Agencias / La Voz de Michoacán El valenciano Javier Sánchez Santos se sincera tras pasar de ser hijo legal de Julio Iglesias a no serlo por sentencia judicial. Javier Sánchez Santos consiguió una prueba de ADN de Julio José Iglesias mediante la contratación de un detective privado. La prueba fue analizada y la coincidencia genética con Julio José, hijo legítimo del cantante Julio Iglesias, es del 99,9%. Con esto Javier logró lo que siempre quiso, luchar por limpiar el nombre de su madre. El caso es que, el verano pasado, la justicia también le dio la razón y le proclamó legalmente hijo de Julio Iglesias. Sin embargo ya no lo es, por lo menos a ojos de la ley. Si bien el Juzgado de Primera Instancia le dio la razón en su demanda de paternidad contra el artista, la Audiencia Provincial se la ha quitado amparándose en el artículo 222 de la Ley de Enjuiciamiento Civil por el cual una reclamación rechazada en dos procedimientos anteriores, no puede ser analizada a fondo en un tercero (que es el que le dio la razón a Javier). Así lo recoge El País, medio con el cual ha hablado el hasta ahora hijo de Julio Iglesias desde su casa de Valencia, en la Ruzafa, y por vía telemática. Javier vive (y pasa el confinamiento) con Chiara, su esposa italiana, y con Angélica, su hija pequeña. La batalla de Javier Sánchez por conseguir que su supuesta padre le reconozca viene desde su infancia. A los 13 años su madre, María Edite Santos, le confesó que el famoso cantante Julio Iglesias era su padre. Él, como era un niño, no le dio más relevancia pero sí asegura que cuando se hizo público porqué maría Edite interpuso judicialmente la demanda de paternidad, en la escuela lo notó: “se hizo un silencio cuando entré al patio del colegio”, asegura al citado medio. Hace ya treinta años de todo esto y su madre ya perdió ante la ley por aquel entonces. Pero, hace cosa de tres años, Javier Sánchez Santos decidió volver a luchar por el honor de la palabra de su madre y, según dice, ha atravesado varios estadios sentimentales al respecto. “Al principio vergüenza, luego miedo y ahora tranquilidad”, explica al periódico. Respecto a su percepción de Julio Iglesias aclara que: “sentir cariño hacia alguien que no has tratado y no conoces es difícil. Mi padre supo de mi existencia a través de una amiga de mi madre cuando yo tenía un año, por eso me sorprende que no se haya interesado un segundo por saber cómo soy. Dicho esto, creo que nunca es tarde. Ha habido momentos en los que he llegado a odiarlo. Ahora creo que seríamos buenos amigos”. Y desde la calma, sentencia: “Con los años he llegado a perdonarlo porque no quiero tener rencor en mi vida ni el desgaste que crea ese sentimiento”. Ahora solo queda a que, por la vía legal, supongo que habrá apelaciones y recursos varios llegando al Tribunal Supremo, al Constitucional y, en última instancia, a Estrasburgo, al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.