Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. La extracción desmedida de agua de los mantos acuíferos subterráneos de Michoacán ya estaría teniendo consecuencias peligrosas: la generación de sismos que, si bien son de magnitudes menores a 4, advierten la rapidez con la que se agota el vital líquido en nuestro estado por la intensa actividad agrícola. Del 5 al 14 de enero se registraron 62 movimientos telúricos con epicentro en la región de Uruapan. Si bien los sismos fueron apenas perceptibles, activaron los acelerógrafos del Sismológico Nacional, los cuales detectaron los movimientos en las bases de datos. Al respecto, el coordinador Estatal de Protección Civil, Carlos Pedro Mandujano Vázquez, precisó que lo anterior se debe a que las cavernas generadas por la extracción de agua se suelen reacomodar y provocan sismos en estas regiones que, aunque no representan un riesgo latente a la población en materia de desastre natural, sí evidencian la velocidad con la que se están agotando los mantos freáticos. En este caso, externó que se debe a la extracción desmedida por la industria del aguacate que consume millones de metros cúbicos de agua todos los días en la entidad, por lo que llamó a que se revisen los niveles de las aguas subterráneas en las diferentes regiones del estado en donde, además de haber un consumo importante de líquido, también hay deforestación y otros fenómenos de cambio de uso de suelo. “La Tierra es un planeta que está vivo y constantemente hay movimientos telúricos, al día pueden ocurrir en la República alrededor de unos 3 mil movimientos diarios. De alguna manera las magnitudes son mínimas. En este caso son movimientos de asentamientos, en el caso de Uruapan, en la zona de la Meseta Purépecha ha habido una gran cantidad de extracción de agua para el aguacate y esto genera cavernas en el subsuelo, que de alguna forma hay acomodos del subsuelo que genera este tipo de movimientos, creo que puede ser el porqué de esta actividad sísmica en la zona de Uruapan”, manifestó en entrevista el coordinador de Protección Civil. Se estima que el 70 por ciento del agua del estado de Michoacán es usada o destinada para el uso agrícola, la cual es extraída en gran parte de pozos profundos. A pesar del agotamiento de las aguas subterráneas, no se han anunciado estrategias para contener la velocidad con la que se extrae el vital líquido. Foto: SSN. Epicentros de los sismos que conforman la secuencia sísmica del 5 al 14 de enero de 2020 en la región de Uruapan. Sólo en zonas urbanas como Morelia se ha destacado que hace 20 años se tendía a perforar a 40 metros para obtener agua, en tanto que para este 2020 se tienen que hacer perforaciones de hasta 300 metros de profundidad para llegar al recurso. La zona de Uruapan no es la única que presenta sismos de este tipo. Si bien la actividad sísmica en Morelia es menor, la presencia y crecimiento de 12 fallas geológicas estarían también vinculadas a la extracción del agua, en este caso para el uso urbano de más de un millón de habitantes. “Aquí en Morelia pasa la fallad de Acambay y que, de alguna manera, existen de acuerdo con la información de los geólogos, 11 fallas en Morelia. Tengo información de dos teorías, una es que son fallas geológicas y otra que son asentamientos por extracción de agua. No hay una instrumentación para poder determinar si son fallas geológicas, en temas de fallas activas y de cuestiones de geología, las fallas, si existen, podrían ser relativas o podrían estar en un impase que pueden activarse mañana o dentro de miles de años. Lo que tenemos que hacer es crear la cultura de la prevención para que sepan qué hacer”, explicó. Derivado del agotamiento del acuífero subterráneo superior, la ciudad de Morelia se hunde a un ritmo de hasta 6 centímetros al año. Un comportamiento riesgoso y muy similar al observado en urbes como la Ciudad de México y regiones geográficas de la Megalópolis. Si bien algunas zonas de la ciudad presentan menor grado, el hundimiento es generalizado. En tanto unas áreas de la ciudad se hunden a un ritmo de los 2 centímetros de profundidad, otras se encuentran a 6 centímetros. Actualmente se tienen ubicadas al menos doce fallas que son el indicador latente del riesgo que implica que se extraiga agua y no se permita la recarga del acuífero.