Agencias/La Voz de Michoacán.Que te humillen. Que te aten a la cama. Que te escupan en la boca. Que te meen en la cara. Que te introduzcan un puño. Que te traten como a una esclava. Que se hagan pasar por tu profesor diciéndote que necesitas un castigo. O al revés, quizá lo que te gusta es hacer todas estas cosas. En cualquier caso, es normal. Ya lo hemos hablado muchas veces: es una fantasía, todos las tienen y no deberías sentirte mal por ello. Es una pregunta muy común: ¿estoy enferma si me gusta un juego ‘poco ortodoxo’ en la cama? No, y no podemos enfatizar más que no. Tus preferencias son preferencias y todos tenemos un pequeño kink del que nos avergonzamos porque socialmente se nos ha educado para reprimirlo. Aun así, hay veces que sí que puede ser tus fantasías sean problemáticas. Y no porque sean “muy sucias”, sino porque son síntoma de que algo no va bien en tu vida sexual y emocional. Este tema es el que ha abordado la periodista Tracey Anne Duncan en un artículo del portal Mic, para el cual ha consultado a diversos sexólogos y sacar una respuesta clara a la pregunta: ¿cuándo debo empezar a preocuparme por mis fantasías? “No importa si una fantasía es ‘normal’ o no. Primero, porque son fantasías y pueden existir independientemente del comportamiento de la persona. Segundo, porque si las practicas en un espacio seguro y con consenso está bien. Es mejor poder ser tú mismo y estar satisfecho con tu vida sexual que adaptarnos al vago molde de lo que es ‘normal’”, explica Carol Queen, sexóloga y autora Pero ahí está la cuestión: si existen independientemente de tu comportamiento. Puede ser que tener estas fantasías sea un mecanismo de defensa: “tu kink tendría que satisfacerte sexualmente, no eliminar una inquietud mental. Si usas una fantasía para llevar mejor el dolor emocional, no quiere decir que tu fantasía sea mala… pero sí que tienes trabajo a hacer y revisar tu estado emocional fuera de la cama”, advierte Angela Watson, otra sexóloga. Una señal para entender si tu fantasía es solo fantasía o es un mecanismo de defensa es ver si es obligatoria para llegar al orgasmo. Es decir, si es la única práctica con la que puedes llegar al clímax. Otra señal que debería servirte de alerta es si esta práctica que necesitas para excitarte no es de naturaleza sexual. La autora pone un ejemplo con la humillación, una de las más comunes en Estados Unidos: está bien querer que te humillen en la cama para variar tu rutina sexual, pero es un problema si no puedes tener un orgasmo a no ser de que tu pareja te humille porque eres una ‘persona horrible’ o, incluso, “porque no sabes aparcar”, un planteamiento exagerado pero que resume bien la idea de que es problemático si te excitas con cosas que no son, per se, sexuales. Al final y en resumen, la conclusión a la que llegan todos los sexólogos es la misma: el sexo debe excitar cuando es de naturaleza sexual. Acercar a la cama aspectos de tu vida como ser mal hija, mal estudiante, mal trabajador o cualquier otra cosa de nuestro día a día, puede significar que requieras ayuda profesional, porque es probable que ahí se estén escondiendo traumas no curados.