Agencias/La Voz de Michoacán.Estocolmo. El epidemiólogo principal del gobierno sueco se mostró contrito el miércoles ante las críticas al método empleado por el país escandinavo para luchar contra el coronavirus y que ha provocado una de las tasas de mortalidad per cápita más altas del mundo. Suecia se destacó en Europa y el mundo porque ante la pandemia, no cerró el país y la economía sino que confió en el sentido del deber cívico de los ciudadanos. Las autoridades aconsejaron a la gente que mantuviera el distanciamiento social, pero las escuelas, bares y restaurantes nunca cerraron. Solo se prohibieron las reuniones de más de 50 personas. “Creo que hay posibilidades de mejorar lo que hemos hecho en Suecia, eso está bastante claro”, dijo Anders Tegnell, de la Agencia de Salud Pública, a la radio sueca. Suecia, con 10,2 millones de habitantes, ha registrado 4.468 muertes vinculadas con el COVID-19, mucho más que sus vecinos nórdicos y una de las tasas de mortalidad per cápita más altas del mundo. Dinamarca ha registrado 580 muertes, Finlandia 320 y Noruega 237, de acuerdo con el recuento de la Universidad Johns Hopkins, basado en cifras oficiales. “Si volviera la misma enfermedad, sabiendo precisamente lo que sabemos ahora, creo que resolveríamos hacer algo a mitad de camino entre lo que hizo Suecia y lo que hizo el resto del mundo”, dijo Tegnell, considerado el arquitecto del singular enfoque sueco. Las autoridades suecas, incluido Tegnell, han ofrecido disculpas por no proteger a los ancianos y los residentes de hogares. Pero Tegnell dijo el miércoles que todavía no estaba claro qué deberían haber hecho de manera distinta. Otros países, acotó, no saben con precisión qué medidas afectaron los desenlaces de sus pandemias. Las medidas recomendadas por Tegnell han convertido a Suecia en una suerte de paria local y no han ayudado a la economía. Más de 76.000 personas han perdido el empleo, y se prevé que la desocupación, ahora de 7,9%, seguirá aumentando. La semana pasada, sus vecinos Noruega y Dinamarca dijeron que levantarían los controles en su frontera común, pero excluirían a Suecia de la “burbuja de viajes” nórdica.