Agencias / La Voz de Michoacán EUA. Resultó emotivo escuchar a un Mike Tyson de 54 años, por TV, reflexionando tras completar los ocho rounds de exhibición con su compatriota, Roy Jones, de 51, con una madurez y serenidad desacostumbrada en él. Fue grato y sensible para todos; consientes también de que habían quedado en el camino todos los riegos que podrían producir los viejos fantasmas que lo acompañaron en su carrera. Entiéndase, imágenes deplorables y escándalos inesperados. Nada de eso pasó. Al contrario, en 16 minutos de combate académico desarrollado en Staples Center de Los Angeles, el otrora "hombre de hierro" mostró una predisposición digna para este tipo de espectáculos. "Estoy contento, muy contento. Esto es más importante que cualquier cinturón. Hace 15 años que no peleaba y ahora lo hago con Roy, que hace dos que se retiró. Estoy feliz haciendo esto, eran dos minutos de lucha por asalto que parecían interminables, se puede ayudar a mucha gente con la plata que ganamos acá. Claro que voy a seguir haciendo esto. Estoy orgulloso con mi edad, con mi cuidado, y con poder hacer lo que me gusta alegremente". https://twitter.com/ComplexSports/status/1332916718008676352 Tyson, que no combatía desde 2005, cuando perdió antes del límite con Kevin Mc Bride, se aseguró una ganancia de 10 millones de dólares por protagonizar este tipo de disputa en la "Liga de las Leyendas", una entidad que patentó junto a la app de streaming: Triller, que con un muy buen gusto televisivo implementó una modernidad lumínica y técnica novedosa en este tipo de eventos a puertas cerradas. La contienda fue declarada honoríficamente: "Empate" y sin registro válido para los controles oficiales. Combatieron en un grado de potencia controlada pero intensa. Sin embargo, el contorno de esta realización, estuvo plagada de ridiculeces. Sobre todo en las opciones de apuestas en donde sobresalían: "Si Tyson mordía a Jones, si Tyson nombraba a Holyfield, o si la pelea terminaba por heridas en el primer round". ¡En fin! Los excampeones mundiales invitados por el Consejo Mundial de Boxeo a efectuar tarjetas por internet (Christy Martin, Vinny Pazienza y Chad Dawson) dividieron sus puntajes y señalaron también un salomónico empate en una iniciativa ridícula y perjudicial para el concepto de un match académico. Tyson hubiese obtenido el veredicto en una pelea real. Pero sin ovación y abucheado, porque ya no tiene 20 años y porque la propuesta de Jones, de abrazar sin tirar un solo golpe durante toda la contienda, no lo ayudó en lo más mínimo. Pero el mérito es otro. Es estar vivo y reír, después de haber sobrevivido a todo: hambre, balas, drogas, depresión, golpes, auge, ocaso y mucho más. "Me duele el cuerpo. Sus ganchos aún duelen y recibirlos no es negocio en esta altura". Roy Jones, estaba contento. Ganó 3 millones, ordenó su fortuna mal administrada e hizo muy poco sobre el cuadrilátero. El show fue un entretenimiento raro. Rodeados de raperos y oradores de la música, fumadores de artefactos extraños, intercalándose con los cotejos preliminares. En uno de esos capítulos, el youtuber californiano Jacke Paul, con 29 millones de seguidores, logró su segunda victoria profesional por KO en el segundo round sobre Nate Robinson, ex basquetbolista NBA y tres veces ganador en volcadas en el "Juego de las Estrellas". Datos estadísticos de otro planeta por los ortodoxos de este arte. Sobre la hora se canceló la presencia de Lil Wayne, una especie de mosca sonora que atraía a Floyd Mayweather en sus peleas cumbres. Y ello, causó estragos. Los restantes asistieron: Ne-yo, French Montana y Wiz Khalifa. Para alegría de muchos y para saña de otros. Este tipo de mezcla le quita adrenalina y excitación a un festival de boxeo. Todo ocurrió a 34 años y 6 días de la consagración de Mike Tyson, como el campeón mundial pesado más joven de todos los tiempos con 20 años. Su ingreso al ring tuvo casi las mismas formas, las botas negras viejas y cortas, una camiseta recortada, un buen kilaje: 99,900 y un estado admirable. Todo lo otro, se lo llevaron entre el viento y el tiempo. Esperemos que no haya una próxima vez pero sabemos - lamentablemente- que esto recién empieza.