Jorge Manzo / Arturo Molina Morelia, Michoacán. En 2014 la promesa era que el Gobierno Federal nunca más permitiría que la delincuencia se apoderara de Michoacán, como ocurrió hasta antes de que los grupos de autodefensa se rebelaran. Sin embargo, los homicidios dolosos, los secuestros, el narcomenudeo y el robo con violencia, principales fuentes de financiamiento de los Caballeros Templarios siguen al alza a 6 años de esa incursión federal. Hoy, ese grupo criminal está oficialmente desarticulado, pero por lo menos otras cinco gavillas operan y, justo en la lucha por el control y la hegemonía, la violencia se ha recrudecido. Opiniones de exautodefensas advierten que la crisis de seguridad otra vez está alcanzando niveles preocupantes. Las secuelas de la violencia en Michoacán preocupan a aquellos que idearon el plan de levantarse en armas en 2013. Los huérfanos de esa cruenta lucha por el poder se han convertido en la “carne de cañón” de las bandas que andan por terracerías y cerros de algunas regiones en donde se juegan el todo por el todo. Imagen: Elizabeth Zavala. En lugar de la justicia social, la pobreza, drogadicción, descomposición del tejido social, la falta de esperanzas y la violencia se han arraigado más que nunca. La peor noticia, es que los hijos de quienes murieron en la lucha contra los delincuentes, en su mayoría, se convirtieron en la nueva “carne de cañón” de los grupos armados que hoy buscan el control. El cobro de piso sigue latente, junto con el fenómeno de grupos de civiles armados que se han hecho llamar “autodefensas” y que, a decir, de quienes lideraron esta revuelta en 2013, no hacen más que manchar el origen del movimiento. En entrevista para La Voz de Michoacán, el párroco de Apatzingán, Gregorio López Jerónimo, mejor conocido como Padre Goyo, denunció que a las 800 viudas y más de 4 mil huérfanos que dejó “la guerra” durante las autodefensas, poco o nada fueron atendidos por autoridades. La ayuda que recibieron fue por parte de organizaciones de la sociedad civil, quienes, por las precariedades de la región, lograron atender a poco más del 5 por ciento del total de las víctimas con apoyo psicológico, alimentación y guía. El resto, quedaron a su suerte en una región que, históricamente, ha sido dominada por la violencia. Hoy, peor que antes Tanto el padre Goyo como otras exlíderes autodefensas, lamentan la falta de compromiso de las autoridades de los tres niveles de gobierno. El movimiento que inició con la intención de liberar a la población del yugo de los Templarios terminó empoderando a otros grupos delincuenciales. Para muestra, destacan, los pueblos en donde las autodefensas se corrompieron son los que actualmente se encuentran más afectados. “Situación muy difícil, han cambiado los factores, no la circunstancias. Hay otros terrenos que se han afectado más, hay más desempleo, más pobreza, más indigente. Hemos recuperado un poco menos violencia, pero el tejido social está jodido, vemos en los jóvenes que están muy metidos en la cuestión delictiva, el alcoholismo, las drogas. Donde las autodefensas no se corrompieron la cosa está bien, donde sí, se metieron los criminales, ahí está perdida la cosa. En Tepalcatepec, que siendo autodefensas estaban auspiciados por la droga y detrás del billete, no es legítimo, no es sano, no son autodefensas”, señaló don Goyo. Desde La Ruana, cerca del corazón de la Tierra Caliente, Hipólito Mora Chávez, el fundador de las autodefensas de Tepalcatepec, recordó que el costo del movimiento se pagó con la sangre de seres queridos. Hermanos, hijos, padres, esposos, abuelos, hombres y mujeres. Sumado a los muertos, cientos fueron encarcelados, por lo que la recuperación para ha sido lenta y complicada. Actualmente, hay diferentes regiones en donde prevalecen grupos que se dicen autodefensas. En voz de Don Hipólito, algunos de esos, se caracterizan por estar coludidos con la delincuencia organizada. “Es muy difícil, y lo más lamentable es que lo que se hizo bien, las autoridades lo dejaron que no funcionara y se encargaron que siguieran los delincuentes trabajando a sus anchas. Es el principal problema que tenemos, que no van directamente con la gente que nos está haciendo daño”, refirió. “Si las autoridades no hacen su trabajo tenemos el derecho de defender nuestras vidas. Yo creo que algunas autodefensas son legítimas, otros ya sabemos cómo se manejan y si tenemos autoridades que no hacen bien su trabajo todos los mexicanos tenemos derecho a pacificar nuestras vidas”, manifestó. Y es que en los dos años que se mantuvieron con vida, las autodefensas se expandieron por más de 70 municipios; una de las regiones en donde mayor presencia y actividad tuvieron, fue en la Sierra Costa. Cemeí Verdía Cepeda, exlíder de las autodefensas de SantaMaría de Ostula en el municipio de Aquila, coincide: Michoacán se encuentra peor en 2020 que en el momento en que se levantaron los grupos en 2013. Aseguró que, al igual que a inicios de la década, los alcaldes, productores y comerciantes de la Costa ‘pagan piso’ a los grupos delictivos que imperan en la región. Aún con la falta de autoridades y la violencia, ve complicado que las autodefensas como, como movimiento social, vuelvan a resurgir. Para Verdía Cepeda, las condiciones del estado han cambiado. Si bien en 2013 se combatían únicamente a los Templarios, en la actualidad son decenas de grupos delictivos los que se disputan el territorio estatal con otro cartel del país, lo que, a su parecer, ha propiciado el aumento a la violencia. “Hace 7 años el estado estaba hecho pedazos; es triste porque las autodefensas luchamos y hay que reconocer que muchos vinieron financiados por los cárteles, a los que lamentablemente mucha gente se dejó llevar. Nos dimos cuenta que eran grupos delincuenciales los que financiaron”, dijo. “Es lamentable que los cobros de piso siguen; en mi región tienen sometidos a los presidentes municipales y es triste y duele, porque es una de las cosas que más nos pegaron a los campesinos”, concluyó el exlíder de una región otra vez controlada por el narco.