El Universal/La Voz de Michoacán.“Éramos 20 locas con un cartel”, dice la investigadora de la UNAM y antropóloga Marta Lamas al comparar lo que pasaba en los 70, cuando se dio la segunda ola del movimiento feminista, y añade: “Hoy son miles las que protestan; me sorprende lo arrojadas que son. Hay un nivel de enojo que nosotras no teníamos; han construido con su miedo una protesta muy fuerte. “Para mí, que vengo de épocas en donde éramos 20 locas con un cartel, saliendo a la calle, es una sensación de mucha alegría, de mucha potencia, de decir: ‘Caray, se están moviendo finalmente las cosas’”, afirma la antropóloga, fundadora de la revista Debate feminista, autora de libros como Cuerpo: diferencia sexual y género y El fulgor de la noche: El comercio sexual en las calles de la Ciudad de México, e investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM. --El tema de la mujer, como nunca, ahora está hablándose. Es una novedad, en los 50 años que llevo de feminista jamás se le había cuestionado a un Presidente si sabía de género o no, y jamás un Presidente había dado un decálogo. Es extraordinaria la manera como se ha instalado el tema de cara a la Presidencia. Desde hace cinco años viene un movimiento de las jóvenes y viene ampliando el tipo de preocupación que hay. Por otra parte, me sorprende la cantidad de hombres feministas, instituciones feministas… Me genera un poco de repelús el feminismo oportunista, tan contextual… -- ¿Lo crees coyuntural? Creo que el inicio es coyuntural; no sé si se va a sostener o no. No soy buena imaginando el futuro. Lo que veo es que es un triunfo de las jóvenes. El que esté puesto el tema en la bandeja de la discusión, que haya suplementos, que la revista Letras Libres le dedique su número a “Escuchar a las mujeres”... Y, por otro lado, sí me genera mucha suspicacia que la iglesia católica diga “qué bueno la marcha”, o los empresarios. Tengo sentimientos encontrados. En la entrevista —que tuvo lugar unos días antes de la marcha de ayer—, Lamas plantea los contrastes entre dos formas de lucha por los derechos de la mujer. Hace medio siglo el mayor temor de las mujeres era a ser abusadas, ahora es a que las maten; hace medio siglo, las feministas venían de una izquierda, hoy son “más anarcas. --El asesinato no era motivo de aquellas primeras marchas… Hace 50 años no había muertas. Había tres temas que unieron a las feministas en México, en la Coalición de Mujeres Feministas del 76, que veníamos de distintos grupos: aborto libre y gratuito, violencia hacia las mujeres —pensando en violación sexual— y respeto a la orientación sexual. Mi tema era el del aborto, la libertad y la autonomía. En los años 70, las violencias hacia las mujeres eran las de los hombres que las golpeaban en la casa, y las violaciones. Hasta 93 empezamos a tener información sobre las muertas de Juárez —mal llamadas muertas porque son asesinadas—, cuando Julia Monárrez hace una investigación, pone el tema de Juárez y se empieza a tener conciencia de eso. No he estado cerca del tema de la violencia en los últimos años. El tema se ha ido agravando y, además, se ha ido politizando; lo han ido tomando feministas, muchas de las cuales tienen una perspectiva feminista que yo llamo mujerista, de ver a todas las mujeres como potenciales víctimas y a todos los hombres como potenciales perpetradores. Yo no estoy muy de acuerdo con esa perspectiva. TRAZAR PROPUESTAS Si bien, Marta Lamas celebra el entusiasmo histórico de las chavas y de muchas mujeres de este momento, también es escéptica. Por momentos se reconoce pesimista. Hace varios cuestionamientos: Uno: “No sé si el mensaje le está llegando a la gente que está fuera de nuestro mundo feminista, universitario”. Dos: “El feminicidio no es el único problema”. Tres: “Necesitamos hacer propuestas concretas”. Sobre este último punto, Lamas, autora de Acoso: ¿denuncia legítima o victimización?, reconoce que el #MeToo ha aportado mucho, como en que algunas empresas y universidades acepten que hay un problema, lo revisen y decidan hacer protocolos: “Lo que despertó el #MeToo y toda la discusión de acoso ha movido más las conciencias que las denuncias anteriores que había habido sobre violencia. Luego, el año pasado vino la marcha con diamantina, el vandalismo y los paros de la UNAM, y eso, que mostró el nivel de indignación de las chicas. Indignación absolutamente legítima. Están hartas de ser carne de cañón, de que las manoseen. Eso está generando más cambios que los feminicidios en sí; la indignación de las chavas. --¿Quieres decir que el feminicidio per se no es el que está haciendo que la sociedad reaccione sino las acciones de las chicas? No sé si la sociedad, pero las instancias de autoridad están reaccionando más porque las chicas llegan y les cierran, que el tema en sí mismo. Es mi impresión. En ese sentido aplaudo a las chavas, porque de esa manera es como autoridades universitarias, de gobierno y empresarios se están dando cuenta de que hay una problemática. Me preocupa hacia el futuro si eso se va poder concretar en una agenda política, si después de la indignación y del enojo va a haber tres puntos concretos qué proponer. Hay una parte en donde mi concepción pragmática de la política me lleva a pensar que es más eficaz tener tres puntos claros con los cuales irte a sentar con una autoridad, que una lista de 30 peticiones. --Además de que las demandas son otras, ¿qué diferencias encuentras entre ellas y ustedes? Nosotras, la segunda ola que empezamos en los 70, veníamos de la izquierda, teníamos una formación política, teníamos una estructura. Estas chicas no; son más anarcas, no anarquistas en el sentido Proudhon, sino anarcas de “me vale madres, yo rompo, estoy hasta el gorro”. ¿Eso es bueno o malo? No podría decirlo. Para nosotros un objetivo político se tenía que formular de cierta manera y había pasos para conseguirlo. ¿Van a conseguir más de lo que conseguimos nosotras? Eso es lo que vamos a ver en los próximos años. Yo lo que siento es que ahorita no está en la discusión cierto debate, de si el fin justifica los medios o no, qué haces, qué va primero… Las chavas tienen un miedo y un enojo que las feministas de los 70 no teníamos. Miedo por las cosas horrendas que les están pasando. Siento que están más convulsas; nosotras, a lo mejor, no teníamos conciencia del nivel de violencia del país. -- ¿No lo sabían o no había esa violencia? Yo creo que no como ahorita, no había el nivel de militarización; sí sabíamos que nunca te le podías acercar a una patrulla ni a un policía, que había lugares donde no podías ir; el miedo era a que nos violaran, ahora el miedo de las chicas es que las maten. Me acuerdo que me cuidaba, pero nunca nos dio miedo que nos fueran a matar, el miedo era a que fueran a abusar de ti. Estas chicas saben que te pueden secuestrar, te pueden matar. En ese sentido, les reconozco lo que han sido capaces de construir, construir con su miedo una protesta muy fuerte. Pero desde mi lógica política, si la protesta no va articulada a otras acciones, alianzas y búsquedas… En este punto de la entrevista, Marta Lamas cita a su amigo, el escritor y cronista Carlos Monsiváis: “Me dijo: hay que tener objetivos radicales, pero métodos reformistas. Porque me pasé 20 años, de 1971 a 1991, diciendo: ‘Aborto libre gratuito’. Yo me volví una reformista, una reformista con objetivos radicales. “Soy muy consciente de la brecha generacional que tengo con las jóvenes. No me atrevería a criticarlas, a decir esto está bien, esto no. Me sorprende lo arrojadas que son, muchas de las cosas que dicen. Estoy encantada con lo que está sucediendo, porque es de una vitalidad y de una fuerza, pero me dolería que esto flop (fracasara)! Ese sería mi temor, sé que parezco pesimista. De repente sí me entra la duda… veo lo que ha pasado con los indignados, con movimientos de otra plazas. En ese sentido, prefiero no pensar en el futuro y disfrutar el presente. -- El diagnóstico del problema para algunos, como el Presidente, apunta a la familia. Me gustaría que me dieras tu opinión… Para empezar yo no hablaría de la familia, sino de las familias; hay modelos de familias. Mientras no rompamos esto de que la gente es capaz de hacer muchas cosas jodidas por la familia, defender por la familia, matar por la familia… El feminismo ha tenido desde los años 70 una crítica al modelo de familia nuclear, patriarcal. Pero aquí en México hay todo un discurso sobre la familia: “la familia es primero”, “haz esto por tu familia”, y eso no ayuda. Creo que no hay una discusión, hay una mistificación de la familia muy fuerte. Las familias pueden ser unos lugares de una crueldad y una bestialidad brutal, hay que desmitificar que la familia es este refugio ante el mundo despiadado; hay muchas familias despiadadas y autoritarias. MÁS PENAS ¿PARA QUÉ? Uno de los señalamientos que por años ha hecho Marta Lamas es que el legislativo sólo ve el problema como un asunto punitivo. “Hay que tratar de entender las causas que producen ciertos actos y procesos; creo que en la conformación familiar hay muchos recovecos que tienen que ver con el psiquismo dañado de muchas personas —el tipo éste (el violador y asesino de Fátima), su papá se suicidó cuando era un niño—. Mientras no se le dé al tema del psiquismo y de la personalidad una importancia en el análisis político de las cosas, va a ser muy difícil tratar de entender qué mierda traen en la cabeza este tipo de personas. “No tengo respuestas de qué se puede hacer, pero sí tengo convencimiento de qué no podemos hacer. Lo que no hay que hacer es empezar a buscar más culpables y a subir más penas. Con lo de Fátima, que es un drama, yo me pregunto: ¿qué va a pasar con los hijos de esta pareja?, ¿qué tipo de tratamiento terapéutico, a largo plazo, van a tener para que no se repita la historia?” Acabar con la violencia y con los feminicidios, son exigencias de todos, pero en términos prácticos, plantea Lamas “violencia va a seguir habiendo, lo que hay que hacer es acotar los grados de violencia, y que la gente que está a cargo de muchas de las instancias sociales y familiares sepa cómo responder para que se reproduzca menos la violencia. Mi fantasía sería en vez de No más Fátimas, prevenir más Fátimas”. “Ningún gobierno, ningún país en el mundo, ha podido ponerle un alto a la violencia, pero lo que podemos decir es: ‘Queremos personal capacitado en todas las alcaldías para que cuando llegue alguien como los papás de Fátima a decir: ‘Mi hija ha desaparecido’, entonces les hagan caso ahora sí”. Marta Lamas propone que se reestructure el DIF y se incorpore personal capacitado a todas las instancias de atención ciudadana: “Queremos un comité, formado por psicoanalistas, psiquiatras y demás, que se meta al DIF, que vea qué está pasando con las familias, por ejemplo. Y queremos que haya personal capacitado, con capacidad para actuar y reaccionar de inmediato, en las alcaldías”. LA DOBLE MORAL Lamas prepara actualmente una investigación sobre la doble moral sexual y el lenguaje: “Escribí el libro de acoso (Acoso: ¿Denuncia legítima o victimización?) muy sorprendida de lo cultural, el #MeToo gringo, la carta de las francesas, lo que había de diferencia entre los franceses y los gringos, el puritanismo. Mi libro salió en julio del 2018; el #MeToo mexicano fue a finales de marzo, principios de abril de 2019. Y cuando leí muchos #MeToos dije: ‘Aquí hay un mundo que no había visto’. Lo extendido, lo asqueroso, lo brutal de muchas formas de acoso. Empecé a ampliar mi visión y lo que me interesa ahora son las raíces de eso, ¿por qué aquí de esta manera?, ¿qué pasa con la sexualidad?, ¿cómo surge la doble moral sexual?, ¿por qué una mujer se ofende si un hombre le dice “te quiero coger”, pero ¿por qué un hombre no se ofende si una mujer le dice “te quiero coger”? Estoy en eso, en el tema de la política sexual, en cómo se construye la doble moral sexual. El año pasado salió el cuarto tomo de la Historia de la sexualidad de Foucault, y es impresionante, porque va a fijar cómo estaba en el siglo III del Cristianismo la doble moral, y digo “llevamos siglos con esta chingadera, va a estar difícil quitarla…”.