Economía no sabe de medidas de reapertura: anticipan una recuperación lenta de ventas tras COVID-19

El investigador Heliodoro Gil destaca que la reactivación no será ni tan rápida ni tan robusta: no hay empleo para potenciar el consumo, ni consumo para generar empleo.

Foto: Samuel Herrera Jr., La Voz de Michoacán.

Maricruz Rios / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. La economía no reaccionará de manera automática a las medidas federales y estatales de reapertura municipal, advierte Heliodoro Gil Corona, académico e investigador de la Universidad Michoacán de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). El especialista anticipa un panorama donde el consumo de bienes será cauteloso y menos dinámico que antes y, por ende, la recuperación de las ventas será lenta.

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Entre el miedo y la recesión, el pronóstico incluye a sociedad michoacana que se verá atrapada en un círculo difícil de salir a corto plazo: sin trabajo y sueldos no se puede reactivar el consumo, y sin reactivación de las empresas y negocios no se pueden generar nuevas plazas laborales.

Por ello, alertó el catedrático nicolaita que “la posibilidad de volver al espacio público en las calles, tiendas, mercados y plazas públicas, entre otros más sitios, es condición necesaria pero no suficiente para que la economía retome su normal funcionamiento”, además de que Michoacán, y cada estado en lo particular, enfrenta sus propios retos y escenarios propios.

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Señala Heliodoro Gil que cada entidad se integra a esta “nueva normalidad” bajo realidades e inercias económicas distintas, que también dictarán parte de su posible recuperación ante la recesión económica que implica la pandemia del coronavirus.

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En el caso de Michoacán, el estado llega en lo que calificó como “una contracción productiva moderada”, tras dos trimestres continuas con tasas negativas en cuanto a crecimiento de la economía, y ahora se suma la pérdida del ingreso en muchas familias por más de dos meses de contingencia.

“Esta larga encerrona que inmovilizó a los ciudadanos en casa llegó hasta niveles del hartazgo, enfado, estrés y enojo, que produjeron una especie de embudo social que cada familia tuvo que sortearlo de la mejor manera”, comentó el también coordinador de Proyectos Estratégicos del Colegio de Economistas de Michoacán (CEEM).

Ante este escenario, es arriesgado pensar que la normalidad, ya no en términos sociales o sanitarios, sino económicos, llegaría en sólo unos cuantos meses; “hay que decirlo, hay temor e incertidumbre al tratar de incorporarse de lleno a la nueva realidad, sobre todo en la movilidad en los espacios públicos y privados”.

Además, la reducción del consumo privado no será únicamente debido a la cautela, sino por razones económicas, las pérdidas de empleos y salarios de los trabajadores, que se vuelven un entramado círculo vicioso difícil de romper en Michoacán: entre una economía que despegará lento y una sociedad que necesita que se dinamice para poder participar en el consumo, la generación de empleo y la reactivación de las transacciones de compra-venta.

Foto: Samuel Herrera Jr., La Voz de Michoacán.

El riesgo es alto en lo sanitario y en lo financiero, destaca Gil Corona. México adopta una estrategia prácticamente única en el mundo y las actividades retornarán no cuando la pandemia experimente una curva achatada, como tanto pronostico la Federación, sino que los estados vuelven a una nueva normalidad en la parte más alta de contagios y muertes ocasionados por el COVID-19.

Y resalta, la parte de “estado” porque parece ser el esquema del Gobierno de la República como estrategia de salud y financiera para contrarrestar los embates del coronavirus. “Ahora los costos de la pandemia serán responsabilidad de los gobiernos estatales, en una especie de estrategia nacional en donde cada quien se debe rascar con sus uñas”.

Afirma el especialista nicolaita que por toda esta suma de razones el proceso posconfinamiento no será ni tan rápido ni tan robusto como se necesita; temor, desconfianza, realidades económicas estatales divergentes y pérdidas de trabajos y salarios en el país son parte de una ecuación en donde, a pesar de los augurios positivos desde la Presidencia de la República y la Secretaría de Hacienda, el posible escenario no parece otro que el de una profunda recesión económica, que terminará impactar –y sin estrategia federal homogénea de por medio- a las entidades federativas.