Agencias / La Voz de Michoacán Por alguna extraña razón, en todos los grupos de amigos siempre existe aquél que, aunque no tiene problemas económicos, es extremadamente tacaño. Es el típico amigo que “por no gastar” no coopera para el chupe, pero es el que más bebe. Esa persona será conocida como el “Codo” del grupo. Pero ¿De dónde viene esa expresión para los tacaños? Según el historiador neoleonés Santiago Roel, a principios del siglo 19, gran parte de los pastores del norte de la República comercializaban su ganado en la frontera con Estados Unidos. Su camino hacia el norte era tranquilo y solían acampar en las veredas de las rancherías de Nuevo León. Una vez que llegaban a la frontera y vendían su ganado todo era diferente, ya que se les pagaba con monedas de oro, lo cual los hacía presa fácil para los bandidos y cuatreros. Para evitar ser asaltados, algún visionario inventó una especie de bolsa que se colgaba del hombro y se podía esconder debajo de la ropa. Al quedar a la altura de las costillas, los pastores solían apretarla con el codo para evitar que las monedas hicieran ruido y llamaran la atención. Al poco tiempo, los bandidos conocieron esta práctica y al interceptar a algún ganadero que apretaba fuertemente su bolsa con el codo le decían: “Afloja el codo”, para robarle todas sus pertenencias. Así se hicieron famosos los “Codos”, que no eran más que personas que protegían su bien ganado dinero. Con el tiempo, la frase se fue aplicando para la gente que no quería soltar su dinero por ningún motivo, incluso ni para comprarse algo. Igualmente, como la expresión nació en Nuevo León, los regios poco a poco fueron estereotipados como las personas más codas del país. Etímologia de codo La palabra codo ( parte posterior de la articulación del brazo ) viene del latín cubitus que además de referirse a la anatomía humana, era una unidad de longuitud. En México y en algunos países de Centroamérica, la palabra codo designa al tacaño, avaro. Este parece ser un derivado retrógrado de codicia, a partir de cupire (desear vivamente o ambicionar) y también de la acción de articular los codos en actitud reticente a dar o compartir, como cuando los niños chicos agarran sus juguetes, que los aprietan contra el pecho y gritan ¡mío!