José Luis Ceja Guerra / La Voz de Michoacán Briseñas, Michoacán. En aquel tiempo hubo muertos entre la gente de San Pedro, Cumuato y Briseñas, dijo José Ávalos Arzate, miembro de la familia de la surgió el primer alcalde de este municipio, donde, dijo, radicaba un espía nazi que, pese a la buena relación con los pobladores por todas las mejoras que impulsó, se suicidó una vez que supo que, tras perder la Segunda Guerra Mundial, Hitler se había quitado la vida. José Ávalos nació en Briseñas en el año de 1935 antes de que este lugar fuera conformado ya como uno de los municipios de la geografía michoacana, lo que ocurrió en el año de 1950, año en que su tío Salvador Ávalos Guzmán fue nombrado como primer presidente provisional de lo que hoy se conoce como Briseñas de Matamoros, en los límites con el estado de Jalisco. José Ávalos, testimonio. “Había mucho movimiento en aquellos tiempos porque estaba todavía mucha gente armada por una razón, porque había mucho abigeo del lado de Jalisco, porque eran montes y entonces venían los que habían andado en la Cristiada. Venían y agarraban lo que podían, se robaban vacas, caballos y a las mujeres; a veces se pasaban el río y a veces desde el otro lado del río disparaban con rifles y mataban a la gente”, relata. En aquel entonces, recuerda, la gente de Briseñas, entonces Villa de Cárdenas, en el municipio de Vista Hermosa, tenía que trasladarse a La Barca cruzando el río a bordo de canoas para acudir a estudiar, y le tocó en suerte asistir a la inauguración del pequeño puente que comunica ahora a los estados de Jalisco y Michoacán. Recuerda que, como preámbulo a la fundación de Briseñas, se pelearon con la gente de San Pedro “porque ellos tenían el control de acá, de Briseñas; controlaban mucha gente y al formarse el municipio de Briseñas hubo pleitos entre gente de Cumuato, de Ibarra y de Briseñas que se pelearon a balazos con gente de San Pedro, mataron a varias personas cerca de la comunidad de La Magdalena”. Hacienda de Briseñas. El pleito, de acuerdo con don Pepe Ávalos, se dio luego de que para integrar el municipio de Briseñas, se le segregaran al municipio de Venustiano Carranza las localidades de Ibarra y Cumuato, y a Vista Hermosa le quitaron Paso de Hidalgo y Villa de Cárdenas, a la postre cabecera de este nuevo municipio que hasta antes de su conformación y resguardo bajo el comando de un general de apellido Márquez, era utilizado como zona de trasiego de ganado robado por los abigeos jaliscienses: “Andaban los soldados vestidos de civil y cada rato había agarres por la división del río y luego venía gente. Mi papá decía que la gente se organizaba para dormir en el bordo del río porque se oían las pisada cuando venían los de Jalisco en la madrugada, cuando bajaba el río, para ver qué se llevaban. Mi papá duró mucho tiempo encargado de cambio de autoridades en Briseñas, me acuerdo que para todo lo consultaban porque ponían presidentes jóvenes y de todas formas él participaba mucho aunque nunca supo leer ni escribir, fue fundador del ejido y comisario ejidal más de 15 años”. Uno de los recuerdos que más ocupan la memoria de don José Ávalos Arzate es el de Otto Munster, un viajero alemán encargado del mantenimiento de las estaciones de bombeo del Río Lerma y del que, asegura, se trataba en realidad de un espía alemán. “Otto Munster era un espía alemán que se vino a México cuando la Segunda Guerra Mundial, él vino y ayudaba a la gente, creó la Bomba Barqueña y vivía en Cumuato, y ese tipo de bombas se utiliza con un tractor, él hizo también el puente de la desviación para Ibarra. Yo estaba chiquillo e iba a su casa y yo veía radios y equipo muy sofisticado que yo no conocía, porque en la región no había televisión ni radio”. Pese a eso, José Ávalos señaló que Otto era un tipo extrovertido ya que invitaba a la gente a sumarse a los trabajos de construcción del puente y que una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, ante la caída y suicidio de Hitler, Otto Munster se quitó la vida de un tiro; otras versiones, como la recogida por Álvaro Ochoa Serrano, señalan que, en efecto, Munster se suicidó ante la posibilidad de regresar a una Alemania despedazada por la guerra.