Jorge Manzo / La Voz de Michoacán Michoacán. La región de Salvador Escalante-Ario ha vivido momentos duros y de tensión. Enfrentamientos entre grupos armados, bloqueos carreteros y quema de vehículos durante tres días consecutivos han sitiado a los habitantes de los municipios que están enclavados en esa zona que hasta hace poco brillaba por la belleza de su entorno. Si bien las autoridades han avisado que mantienen el control territorial, los habitantes saben perfectamente que viven en una zona de guerra, sin cuartel, y que no tiene fin. Los ciudadanos advierten que están dispuestos a tomar las armas para defender a los suyos. Es claro que hay una lucha entre grupos de la delincuencia organizada por el poder territorial. Hasta ahora, no hay ninguna información oficial, sólo reacciones a lo que ha ocurrido, como el despliegue operativo de elementos policiales. Hasta el segundo día se reconoció la gravedad del problema. En redes sociales, habitantes de esta zona han externado su preocupación pues son rehén de estos eventos delictivos. Gloria Avila, periodista originaria del municipio de Ario fue muy clara y fue más allá al poner el dedo sobre la yaga al advertir que las pocas noticias locales que hay hablan de tres días de violencia en la zona de Santa Clara-Ario, sin embargo, sentencia que ya son semanas, meses e incluso años de vivir en esta situación. En una publicación que realiza en sus redes sociales, recuerda que transitar por una zona que hasta hace no mucho era presumida por autoridades locales como el camino hacia el Pueblo Mágico de Santa Clara del Cobre ahora es una verdadera hazaña incluso para los más arriesgados, al menos al caer la tarde. Las fotografías y videos de autos particulares, tráileres de empresas locales y trasnacionales así como autobuses de pasaje y turismo "ardiendo" son ya cosa de todos los días". Por lo menos una decena de unidades ha sido quemada por los grupos criminales, pero el saldo más grave es que ciudadanos se encuentran en pánico y autoridades municipales, estatales y federales que "brillan por su ausencia, ineptitud, ineficacia, indolencia y complicidad". Pero la problemática no sólo es por estos hechos, sino que saltos, secuestros, asesinatos son el "pan nuestro de cada día" en las zonas aledañas al pueblo que paradójicamente es la cuna del Primer Tribunal de Justicia de la Nación, Ario, la tierra presumida por Marco Antonio Solís. En su reflexión, en donde ha tenido retroalimentación entre sus amigos y paisanos, aclara que no todo está perdido. "Hay quienes sí tienen interés por recuperar la paz y no es que ellos no tengan miedo, ese los ha sacudido desde el dolor de perder a un ser querido. Puede más su hartazgo, sus ganas de recuperar el libre tránsito, de salvar a sus familias, su patrimonio, su dignidad... los habitantes de las comunidades, campesinos, productores de aguacate, comerciantes, obreros, ellos han decidido tomar las armas, atrincherados con la única protección que les puede brindar la unión de compañeros de lucha, un padre nuestro y la bendición de sus esposas y madres". Esta noche ellos no duermen plácidamente en sus hogares, no, ellos están atrincherados y bajo las consigas de "hasta donde tope" "que ya estuvo bueno de atropellos" y de que "preferimos morir en la raya que seguir con tanto pinche abuso", ellos han decidido que una pandemia no los acabará, el crimen organizado sí y es hora de "entrarle a los chingadazos". Todo sucede a unos pocos kilómetros de un cuartel militar, -de los que anunció Andrés Manuel López Obrador en campaña y que solo serían pocos en todos el país-, sin embargo eso hoy no cambia nada. Pero, "no culpemos a los militares, tal vez al inicio su función era auténtica, después con el discurso de "abrazos no balazos" sus jefes se confundieron, la Guardia Nacional también y así todos... hasta quedarse en total inacción". La reconocida periodista se asume como simple espectadora, y retoma una de las emblemáticas frases de Cristina Pacheco, "aquí nos tocó vivir". Pero expone: "mientras lo haga quiero -con lo que sé hacer y desde mi pequeña trinchera que siempre ha sido mi pluma- decirles que sí somos más los buenos, que sí hay gente que hoy está dando su vida por salvar a un pueblo que sufre bajo el yugo de la delincuencia, que sí podemos poner un granito de arena y si no, por lo menos no debemos cerrar los ojos". Externó su solidaridad para quienes valientemente están luchando por una causa y han dejado de soñar que el Gobierno les ayudará o le importarán más vidas perdidas. Rezo porque vuelva LA PAZ a mi pueblo Ario de Rosales, a Michoacán, a México y porque ya no sea la violencia sino el amor lo que mueva a este país".