Jorge Manzo / La Voz de Michoacán Hace poco más de 10 años estuvo a nada de concretarse un magnicidio en Michoacán. De ese tamaño era la infiltración de la delincuencia en las policías. Minerva Bautista Gómez, la segunda secretaria de Seguridad del godoyato, fue emboscada por un grupo armado. Por lo menos 2 mil disparos se proyectaron en contra de la camioneta blindada en la que iba. Hicieron hasta lo imposible por exterminarla. El ataque fue una reacción a las bajas y cambios en los mandos, quienes ya no respondían a sus intereses. La orden de Genaro García Luna, el jefe policial del sexenio de Felipe Calderón, era ir en contra de todos los grupos delincuenciales, recuerda la hoy rectora de la Universidad Tecnológica de Morelia. Cara a Cara con La Voz de Michoacán comparte que, a su llegada a la Secretaría de Seguridad Pública en febrero del 2009, reforzaron una estrategia conjunta con la federación que “no era del agrado de los grupos”. Había policías que servían a intereses criminales, y estaban en su nómina, incluso, en su atentado colaboraron elementos de su corporación. Nunca recibió una amenaza, ni advertencia, y mucho menos una invitación para que colaborara con el grupo que mantenía la hegemonía en ese entonces, sin embargo, el gobierno de Calderón no confiaba en lo que hacía la autoridad local. “(Genaro García Luna) siempre me hizo énfasis en lo importante que era no involucrarme justamente con estas personas”. El 25 de abril del 2010 el gobernador Leonel Godoy puso en marcha la Expo Fiesta en el recinto ferial, en donde había un mundo de gente. El acuerdo con la Procuraduría era que sus elementos irían vestidos de civiles. Parecía muy extraño que entre los asistentes había muchas personas armadas, pero no se sospechaba de nada, aunque hoy todo apunta a que ya tenía un “cuatro”. Después del corte del listón y el tradicional recorrido, el mandatario ordenó una reunión con mandos para definir estrategias de seguridad durante la fiesta; al terminar, él se retiró. Ya comenzaba la variedad musical en el palenque y se presentaba Paquita la del Barrio, pero Bautista Gómez decide retirarse para ir a descansar. Era casi la medianoche, Bautista Gómez recuerda que iba saliendo del recinto ferial cuando se despidió de un par de mandos de la Secretaría. No le generó confianza uno de ellos. No sabía lo que le esperaba metros adelante. Un grupo armado, quizá auxiliado por policías, bloquearon el camino con un tráiler contra el que se estampó la unidad en la que viajaba. De pronto, durante cinco minutos consecutivos dispararon con armas de alto poder. Ella intentaba reportarle al gobernador, al jefe de la zona militar de lo que ocurría. Estaba tranquila, con impotencia y mucho coraje, en medio de una lluvia de balas. El blindaje de la camioneta le salvó la vida. “Llegaron con unos marros y comenzaron a pegarle a la unidad, querían llevarme”, recuerda. Foto: Sam Herrera Jr. / La Voz de Michoacán. “Todo estaba planeado”, insiste cautelosa la maestra en derecho, pero en ese momento no quiso señalar a nadie en particular, sólo que extremó sus cuidados pues su desconfianza creció. El enemigo parecía que estaba en su propia casa. La investigación en realidad no avanzó, y se quedó en manos de la entonces Procuraduría General de Justicia, hasta que Genaro García Luna días después dio “santo y seña” de quién dio la indicación, con quién se dirigía y a quién pertenecía. Era un expolicía y fue detenido. En realidad, el atentado lo orquestaron varios elementos, pero en especial uno, quien obedeció a indicación de Nazario, “El Chayo”. “La instrucción que se dio fue en respuesta a todo lo que estábamos haciendo”. Un atentado de estas dimensiones no se tenía registro ni en Michoacán ni en México. Claro, habían ocurrido ejecuciones a mandos policiales, pero no con la rudeza de lo que tuvo que enfrentar Minerva Bautista. Ahí murieron dos civiles y dos policías. La escolta oficial respondió con total desventaja al grupo que se parapetó en el tractocamión. Los peritajes arrojaron que se utilizaron rifles R-15, AK-47 y Barret calibre 50 antiblindaje. Hubo granadas de fragmentación que sí se detonaron, pero otras dos quedaron “congeladas”, y una de ellas cayó adentro de la unidad en la que ella se encontraba con pecho al piso. La camioneta Jeep Cherokee prácticamente quedó destruida. Esa historia quedó retratada en un documental que realizó el cineasta Juan Pablo Arroyo y que tituló “Alias”. Esa experiencia que la marcó no la hizo desistirse de su encomienda. Se mantuvo como secretaria de Seguridad Pública pero su protección corría a cargo del Ejército Mexicano. Esa fue la instrucción que dio el presidente Calderón. Fue invitada a exiliarse a una embajada en Canadá, pero decidió quedarse en Michoacán. Recuerda que lo que le incomodaba a la Familia Michoacana era la colaboración que se tenían los gobiernos de Godoy y Calderón. “En una ocasión nos llamaron de la federación y nos pidieron dos patrullas llenas de policías estatales, y bajaban a nuestros elementos y subían a los federales y se iban con los aparatos de radiocomunicación. Entonces se descubrió que había una comunicación directa con los jefes en ese momento de la Familia Michoacana y policías y, cuando se daban cuenta de que habían sido descubiertos, había una respuesta y enojo de parte de ellos”. “El enemigo a vencer era la corrupción adentro de las propias instituciones”, reflexiona Bautista, quien tenía claro que, para acabar con el cáncer de la inseguridad, primero se tenían que atender las causas. Antes fue la directora de prevención del delito, por lo que sabía de lo que hablaba. Su primera misión fue meter los exámenes de control y confianza que tanto reclamó el gobierno de Calderón. La idea era una limpia a la policía, pues a nivel nacional se creía que el grado de colusión era enorme. Sus salarios no coincidían con el nivel de vida que reportaban elementos. “Buscábamos la profesionalización”, pero a pesar de que eso se empujaba, la federación dudaba, incluso, había operativos que realizaban por su cuenta, y cuando se veían rebasados pedían el apoyo. Ella tenía claro que la Secretaría de Seguridad Pública tenía que ir de la mano con los operativos federales. Por lo menos una vez a la semana se reunían los mandos federales y estatales. No se cumplió del todo, porque había desconfianza, repite Bautista Gómez. Ella trató directamente con Genaro García Luna en varias ocasiones, siempre él fue muy diligente y colaborativo. Lo describe como un funcionario estricto, y ella percibe que “no tenía trato” con ningún grupo en Michoacán, aunque se detiene y aclara que no sabe en qué concluirá el caso que se le sigue en Estados Unidos por su aparente colusión con el Cártel de Sinaloa. “Aquí su objetivo eran todos los grupos delictivos”, remarca la también exdiputada local. Desmitificó aquella versión que había: siempre hubo cordialidad y de seguir trabajando en las mesas de trabajo que se sostenían con la federación, aunque políticamente sí había rispidez. “En las estructuras se llegó a tener coordinación y trabajo conjunto, que, de seguir así, las policías municipales, estatal y federal, esos 11 años transcurridos, ya tendríamos un rostro diferente”, sin embargo, cada cambio de gobierno ha traído una política distinta de seguridad. Con Calderón surgió la Policía Federal, con Peña Nieto la Gendarmería y con López Obrador la Guardia Nacional. “Cuando llegué al gobierno, el maestro Godoy me pidió que se colocara a gente especializada para atender las tareas de seguridad, hubo avances importantísimos”. Sindicalista, y perredista. Eso define a Bautista Gómez. Una mujer que quedó marcada por ese atentado, y no sólo por el impacto de estar debajo de las balas, sino porque lleva en su cuerpo esquirlas y un rozón de un Barret, que quizá le pudo quitar la vida, pero un milagro o golpe de suerte la tiene de pie, con aspiraciones de ser diputada local, y desde ahí contribuir a cambiar la realidad que sigue viviendo el estado. Su atentado no tiene las mismas dimensiones que recientemente sufrió el secretario de seguridad de la Ciudad de México, pues en su caso eran pocos elementos los que la protegían. Además, era de noche y estaban agazapados y escondidos en los cerros, y hubo poco margen para responderles. “Al llegar a la Secretaría de Seguridad no solamente tenía que atender tareas preventivas, sino operativas, además de que se vivía un escenario difícil pues el gobierno federal prácticamente le había declarado la guerra al crimen organizado, y que sin duda la parte de una lucha frontal con un crimen resulta también riesgoso para funcionario”, contó Minerva Bautista, quien asumió que estaba consciente de los retos que se le ponían enfrente, aunque ella no lo dimensionó, pues afirmó que no tenía ni acuerdo ni diálogo con nadie que se ostentaba con líder delincuencial. Ella relevó a Citlali Fernández González, quien llegó a esa encomienda desde que comenzó la gestión de Leonel Godoy Rangel. “No puede ser que suceda algo así”, es lo que resume su negra experiencia, pero la esperanza la mantuvo de pie, aunque al aflorarle el sentimiento reprocha que después del atentado no sintió el suficiente respaldo del Estado, pues seguía el fantasma de la desconfianza entre gobiernos. “La federación estaba las 24 horas conmigo, y sabía perfectamente lo que yo hacía, pero de un momento no sentí las condiciones para seguir adelante en la función”, compartió Bautista durante la charla. El amor también le dio oxígeno, pues uno de sus guaruras, y con quien vivió esta difícil experiencia, se convirtió después en su pareja; con él procreó una hija, y su vida poco a poco se está completando. Más tarde el gobernador Godoy la relevó y asumió como secretaria de Política Social. Fue hasta el gobierno de Silvano Aureoles que regresó a la función pública e inició como directora del Conalep. Ahora despacha como rectora de la UTM, institución creada hace 20 años. En las elecciones del 2018 participó como candidata a síndico del bloque que se construyó entre el PRD, PAN y Movimiento Ciudadano. Perdió la candidatura que encabezó Carlos Quintana y se refugió en el subsistema en donde tiene plaza de desde 1995. En realidad, su vocación ella la encuentra en el área educativa. Ella quiere fortalecer un proyecto, y tiene claro que le gustaría ser diputada, aunque tendrá que esperar los tiempos y ver los acomodos que habrá. Ella confía en los oficios políticos de sus liderazgos, y reconoce que el gobernador Silvano Aureoles ha tomado una decisión acertada al sumarse a la llamada Alianza Federalista junto con una decena de mandatarios. Es de la idea de que no se centralicen los recursos, y no regresar al presidencialismo. Después de los errores que se cometieron en 2018, considera que se debe tomar esa experiencia para tomar mejores decisiones en el 2021 y generar un proyecto muy concreto. “Tenemos que ver cuál es el Michoacán que todas las fuerzas políticas queremos, necesitamos y decirle a la gente cómo lo vamos a construir”, plantea la académica. Foto: Sam Herrera Jr. / La Voz de Michoacán. Trayectoria Mujer que ha tenido una vida llena de retos y de encomiendas. Minerva Bautista Gómez fue una de las dirigentes más sólidas que ha tenido el sindicalismo en Michoacán. Ella estuvo al frente del gremio del Conalep, en donde años más tarde se desempeñó como directora general.Uno de los pasos que marcaron su vida fue cuando estuvo al frente de la Secretaría de Seguridad Pública, cargo que tuvo que asumir cuando cambiaron a Citlali Fernández González y la nombraron asesora. El movimiento ocurrió en febrero del 2009. Ella venía de ser diputada local y estaba plenamente identificada con el perredismo en donde ocupó una cartera en el Comité Ejecutivo Estatal. Asimismo, formó parte de la Asociación de Trabajadores de Michoacán, en donde se agrupan casi todos los sindicatos del estado.El atentado que sufrió Minerva Bautista es uno de los antecedentes más significativos de la historia del país. Prácticamente se salvó de milagro en aquella ocasión. Tenía poco más de un año que había asumido la Secretaría de Seguridad Pública cuando un grupo armado intentó matarla. Más tarde se desempeñó como secretaria de Política Social en el gobierno de Leonel Godoy Rangel. Ella también fue directora de Participación Ciudadana y Prevención del Delito. En el gobierno de Silvano Aureoles Conejo fue directora del Conalep y actualmente rectora de la Universidad Tecnológica.