Agencias / La Voz de MichoacánEUA. Una dramática expresión de la rudeza de la nueva y creciente ola de COVID-19 que enfrenta actualmente Estados Unidos se constata en el testimonio de la enfermera Lawanna Rivers sobre lo que vivió en un hospital en El Paso, Texas. Lo que vio, pacientes prácticamente abandonados a su suerte para morir, resulta perturbador. En esa ciudad fronteriza con México se ha registrado una grave alza de los casos de coronavirus, al grado de que los hospitales han comenzado a recurrir a morgues móviles –en camiones refrigerados– al no contar con espacio en sus instalaciones para manejar la creciente cantidad de cuerpos de los fallecidos. Rivers es una enfermera itinerante, que viaja luego de ser contratada por un cierto hospital para trabajar en el cuidado de pacientes con COVID-19. Este tipo de enfermeras desempeña un papel importante sobre todo en hospitales que requieren aumentar rápidamente el tamaño de su personal. Rivers llegó a trabajar, según ella narra en Facebook, al Centro Médico Universitario de El Paso para atender a pacientes con COVID-19 y lo que allí vio es peor que lo que experimentó tiempo atrás en un hospital de Nueva York, ciudad terriblemente golpeada por la pandemia meses atrás. “En mi primer día, durante la orientación, se me dijo que para los pacientes que eran llevados a la ‘fosa’, su única manera de salir de allí era dentro de una bolsa”, dijo Rivers. La “fosa” era un área especial dentro del Centro Médico Universitario de El Paso a la que eran llevados los pacientes de COVID-19 más graves, y el ominoso nombre de ese espacio trasluce que, en realidad, eran trasladados allí para morir. De acuerdo a Rivers, citada por Business Insider, eso le quedó claro por las acciones, y omisiones, que sucedían en la “fosa”. Por ejemplo, se le indicó que si un paciente entraba en crisis, las enfermeras solo pueden aplicarle al enfermo un máximo de tres rondas de resucitación cardiopulmonar (RCP). Al respecto, Rivers dijo, citada por The Independent, que “la política del hospital era solo dar tres rondas de RCP, lo que es solo seis minutos… Ningún paciente sobrevivió”. Además, los médicos de ese hospital nunca entraban a la “fosa”, supuestamente para evitar el riesgo de contagiarse, y solo las enfermeras atendían a los pacientes. “Ni siquiera ponen un pie en esos cuartos de covid para ver a esos pacientes… Está bien que nosotras las enfermeras nos expongamos, pero ustedes doctores ni siquiera vienen aquí. Ustedes no pueden exponerse pero nosotras sí y son ustedes quienes ganan todo el dinero”, dijo Rivers. La alusión al dinero se debe, presumiblemente, a que un médico en Estados Unidos gana sustancialmente más que una enfermera. Rivers dijo que trabajó tres semanas y media en ese hospital y nunca vio a un médico entrar a la “fosa”. El nombre de ese sitio resultó, a juzgar por el testimonio de Rivers, más que una ruda metáfora y cobró una perturbadora literalidad: “la morgue estaba tan llena de cuerpos que se les acabó el espacio, entonces una vez se abrieron las puertas de la ‘fosa’ y ellos trajeron un cuerpo ya dentro de una bolsa… Lo alinearon junto a los pacientes vivos porque ellos tenían que guardar el cuerpo allí, la morgue estaba llena. Tuvieron que traer camiones refrigerados porque había allí demasiados cuerpos”. En ese sentido, colocar un cadáver junto a pacientes vivos sugiere adicionalmente, de ser cierto ese testimonio, que en ese hospital no se estaba tratando a esos enfermos el trato digno que merecían. La entrada del Centro Médico Universitario en El Paso, Texas. (Reuters) Rivers además se quejó, con amargura, de que “si esos doctores hubieran tratado agresivamente a esos pacientes desde el principio, muchos más habrían sobrevivido”. Aunque no aporta evidencia directa, su comentario sugiere la posibilidad de que tratamiento insuficiente o inadecuado en las etapas iniciales podría haber conducido a que la condición de varios pacientes de COVID-19 se agravara a tal grado que prácticamente no tuvieran opción de salvarse y, por ende, acabaran en la “fosa”. Por añadidura, Rivers afirma que una paciente de COVID-19, que al parecer era la esposa de un médico, sí recibió tratamiento extenso y fue la única persona en salir viva de esa unidad de cuidado intensivo. “Entonces, ¿quieren decirme que porque ella era la esposa de un médico su vida significaba más que la de cualquiera de los otros pacientes?”, cuestionó. Al final, Rivers decidió terminar anticipadamente su asignación en ese hospital, perturbada por todo lo que allí vio y, además, preocupada por enfermar ella misma de COVID-19. “He visto tantas muertes en este último mes, más de las que he visto en todos mis 13 años de carrera”, comentó la enfermera y añadió, expresando su miedo, que “me repetía: no puede enfermarme aquí en Texas, porque si me da covid aquí en Texas voy a morir”. Texas es el estado con más casos de COVID-19 en el país, con más de un millón de enfermos registrados. En una declaración, el vocero del Centro Médico Universitario de El Paso (UMC), Ryan Mielke, dijo según la televisora KFOX 14, que “tras ver el video [el testimonio de Rivers], aunque no podemos verificar por completo los eventos en él expresados, tenemos empatía y simpatía hacia la difícil cuota física y emocional que esta pandemia ha impuesto a miles de trabajadores de salud aquí y a lo largo de nuestro país. Esta enfermera itinerante en particular estuvo brevemente en UMC para ayudar a El Paso a confrontar la oleada de pacientes de COVID-19”. Indagar a fondo sobre lo que sucedió en ese hospital resulta un imperativo ante el testimonio de Rivers.