Los orígenes violentos de la UFC cumplieron 27 años

La familia Gracie había puesto las primeras piedras de lo que a finales de siglo sería el UFC.

Foto: Twitter

Agencias / La Voz de Michoacán

México. La UFC que conocemos hoy en día dista mucho, muchísimo, de la que nació hace ahora 27 años. El 12 de noviembre de 1993, tuvo lugar el primer evento de la que actualmente es la promotora de artes marciales mixtas (MMA) más importante del mundo. Sin megaestrellas, sin una base de fans, sin redes sociales, sin ídolos… Los seguidores más hardcore lo definen como algo puro. Otros hablan de aquellos inicios como una barbarie.

De un modo u otro, los orígenes del deporte con un mayor y más rápido crecimiento de la historia son, cuanto menos, románticos (a la par que extremadamente violentos).

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Cuando un Helio Gracie de 16 años, sentado en un rincón del gimnasio de Brasil donde chicos con mejores condiciones físicas que él practicaban jiu jitsu, intentaba encontrar la manera de llevar aquellas técnicas a su terreno y cualidades, no podía ni imaginar que estaba a punto de cambiar el mundo de las artes marciales. Corrían los años 20 y Helio creo una evolución del jiu jitsu tradicional mediante palancas, estrangulaciones o sumisiones en general, de modo que cualquiera pudiese enfrentarse a una persona de mayor tamaño o peso y salir victorioso. Era la ley del mínimo esfuerzo llevada a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, en forma de un método de defensa personal infalible. Era el Gracie Jiu Jitsu o Jiu Jitsu Brasileño (BJJ).

Los descendientes de Helio fueron entrenados en el Gracie Jiu Jitsu y se convirtieron en auténticos expertos, capaces de luchar con cualquiera que osase desafiar a un miembro de la familia. Practicantes de otras disciplinas de combate retaban a un Gracie con la intención de demostrar que el BJJ no era invencible.

 De forma totalmente espontánea nacieron los Desafíos Gracie y karatekas, judocas u otros artistas marciales se presentaban en su gimnasio y lanzaban un guante, siempre sin éxito. La familia Gracie había puesto las primeras piedras de lo que a finales de siglo sería el UFC.

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Rorion Gracie, hijo mayor de Helio, se convirtió en embajador del BJJ cuando se mudó a Estados Unidos en 1978, compaginando trabajos de extra en películas y proyectos televisivos con su misión de mostrar al mundo el arte marcial creada por su padre.

Años más tarde, entabló amistad con el director de cine Richard Donner y comenzó a trabajar como coreógrafo y supervisor de las escenas de lucha de la saga Arma Letal. A finales de la década de los 80 tenía más de 600 clases privadas de BJJ, haciendo de éste su forma de vida, hasta llegar al año 1993, que es donde habíamos empezado este texto.

Rorion unió fuerzas con el promotor y hombre de negocios Art Davie y dieron forma a una ambiciosa aventura llamada Ultimate Fighting Championshipun torneo sin límite de tiempo ni reglas entre luchadores de diferentes disciplinas y una excusa perfecta para demostrar que el BJJ era infalible.

Davie reclutó a siete competidores de diferentes artes marciales y Rorion recurrió a su hermano Royce, el más pequeño de los hijos de Helio, al tiempo que el de menor tamaño y menos peso, y que representaría a la familia en la jaula, una de las señas distintivas del UFC hasta la actualidad.

Un recinto vallado del que no se podía huir, y una alternativa mucho más viable que el foso con cocodrilos o una alambrada de espinas propuestas por Rorion.

Una especie de vacío legal en la Comisión Atlética del Estado de Colorado permitió que Denver albergase la exhibición de BJJ con la que Royce Gracie asombró al mundo. “Cualquier cosa puede suceder… y posiblemente suceda.

Quizás haya sangre, quizás haya huesos rotos.

Es real, es en directo y es brutal”. El narrador del UFC 1 había vendido perfectamente el evento en su primera intervención al micrófono.

Nadie sabía exactamente qué se iba a encontrar y la definición de “peleas callejeras legales” se postulaba como lo más próximo a la realidad.

 “Es como un videojuego muy popular llamado Mortal Kombat. Pues bien, el Ultimate Fighting Championship era la versión real de aquel videojuego”, explicaba el narrador.

Todo estaba listo para ver los duelos entre dos kickboxers, un savage fighter, un karateka, un shootfighter, un luchador de sumo, un boxeador y un joven enclenque en kimono. Royce Gracie era la personificación perfecta de lo que el BJJ trataba de demostrar.

Un chico sin casi experiencia en combates y de sólo 79 kilos de peso, encargado de enseñar que el aparentemente más débil podía imponerse a rivales con mejores condiciones físicas, más pesados y con las dos únicas reglas de no meter los dedos en los ojos ni morder. Algo nunca antes visto en televisión.

Royce Gracie se proclamó campeón al vencer por sumisión a sus tres contrincantes, que no sabían qué hacer cuando éste se ponía encima de ellos. Prácticamente sin necesidad de golpear a sus rivales y mediante el combate en el suelo. Rorion demostró que el BJJ no tenía competencia en una pelea cuerpo a cuerpo. “Fue como la historia de la Cenicienta”, explicó en su momento Rorion, haciendo referencia a la coronación de Royce.

 “Demostré lo que quería. No verás a nadie en el UFC actual que no tenga conocimientos de BJJ. Mi sueño se hizo realidadEn la actualidad los comentaristas hablan de pasar la guardia, conseguir la montada, encajar un triángulo”. Y todo gracias a la victoria de un Royce que haría historia dentro de una UFC que fue todo un éxito a nivel empresarial, con un total de 86.592 compras de pay-per-view (en aquella época).

Lo que en un principio estaba pensado como un único torneo se convirtió en la primera piedra de algo que rompía con el guion preestablecido.

El tremendo éxito del UFC obligó a sus creadores y promotores a preparar una segunda edición. Royce Gracie continuó con su reinado y venció en tres de los primeros cuatro torneos y ganó la Superfight de la quinta edición, convirtiéndose en la leyenda que todavía hoy es.