“Sin señas particulares”, obra de ficción con un amargo sabor a realidad

A fin de rendir homenaje a los familiares de personas desaparecidas, la historia pone sobre la mesa un reflejo de la realidad de millones de personas en el país

Yazmin Espinoza / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Acabo de terminar de ver los 99 minutos que dura la película “Sin señas particulares”, de Fernanda Valadez, aunque con apenas 10 ya me había apachurrado el corazón y dejado sin aliento.

PUBLICIDAD

La historia, ópera prima de la joven directora egresada del CCC, participa en la categoría de Largometraje Mexicano del Festival Internacional de Cine de Morelia de este año, y nos cuenta la historia de Magdalena, una mujer de 48 años que emprende una travesía en busca de su hijo, desaparecido en su camino a la frontera con Estados Unidos. Guiada por su voluntad, Magdalena recorre los paisajes desolados del México actual, donde deambulan juntos víctimas y victimarios.

Qué película… Empecemos por el guion, en el que colaboraron tanto su directora, Fernanda Valadez, como Astrid Rondero quien también participa en la producción.

Con apenas aproximadamente 5 millones de pesos como presupuesto, estas mujeres, con la colaboración claro de un gran equipo de trabajo, crearon una cinta que ya fue reconocida este año con el premio Horizontes Latinos en la 68ª edición del Festival de San Sebastián, además del Premio del Público y el Premio Especial del Jurado al mejor guión en el World Dramatic Competition del último Festival de Sundance.

PUBLICIDAD

Y es que no es para menos. Con el objetivo de rendir un homenaje a los familiares de las personas que sufrieron este tipo de violencia en México, la de la desaparición forzada, las guionistas pusieron sobre la mesa una ficción que podría ser la realidad y dolor de millones de personas en el país.

Claudia Becerril, como directora de fotografía, hizo que esta poderosa historia tomara aún más fuerza con los escenarios y paisajes que encontramos en nuestro bello México, desde un camión lleno de cuerpos, hasta tranquilos parajes.

Todo el trabajo detrás de cámaras se encauza con la increíble interpretación de los talentos actorales como son Mercedes Hernández, David Illescas, Ana Laura Rodríguez, y Juan Jesús Varela.

Un poderoso viaje físico y emocional de un personaje femenino que va cargando con el peso de la violencia que se vive en el México actual, es lo que el espectador podrá encontrar en esta historia que, incluso con su final, te muestra que todo puede pasar en esta vida.

Violencia y poesía

“La violencia ya no está nada más sectorizada, ya no se vive solo en la frontera, es una situación que toca todas las áreas de la vida en México. El trabajo que hicimos nosotras fue más de investigación y tomamos la decisión de no acercarnos directamente a las victimas porque teníamos muy claro que esta era una ficción y queríamos respetar esa distancia que este género tiene siempre”, compartió la coguionista y productora de “Sin señales particulares”, sobre el génesis de la historia.

Astrid Rondero explicó que, junto a Fernanda, se inspiraron en varias historias para intentar mostrar un poco la realidad de las cosas, pero sin centrarse en un testimonio en particular.

Mercedes Hernández, la actriz que da vida a Magdalena, se desenvuelve frente a la cámara de manera magistral y hace que el espectador comparta su angustia, su rabia y su dolor.

“Por desgracia hay muchos testimonios y noticias que salen a diario de donde podríamos alimentar la inspiración para encarar a Magdalena. Recuerdo que me acerqué también a un texto sobre los impactos psicosociales de los familiares de los desaparecidos”, señala sobre la preparación de su personaje.

Aseguró que, desde que conoció el guion, se dio cuenta de que estaba “bindado”.

“Todo estaba cubierto y no tendría que justificar ninguna parte que estuviera suelta. Aun cuando es un guion con pocas palabras, se entendía lo que le pasaba Magdalena y cómo cada persona que se iba encontrando iba complejizando lo que sentía”.

Por su parte el productor Jack Zagha, asevera que fue la seguridad de la dirección la que hizo que, a pesar del poco presupuesto, se pudiera crear una película tan bella sobre un tema tan doloroso.

“Cuando leí el guion me quedé sin palabras. Sentí que en lo que pudiera tenía que ayudar a que se contara esa historia, se sentía mucho valor en las personas que estaban atrás y que querían descubrir el tema de la violencia, de dónde viene y por qué sucede. Y todo desde el punto de vista de una madre buscando a su hijo, que es el derecho más grande que puede existir.

“Si bien es una película que te deja frio y habla de violencia, lo hace de manera muy sutil con momentos incluso como poéticos. Se va construyendo poco a poco y te vas metiendo en este camino que además tiene encrucijadas y giros que jamás pudieras haberte imaginado”.

Para Fernanda, la directora de este proyecto, la película busca tender puentes y encontrar espectadores a través de la empatía y aunque no responde a preguntas sobre cómo terminar con la violencia que se observa, al final conecta de alguna manera con el público a un nivel profundo.