, mejor preocupémonos por el desabasto en la clínica del IMSS de Tacícuaro, en Morelia, que ni jarabe para la tos tiene; mejor hay que enfocarnos en cuándo van a estar listos los nuevos hospitales de Morelia. En eso es en lo que debemos concentrarnos porque, a diferencia de la nuera de AMLO, muchos mexicanos no tenemos para atendernos en Houston. Es cuánto.