Perdón, Michoacán, te estamos fallando Jorge A. Amaral Esta semana, en entrevista con la prensa, el fiscal General del Estado, Adrián López Solís, dijo que ellos como autoridades están haciendo su trabajo, que la estrategia va bien para abatir índices delictivos, pero que si algo ha fallado es la sociedad porque , dijo el fiscal, los delincuentes forman parte de la sociedades, están entre nosotros, y por eso es que la sociedad es la culpable de la drogadicción y otros delitos, porque la sociedad los permite. Si uno fuera de esos nadaembonistas que todo se les atora, diría que el fiscal está mal, que sólo busca eludir su responsabilidad, que las autoridades están fallando en materia de seguridad y todas esas peroratas que luego lee uno en redes sociales. Pero no. Cierto, el gobierno ha quedado a deber, el Estado Mexicano se ha visto rebasado por la violencia y el crimen organizado, las estrategias no han sido las adecuadas y por eso no han sido suficientes para disminuir las tasas de delitos que se cometen a diario, sobre todo el robo de vehículo y el homicidio, que son los más frecuentes. Pero el fiscal tiene razón: la sociedad es la que está fallando. Le pongo un ejemplo muy sencillo: en una escuela de Morelia, un niño le robó el celular a la maestra. El aparato jamás apareció, el caso llegó hasta la Fiscalía General del Estado pero como los niños son inimputables, ahí quedó el asunto y la maestra jamás recuperó su celular de 18 mil pesos. Tiempo después, ya ve usted que el mundo es un pañuelo, un niño de otro turno, alumno de la maestra en el turno matutino, es amigo de otro alumno de la misma docente que va por la tarde. Bueno, el de la tarde le contó a su amigo de la mañana que él había robado el celular, y no sólo eso, sino que su mamá había vendido el aparato en mil pesos. Eso, como era de esperarse, llegó a los oídos de la maestra, que ahora dicen que se va del grupo, dejándolo a la deriva a estas alturas del ciclo escolar. El personal de la Fiscalía hizo su trabajo, llamó a declarar a los niños señalados como sospechosos por haber estado en el salón a la hora y el día que el celular fue robado, no se les violaron sus derechos humanos, no hubo abusos ni nada por el estilo. La escuela hizo lo que pudo, coadyuvó con la Fiscalía para esclarecer el delito, pero más no pudo hacer. La FGE no falló, las autoridades educativas no fallaron, lo que falló fue la mamá del niño, que no sólo toleró que su hijo robara, sino que además se benefició económicamente del botín. Me imagino que cuando el niño crezca y llegue con un coche robado, ella le va a ayudar a desvalijarlo para vender las piezas; cuando el muchachito lleve droga a la casa, su mamá le va a ayudar a venderla; cuando el niño secuestre a una persona, su progenitora le va a ayudar a cuidar a la víctima y luego cobrar el rescate, y cuando el chamaquito mate a alguien, ella le va a ayudar a deshacerse del cadáver. Habrá que ver quien le ayuda a ella con el hijo preso o asesinado, porque quisiera equivocarme, pero lo más probable es que ese niño crezca sin el cuidado de sus padres, y como ya vio que puede robarse un celular y no pasa nada, así seguirá en espiral si nadie lo educa como es debido. Todo lo anterior lo pongo de ejemplo para ver que, aunque nos cale, López Solís tiene razón, y de nada sirven los mega operativos o que la Mesa de Seguridad se reúna, incluso diario, si la sociedad no pone de su parte, si los padres de familia no educan a sus hijos, si vemos que se comete un delito y hacemos que no pasa nada. Por eso, aunque criticada en un primer momento, la intención del presidente de México con la Cartilla Moral era una buena medida: impulsar valores éticos y cívicos mediante un documento escrito por uno de los más grandes pensadores de este país, Alfonso Reyes. Pero claro, todo se nos atora, y estoy seguro de que quienes criticaron la iniciativa de AMLO no repararon en quién es el autor del documento, incluso dudo que hallan leído al pensador. Pero en fin, aquí se trata de culpar de todo al gobierno y no hacer la parte que como ciudadanos nos toca, como los papás que creen que por mandar a sus hijos a escuela cara los chamacos le van a salir genios y súper cultos. En fin, las autoridades tienen una gran tarea en frente, porque no es sólo combatir a la delincuencia, también es lidiar con una sociedad apática, holgazana y comodina, y si no hacemos algo, cada quien en nuestro entorno, ningún esfuerzo gubernamental será suficiente. El tiempo nos está ganando, el mundo está cada vez más podrido, y en nosotros está hacer pequeños cambios que, ya juntos, se traduzcan en algo más grande. Al tiempo. ¿Publicar es normalizar? El caso de Ingrid Escamilla indignó a todo México, la saña con que fue asesinada y mancillado su cuerpo dejan ver un mundo podrido, donde un borracho drogadicto puede hacer cualquier barbaridad contra una mujer. Cuando se supo del hecho, enseguida empezaron a circular las imágenes de la escena del crimen y del cadáver de la joven de 25 años. No entremos en detalles, pero muchos medios publicaron la foto del cuerpo, un tanto editada, pero ahí estaba. Se supo que las fotos y el video con la confesión del asesino los filtró alguien de la Fiscalía de la Ciudad de México, y por esa filtración, que era parte de la evidencia, el Sistema de Justicia Penal puede dejar libre al feminicida por haberse violado el debido proceso. Es decir que por una minucia en la ley, esa bestia puede quedar impune. El caso es que no sólo hubo gente del gobierno que divulgó ese material, también hubo medios que publicaron la foto del cuerpo y titularon la nota con juegos de palabras que rayaron en lo burdo. Hubo quienes señalaron que la publicación de esa foto era normalizar la violencia, pero vamos a un punto clave: cuando algo es noticia, se publica, y si no lo es, pasa desapercibido. Si la nota se hubiera publicado con un encabezado como “sujeto mata a su novia”, con una foto de contexto, como cinta policial o espaldas de policías, de ahí no hubiera pasado, se hubiera tomado como un crimen pasional más, es decir, se vería como algo normal, como uno de tantos homicidios que se comenten a diario en México. Pero el encabezado descriptivo (claro, sin hacer mofa, recordemos que la nota roja es algo que debe tomarse con mucha seriedad aunque a muchos editores de les olvide o de plano no lo sepan) y una imagen de la escena del crimen llaman más la atención dela opinión publica hacia el hecho de que algo grave ocurrió. Claro, una cosa es el uso y otra muy distinta es el abuso, y tampoco hay que caer en los excesos. Ahora bien, toda esa gente que salió a desgarrarse las vestiduras por la publicación de la foto y a criticar el hecho, ¿por qué no se les ha visto criticar cuando los medios publican fotos o videos de balaceras o ejecutados? Quizá porque en el fondo piensan que quienes murieron ahí se lo merecían, o porque critiquen el que se normalice la violencia pero ellos ya la tienen como algo cotidiano. No sé, sólo estoy suponiendo, pero si hemos de ser tajantes, también hay que ser parejos, porque los ejecutados y baleados también tenían una familia, también eran seres humanos. Ojo: mi intención no es minimizar el feminicidio, eso jamás lo haría, pero tampoco hay que minimizar la otra violencia, ya que nos golpea día a día como sociedad y que nos mantiene con miedo hasta para salir a la calle en algunas ciudades. Es cuánto.