Jorge A. Amaral Después de una detención que hizo mucho ruido por tratarse de un alto mando del Ejército, nada más ni nada menos que un general exsecretario de la Defensa Nacional, y también tratándose de un exsecretario de Estado en la pasada administración, marcada por los actos de corrupción en sus más altos niveles, el general Salvador Cienfuegos está de regreso en México, sin delito que perseguirle en Estados Unidos y una carpeta de investigación armada por la Fiscalía General de la República más por presión social que por interés en castigar al llamado “Padrino” en caso de comprobársele algún delito. Hay distintas versiones sobre la liberación del general, una de ellas apunta a que la presión ejercida por el gobierno mexicano para que Estados Unidos lo liberara se dio gracias a que los militares más encumbrados de este país presionaron al presidente. Si la liberación del general se dio por ese motivo, es síntoma de una cosa: un Estado débil. Esa flaqueza del Estado mexicano la vimos cuando el Cártel de Sinaloa se impuso para liberar a Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo, en el llamado Culiacanazo. Entonces ahora estaríamos corroborando lo que se vio en Sinaloa: que el gobierno federal es un tigre de papel. Recio con los críticos, como los medios, empresarios y políticos de otros partidos, pero débil ante poderes fácticos. Esta semana, el día 18 para ser precisos, se difundió que en la alta esfera de las Fuerzas Armadas hay una “cofradía”, que fue la que doblegó al presidente. Esto lo dio a conocer el general José Francisco Gallardo Rodríguez en una entrevista con Álvaro Delgado Gómez y Alejandro Páez Varela. Este grupo de altos mandos fue el que presionó al presidente para que, a su vez, presionara al gobierno de Estados Unidos para conseguir la liberación el general, sobre la que no pesaba cualquier felonía, sino cargos graves, como narcotráfico y lavado de dinero. Debido a esa cofradía, señala Gallardo Rodríguez, hay encubrimiento hacia altos mandos militares por parte del gobierno federal, por lo que, de ser así, muy difícilmente veremos a un secretario de Marina o de la Defensa Nacional tras las rejas en caso de haber delinquido. Ese grupo de altos mandos estaba en el Estado Mayor Presidencial, pero como ese aparato ya no existe como tal, ahora se alberga en los militares que ostentan el rango de Diplomado en Estado Mayor Presidencial. Según relata el militar y profesor universitario, esa cofradía nació cuando llegó el general Marcelino García Barragán a la Sedena, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, lo que generó “la corrupción y un desquiciamiento interno del Ejército”. Ello, aunado a lo que se sospecha como un pacto de impunidad entre Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto, abona a la desconfianza en que el general será debidamente procesado, pues eso además acarrearía problemas a otros militares coludidos con las redes de corrupción. Pero esa es sólo una versión, porque hay otra según la cual, el gobierno mexicano habría negociado la liberación del general a cambio de entregar a Estados Unidos a alguno de los grandes capos de la droga, y de inmediato la brújula apuntó hacia Nemesio Oceguera, el Mencho, líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación. Pero Reuters, que fue quien dio la nota, no dio nombres, así que esta versión queda en el plano de las leyendas gubernamentales. Foto: Tomada de Internet. Salvador Cienfuegos es el actual secretario de Defensa Nacional. Y es que el gobierno federal está en el plan de negar todo: no hubo presión de militares, no hubo acuerdos de canje con Estados Unidos, no hubo amenaza de expulsar del país a los agentes de la DEA por parte del gobierno mexicano a cambio de que liberaran al general, como publicaron diarios estadounidenses. Vaya, al final no hubo nada, Cienfuegos es, a los ojos del gobierno lopezobradorista, un militar de alta honorabilidad y probidad moral, con un comportamiento intachable. Ahora lo más chistoso es que, cuando llegó a México, la Fiscalía solamente parece que le dijo algo como: “General, todo en orden, se puede ir a su casa, pero déjenos su número porque… no, no tenemos nada en su contra, no se asuste, sólo que, ya ve cómo son los gringos, hay una investigación en la que usted parece que dicen que supuestamente podría estar en cierta manera involucrado”. Al final, si yo hubiera sido Cienfuegos, me hubiera subido al carro cantando “México lindo y querido, si me detienen lejos de ti, que mi gobierno presione y que me traigan aquí”. Los amagos, del góber El gobernador michoacano ha estado en una campaña de amagos al gobierno federal, que se mantiene en su inmaculado valemadrismo. Primero, recordemos cuando amagó con recurrir a la Suprema Corte de justicia de la Nación y romper el pacto federal ante los recortes presupuestales con que el gobierno de AMLO les pone la pata en el pescuezo a los estados. Y no es para menos, pues que en 2019 fueron 2 mil 720 millones de pesos los que no llegaron a Michoacán por parte de la Federación, mientras que este 2020, hasta octubre, eran 2 mil 400 millones. Para 2021 se prevén recortar 7 mil 728 millones. A lo anterior se suman los recursos que no arribarán al estado debido a la desaparición de 109 fideicomisos, por mil 300 millones de pesos. Así que la situación, como es lógico, se pone crítica. Sin embargo, no ha pasado de una declaración en un video en las redes sociales del gobernador, y mientras tanto, el presidente se hace como que la virgen le habla. Esperemos que la Alianza Federalista realmente piense sus jugadas, y si las va a hacer, que las haga en serio, más allá de las amenazas. Pero ahí no para la cosa, porque esta semana, con cara de malo y arropado por empresarios que están hartos de las pérdidas que la toma a las vías del tren les genera, volvió a emitir un video en el que señala que si el gobierno federal no atiende el problema educativo y despeja las vías, él, el mismísimo jefe del Ejecutivo, instruirá a que los maestros sean desalojados. Y es que el problema, dice el gobernador, es federal, dado que el gobierno de AMLO hizo acuerdos con el magisterio, pero también se trata de vías federales, por lo que a la Federación le toca atender ese tema, pero el gobernador amenazó con retirar los bloqueos por cuenta propia, y nada de eso se ha hecho. No es que su servidor esté deseando un acto represivo o que se atente contra los docentes, tampoco soy un cretino, pero si el gobernador ha dicho algo, debe hacer valer su palabra y, por la vía del diálogo, llegar a un acuerdo con el magisterio, pero eso no va a suceder y el desalojo tampoco. A nadie le conviene echarse encima al magisterio. Pero si la autoridad sale y dice que va a hacer y volver, hay una palabra empeñada, y verá cómo le hace, pero cumple con lo dicho, o seguiremos viendo que la lengua no tiene hueso. Es cuánto. Foto, Víctor Ramírez. Postdata guadalupana Grande es la molestia de mucha gente por la negativa del gobierno estatal y del Ayuntamiento de Morelia por la cancelación de las fiestas guadalupanas en la ciudad. Y aunque la Plaza Morelos, la Calzada Fray Antonio de San Miguel y las inmediaciones del Templo de San Diego ya están cerradas, hay comerciantes que se oponen a la medida e insisten en instalarse. Lo peor es que mucha gente se niega a la medida, como si estuviéramos como para fiestas en la pandemia, y más en Morelia, que junto a Lázaro Cárdenas es de los municipios más críticos por el número de muertos y contagios. Pero es que, de verdad, sólo así, con vallas, porque de otra manera la gente no entiende. Por eso causa hasta risa cuando la gente, valiéndose de esa plaza pública en la que se han convertido las redes sociales, comparte de manera compulsiva críticas al gobierno federal, sobre todo al presidente y el doctor López-Gatell, por el manejo de la pandemia. El gobierno ha hecho su labor destinando recursos, contratando personal, consiguiendo de una manera u otra los insumos para atender la pandemia; los gobiernos estatales y los ayuntamientos han hecho lo propio al cerrar espacios públicos y tratar de inhibir las concentraciones masivas, pero la gente es necia y se empeña en salir a placear, en hacer jaripeos y bailes por la fiesta patronal, como si el Cielo se ganara con cuetes y tamborazos. La gente es necia y sigue abarrotando establecimientos sin medidas de seguridad tan simples como el condenado cubrebocas y la sana distancia. Cierto, el gobierno federal ha cometido errores, pero la estulticia y la necedad son responsabilidad de los ciudadanos. Foto, Arturo Molina. Por lo pronto la presión de los comerciantes sigue, y se entiende al tratarse de su fuente de ingresos, pero la gente debe entender que no hay las condiciones para ir a aglomerarnos en las cañas de San Diego. Si de verdad somos guadalupanos, recordemos que Dios está en todos lados, que la virgen todo lo ve y nos cuida, que la espiritualidad no es preciso manifestarla en un templo o en una plaza, porque esa podemos practicarla en nuestras casas Así, y lo digo como creyente, si el 12 de diciembre queremos honrar a la Morenita, hagámoslo en casa, al cabo todos los católicos tenemos una imagen de nuestra Madre espiritual. Ahí podemos hacerle oración para que los enfermos se curen, los desorientados encuentren la luz y los mentecatos recapaciten.