Agencias/La Voz de MichoacánMéxico. Marta llega cansada de trabajar sin cruzarse con Luis, su pareja, que ha empezado su turno hace una hora. Coinciden poco tiempo en casa y cuando lo hacen, la oportunidad de tener relaciones sexuales parece que no es prioritario para uno de los dos, demasiado agotado y con más ganas de dedicar el tiempo a otros quehaceres. La historia de Marta y Luis es solo un ejemplo de una posible causa de incompatibilidad sexual en la pareja, aunque tal y como señala Carme Sánchez Martín, psicóloga clínica y sexóloga en el Instituto de Urología Serrate & Ribal, la incompatibilidad sexual puede venir por muchos motivos, desde que uno tenga una disfunción sexual, hasta que las relaciones sexuales no funcionen porque uno tenga más deseo que el otro, por falta de comunicación en la pareja o por el momento de tenerlas, es decir, debido al ritmo circadiano de las personas, una parte de la pareja puede ser más diurno y otro más nocturno (unos prefieren hacerlo a última hora de la noche y otros a primera de la mañana). Esto supone un problema cuando se suman horarios muy diferentes que llevan a esa incompatibilidad. “En muchas ocasiones simplemente no se cumplen las expectativas personales y surge la frustración; otras veces la falta de diálogo en este área hace que realmente no aprendamos lo que le gusta o no a nuestra pareja. La gente vive rodeada de mitos y leyendas de lo que es el sexo y la experiencia de cada uno es muy diversa, esto genera malos hábitos y nos aleja de una sexualidad sana y enriquecedora”, añade Jesús E. Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano. El problema es que si estas situaciones se dan con relativa frecuencia y siempre en la misma dirección “el miembro de la pareja rechazado puede acabar obsesionándose con el tema y mostrando cierta hiperactividad sexual, vendría a adoptar el rol de cazador”, explica Rodríguez. “Por la parte de la persona que no tiene ganas aparece una ansiedad y malestar por el sexo que acaba agravando aún más estas diferencias. Se puede llegar a sentir como una presa y en los casos más graves, cada vez que su pareja se acerca lo vive como una experiencia aversiva”, expone el experto, quien señala que habría que empezar a preocuparse y buscar una solución si la frecuencia de las relaciones sexuales es de menos de 4 veces al mes y la calidad de las mismas es deficiente para alguno de los miembros. Aprendiendo a negociar Acordar tiempo para estar juntos puede propiciar que surja el encuentro sexual. Cada vez existen más herramientas y expertos que pueden ayudar a solucionar estos problemas. Sánchez Martín parte de que hay que empezar trabajando tres aspectos: El deseo Uno de los problemas que pueden tener las parejas viene derivado del concepto del deseo. En la sociedad actual existe la creencia de que el deseo tiene que ser intrínseco y nacer desde dentro. “No se tiene en cuenta el deseo activo, el que una parte de la pareja puede provocar en el otro y en sí mismo. El deseo puede venir de diferentes maneras, hay que normalizarlo, insiste la especialista. La sexóloga describe que hay situaciones que no demandan las relaciones hasta que el deseo es muy grande, cuando en realidad las pequeñas situaciones pueden ser las que provoquen una sensación erótica. “En consulta me dicen: deseo desear. Y de lo que se trata es de desear tener placer con esa persona y pasártelo bien con ella, no tanto tener ese deseo”. El reparto de tareas El peso de las tareas del hogar también puede tener un impacto en la libido. “Si los dos trabajan fuera de casa, y uno de los dos (que suele ser la mujer) es quien asume las tareas de la casa, surge un desequilibrio. La solución es pactar un reparto de las tareas de casa de manera que los dos tienen un cierto tiempo de descompresión cuando llegan del trabajo y eso facilita estar tranquilos en el sofá. Es importante recordar que una relación sexual comienza cuando acaba la anterior, no es solo el espacio en el que entras en la cama o en el que le tocas a tu pareja cuando estás en el sofá, el resto también influye”, añade. La comunicación “El diálogo es el mejor fármaco para el sexo”, afirma Rodríguez. Ambos hacen especial hincapié en este aspecto: en hablar con la pareja desde la sinceridad para entender bien qué le pasa al otro y buscar una solución. “Se trata de tener una conversación constructiva, no destructiva. No consiste en buscar un culpable, sino de explicar cómo nos sentimos y a partir de ahí pactar”, añade Sánchez Martín. “En todas las relaciones se establecen pactos. Por ejemplo, este domingo vamos a casa de mis padres a cenar y el siguiente a la de los míos. Y en el sexo parece que pactar queda fatal. Podemos pactar las vacaciones, ¿por qué no el sexo?”. El ritmo actual, donde la vida social de cada individuo choca en algunos casos con la vida en pareja, dificulta también encontrar momentos de intimidad y estos pactos pueden aliviar la situación. “Podemos proponer un sábado para dedicarlo a la pareja. No se trata de decir hoy a las 8 tenemos sexo, pero sí dedicamos una tarde a estar juntos, así es más fácil que surja. Está programado, pero de forma abierta. Estos acuerdos también ayudan a que uno no tenga la sensación de que siempre cede y el otro de que siempre está pidiendo”. Por último, el director del Instituto Sexológico Murciano, recuerda que es importante no dejar pasar esta situación esperando a que se solucione por sí sola. “Si la cuestión se convierte en un área más de conflicto de la pareja, y no se afronta desde la sinceridad y la tranquilidad, tiende a complicarse y empiezan a acumularse cuentas pendientes que luego acaban saliendo. En muchos casos las parejas piden ayuda cuando el problema está ya muy avanzado, lo que dificulta la actuación del profesional”, concluye.