Juan Bustos / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. En Michoacán hay un promedio de 34 alumnos en educación básica y media superior por docente, incluso la cifra puede llegar en algunos casos a más de 40 educando y elevarse dependiendo de la región y el número de planteles disponibles; en nivel superior ha llegado a haber salones con más de 45 jóvenes por académico en carreras de alta demanda. Este panorama plantea un reto frente a un “hacinamiento” sistemático en los planteles escolares para el retorno a clases, en un contexto de pandemia donde la sana distancia es la principal apuesta. La problemática no se reduce a los salones de clase, sino a momentos y áreas comunes, como lo son los accesos a los planteles en los horarios de entrada y salida, así como en los patios durante los recesos. Dependiendo del tamaño de la escuela y el número de educandos, podría haber más de 300 personas en lugares en donde no deberían correlacionarse más de 50. Ya desde los propios planteles y la sociedad civil se piensa en las dificultades que implica el retorno en un contexto con evidentes carencias de los centros educativos y de dificultades para las familias, al no tener tampoco un presupuesto designado para los insumos que serán necesarios como cubrebocas, gel antibacterial, termómetros y hasta agua potable, pues un buen porcentaje de instituciones carece de continuidad en este servicio. Foto: Cortesía. La problemática incluso escapa al nivel básico y se extiende a los niveles medio superior y superior; de acuerdo a la a Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México tiene el mayor problema de hacinamiento en cuanto a personas por aula, con un promedio mínimo de 27 alumnos más docentes por grupo. En Michoacán el tema es más sensible. El eventual regreso a clases plantea entonces problemáticas mucho más complejas en un escenario de pandemia y que no se resolverían únicamente con jabón, gel antibacterial y cubrebocas, pues tendría que significar la movilidad de horarios y espacios para evitar aglomeraciones en los centros educativos. SEE prepara grupos reducidos En el caso de la educación básica, Héctor Ayala Morales, encargado de Despacho de la Secretaría de Educación en el Estado (SEE), asegura que se tiene listo un protocolo para el retorno a las actividades escolares, una vez que las autoridades sanitarias lo dispongan. Indicó que, de acuerdo a lo dispuesto por el protocolo, se buscará establecer una programación de acuerdo a su apellido, para formar grupos de menos de 20 niños y que los maestros tengan mayor control, así poder observar a los menores y pedirles que conserven en todo momento la sana distancia. Es un protocolo para una nueva forma de interactuar en esta faceta de la crisis sanitaria, donde buscamos reactivar las actividades presenciales; obviamente dependemos de las condiciones sanitarias y la evolución en la mitigación de los contagios”, precisó. En torno a los recursos para las escuelas, que necesitarán -por lo menos- dotaciones de gel antibacterial y cubrebocas, entre otros elementos, admitió que es un tema complicado, debido a un contexto crónico de falta de recursos para el sector educativo producto de decisiones financieras históricas, como la creación excesiva de plazas para darle cupo a todos los egresados normalistas, por lo que hasta este momento la SEE no tiene claro con cuánto dinero se contará para ello ni cómo se aportaría. Explicó que, de cualquier forma, se buscará la asignación presupuestal para dotar a las escuelas con los insumos necesarios (que por lo menos deberían abarcar cuatro meses), pero adelantó se requeriría de la ayuda de los padres de familia para otras acciones, como actividades de limpieza en los centros escolares y fomentar las medidas de higiene, asimismo la disposición para el ingreso escalonado. Con la ayuda de los padres Por su parte, el subsecretario de Educación Básica, Enrique Estrada Rodríguez, explicó que en cuanto a los insumos se está planteando que los recursos del programa ‘La Escuela es Nuestra’ puedan ser utilizados para asegurar que todos los planteles tengan agua; “estamos haciendo un diagnóstico para que los planteles que no tiene agua realicen las acciones pertinentes para ello”. Dijo que, si bien se piensa en este esquema de ingreso u horario escalonado para la atención de los niños y niñas, también se tiene que ver que hay condiciones diferentes en cada plantel y se tiene que pensar en las madres trabajadoras. “Si los padres trabajan y es el abuelo o abuela quien lleva al alumno a la escuela, los que son susceptibles a enfermarse son ellos”. Manifestó que por ello están planteando estrategias diferenciadas por escuela y comunidad, y quien puede determinarlas es la propia autoridad en cada plantel, ya que conocen las dinámicas propias y pueden valorar los ajustes para poder funcionar mejor; “bajo esa idea se dieron a conocer hace algunos días los protocolos al respecto”. Sobre los recursos que podrían tomar las escuelas del programa federal “La Escuela es Nuestra”, manifestó que sólo se puede hacer esto con aprobación del Comité Escolar de Administración Participativa (CEAP) para dedicarlo a la compra de gel y cubrebocas u otros insumos para la limpieza y desinfección de planteles, pero, sobre todo, el tema de la dotación de agua. Dijo que todavía existe tiempo para plantear el regreso a clases bajo el mejor esquema; “estamos en este momento en el cierre de actividades, tras el esquema de ‘Aprende en casa’”. Cabe señalar que parte del protocolo contempla que los padres de familia hagan un ligero diagnóstico antes de enviar a sus hijos a clases y que entreguen una especie de “recado”, donde avalen que revisaron a los niños antes de salir de sus hogares en temas de portar cubrebocas, tener higiene y no presentar síntomas de alguna enfermedad respiratoria, como temperatura alta. Hacinamiento, múltiples factores e intereses Sin embargo, para Mexicanos Primero existe un foco rojo ante lo que implica el hacinamiento en escuelas en un contexto de pandemia. Erik Avilés Martínez, presidente de la organización en Michoacán, consideró necesario que desde las oficinas centrales se realice una planeación del próximo ciclo escolar con mayor detalle, incorporando las dimensiones de cada aula y definiendo el cupo máximo. Se necesita contar con condiciones adecuadas para el regreso presencial a clases en cada escuela, priorizando que sea cada comunidad escolar la que tome decisiones respecto a los requerimientos principales para poder reanudar labores”, aseveró. Indicó que, sin duda, existen retos e inercias que están detrás un hacimiento constante en planteles educativos, desde lo que tiene que ver con temas como estrategias sindicales, hasta metas administrativas y tráfico de influencias. Es un hecho que desde hace muchos años se presenta el fenómeno del hacinamiento en muchas aulas michoacanas, desde preescolar hasta posgrado, tanto en escuela pública como en privada”, recalcó, aunque en esta ocasión el contexto dimensiona la problemática a un tema de contingencia sanitaria. Detalló que, por ejemplo, las presiones sobre la matrícula por grupo se dan en el número de maestros y el de estudiantes, dejando en segundo término la disponibilidad de aulas y de equipamiento educativo. Aseveró que la autoridad educativa central siempre trata de lograr elevar su indicador de estudiantes por grupo, racionando al máximo el número de maestros, por criterios burocráticos que resultan inoperantes cuando se trata de garantizar derechos humanos. Por otra parte, dijo, están los directivos escolares, en todo un espectro de actitudes, finalidades e intereses: “están quienes tratan de maximizar la matrícula, pasando por contar con un clima laboral adecuado e incluso aquellos que aceptan o ceden maestros, que reciben estudiantes por recomendaciones y hasta por sobornos”. Asimismo, recordó que está el tema de la presión de las cúpulas sindicales, apretando para tener ubicados a sus trabajadores de la educación afines en las escuelas más céntricas o estratégicas, políticamente hablando. También lucrando con los espacios en las aulas, llegando a subastarse las fichas de inscripción en los planteles de mayor demanda”, adicionó sobre el tópico. Se suma a este contexto, la intervención de los padres de familia, intentando por todos los medios a su alcance lograr que se acepte a sus hijos en la escuela de su predilección, lo cual puede inferirse que es por criterios de prestigio académico, de horarios escolares o de proximidad a sus respectivos domicilios o centros de trabajo. Erik Avilés ve todo un caldo de cultivo de contagios ante la actual situación de los planteles michoacanos. Difícil tener insumos y mantener sana distancia Para el profesor de secundaria Benito Garduño Barbosa, en el caso de una escuela pequeña, como en la que el imparte clases en el fraccionamiento Lomas de la Maestranza en Morelia, puede ser viable el modelo escalonado que propone la SEE, donde en diferentes días puedan grupos distintos de alumnos asistir a tomar clases. No sé si las secundarias más grandes de matrículas de 300 estudiantes puedan tener las facilidades para hacerlo, no sé cómo podrán organizarse, para nosotros con una matrícula menor puede ser”, opinó. Agregó que otro tema son los insumos para el cuidado y desinfección: “lo ideal sería que nos los proporcione la Secretaría de Educación, pero eso será un sueño, tendremos que verlo con los padres de familia el tener gel antibacterial, así como el uso del cubrebocas”. Albergues estudiantes, incapacitados de cambiar Sin embargo, donde existe un panorama aún más incierto es en los albergues estudiantiles, como el caso del Centro de Capacitación y Desarrollo para la Juventud 01 (Cecadej) de Tacámbaro, que atiende a alumnos de secundaria de escasos recursos, tanto de la entidad y estados aledaños; aquí se les proporciona comida, alojo y educación. Para su director, Ángel Pimentel Espinoza, “el protocolo que nos da la SEE no es aplicable para los albergues, no podemos decirles a los padres de familia que se los lleve una semana y otra semana no, representa un gasto para muchas familias que incluso son de estados como Guerrero, preferirán no enviar a los jóvenes”, dijo. Detalló que parte de la naturaleza de los albergues es el contacto que se tiene entre los estudiantes y convivir en múltiples espacios de uso común; “tendríamos que tener, por ejemplo, gel antibacterial entrando en cada clase, en el comedor y los talleres, una dotación importante de cubrebocas”. Manifestó que están analizando este tema en conjunto con otros albergues en torno a cuáles son las acciones que podrían implementar sin que esto tenga efectos en su matrícula y, por lo tanto, en su prepuesto, pues la autoridad educativa les exige cierto número de alumnos para poderlos apoyar con recurso. Un círculo vicioso. Con la mira puesta en la educación superior Es importante destacar que el tema del hacinamiento no es exclusivo de educación básica. Y es que conforme se eleva el nivel de educación, la cobertura es menor, lo que se refleja también en un menor número de planteles y aulas, y con ello un aumento exponencial de alumnos en cada clase. Universidades públicas y privadas tendrán también buscar remedio a una situación que podría congregar a cientos de personas en reducidos espacios y en horas pico.