Notimex / La Voz de Michoacán Un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte que la pandemia por COVID-19 llevará a un incremento del hambre y pobreza en los países de América Latina y el Caribe. Aunque los gobiernos de la región han implementado diferentes medidas para evitar la propagación del virus, que van desde la restricción de la movilidad hasta el aislamiento obligatorio, la organización aseguró que éstas tendrán consecuencias directas sobre el funcionamiento de los sistemas alimentarios y serán más profundas según el tiempo que dure su aplicación en ausencia de políticas complementarias. “La crisis sanitaria compromete la sostenibilidad de las empresas, el nivel de empleo, y con ello los ingresos familiares y la seguridad alimentaria. Estos efectos crecerán en magnitud a medida que los periodos de inactividad económica se prolonguen”, sostuvo. En el documento redactado a petición de la Coordinación Nacional de la Presidencia Pro Tempore de México ante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la FAO indicó que un tercio de la población de América Latina y el Caribe se encontraba en “inseguridad alimentaria” antes de la aparición de los primeros casos de COVID-19. Aunque América Latina y el Caribe tienen reservas suficientes para alimentar a sus habitantes en los próximos meses, esta crisis sanitaria repercutirá en un incremento del hambre y la pobreza en la región, aseveró. Ante este escenario, la FAO identificó riesgos en la demanda alimentaria, como la reducción de la capacidad adquisitiva y de oferta como limitaciones al acceso de insumos o capital, reducción de la mano de obra o disrupción de la cadena de distribución. Además, advirtió de la posible alteración en los precios domésticos de los alimentos debido a disrupciones en los flujos de importación y la reducción en la oferta nacional de alimentos a causa de incrementos súbitos en los flujos de exportación, y baja en los ingresos por reducciones en los valores de exportación. La organización precisó que la crisis sanitaria compromete la sostenibilidad de las empresas, el nivel de empleo, y con ello los ingresos familiares y la seguridad alimentaria, por lo que sus efectos dependerán del tiempo que se prolongue la inactividad económica. Aunado a ello, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha pronosticado una contracción de la economía regional de 5.3 por ciento en 2020 y un aumento en el desempleo que podría llegar a una tasa de 11.5 por ciento, lo que afectará de manera generalizada a la población cuyos ingresos diarios son claves para adquirir bienes y servicios básicos de forma cotidiana. La FAO resaltó que para 2018 los países con mayor prevalencia de personas que sufren hambre fueron Haití (49.3%), Guatemala (15.2%), Nicaragua (17%), Bolivia (17.1%) y Venezuela (21.2%), condiciones que, explicó, requieren la atención y respaldo de todos los órganos del Estado. “La pobreza y la desigualdad limitan el acceso a bienes y servicios esenciales, tales como los alimentos y servicios de salud. Al respecto, es esperable que los efectos negativos de la crisis sanitaria, tales como la disminución del consumo o la calidad de los alimentos, serán mayores en la población de los primeros quintiles de ingreso de países con alto grado de desigualdad, altos niveles de pobreza o un elevado número de contagios por el nuevo COVID-19”, insistió. Por ello, la FAO afirmó que la región debe iniciar lo antes posible estrategias post-COVID-19, con el objetivo de retomar la senda de crecimiento sostenible e inclusivo, que le permita lograr las metas de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. En América Latina y el Caribe, los casos de COVID-19 han rebasado los 150 mil contagios y suman más de 7 mil 400 muertos a la fecha.