Raúl Castellano Pemex, la que pudiera ser hoy una poderosa empresa petrolera, ha ido disminuyendo su importancia, poco a poco, desde que Salinas de Gortari aplicó al país, una política económica neo-liberal. Felipe Calderón prometió en 2008, construir la Refinería Bicentenario, aduciendo razones de seguridad nacional, que tendría un costo de 9 mil millones de dólares, con objeto de no seguir importando gasolina. El proyecto continuó, a pesar de que especialistas en el tema señalaban que dicha refinería tendría pérdidas financieras importantes;Incluso, hasta se llegó a escoger su ubicación en el Estado de Hidalgo. Finalmente, no sucedió nada. Resulta inconcebible haber sido un Estado rico en petróleo y que esa riqueza hubiera estado en manos de mexicanos, hoy día vivamos despojados de esa riqueza enorme, al haberse consumado lo que debemos llamar la desnacionalización de nuestros recursos energéticos. Las llamadas Reformas Estructurales de Peña Nieto han sido un fracaso y, desde luego la energética, misma que, además, fue un engaño para todos los mexicanos, ya que no solo no bajaron los precios de la gasolina, diésel, combustóleo y gas, como lo había prometido Peña Nieto, sino que los precios aumentaronmucho y, de manera periódica, nos dan el tan temido “gasolinazo” que, por otra parte, resulta inflacionario. Hay que recordar que Meade, en su momento contribuyó, desde la Secretaría de Hacienda, a la alza de los precios. Poco después de la expropiación, surgió PEMEX, como una empresa paraestatal, creada para explorar, producir y explotar el hidrocarburo. Hoy, a ochenta años de aquella gesta gloriosa que rescató ese recurso estratégico, no renovable para México y los mexicanos, han vuelto aquellas empresas extranjeras a quienes se les cancelaron las concesiones para terminar así con el expolio del que nuestro país era objeto. De esta manera, BP, Chevron, Shell, y Texaco, entre otras, tuvieron que marcharse. Estas mismas empresas, hoy están de vuelta, y PEMEX se ha convertido en una especie de empleada de estas y funciona como una “mera administradora de instalaciones y empleados”. Peor aún, todos los trabajos realizados por PEMEX, especialmente en el campo de la exploración, no los aprovecha, sino que son ofrecidas a las nuevas explotadoras de nuestra riqueza. La mala administración de la empresa es incuestionable. En el 2015, PEMEX creó seis subsidiarias, con motivo de la llamada Reforma Energética, y resulta que cinco de ellas, Transformación Industrial, Fertilizantes, Etileno, Cogeneración y Logística, tuvieron pérdidas acumuladas en 2017, por 63 mil 305 millones de pesos. Solamente Perforación y Servicios tuvo utilidades netas por 1 mil 734 millones de pesos. Estos resultados escandalosos, que se arrastran desde 2016, se prestan al menos, a la sospecha de que, habiéndose hecho los contratos con condiciones fuera de mercado, estas benefician solo a las empresas privadas. Aquí destaca, de manera especial, el contrato con la empresa Braskem, filial de la empresa brasileña Odebrecht, conocida en todos los países donde ha trabajado, por haber dado dinero para conseguir obra. Solo en el caso de México, no se ha querido revelar el nombre de las personas que fueron cohechadas, pues como sabemos, en este gobierno corrupto, impera la impunidad. Hay que señalar que en el Informe General Ejecutivo de la Cuenta Pública de 2016, entregado a la Cámara de Diputados, se señaló que uno de los propósitos de la Reforma Energética era hacer rentables a las empresas paraestatales; sin embargo, esto no se cumplió. Pemex acaba de ganar 7 de los 16 contratos adjudicados por la Comisión Nacional de Hidrocarburos CNH en la primera licitación de la Ronda 3.1, a través de Pemex Exploración y Producción. Seis de esos bloques los ganó en asociación con empresas extranjeras y una tan solo, en la que va sola. Esas empresas son: la alemana Deutsche, Compañía Española, la francesa Total y la holandesa Shell. Esta actividad de PEMEX podría hacernos pensar que podría iniciar el camino a la recuperación. Pero la cierto es que PEMEX ha sido tan golpeada ex profeso, que hay quienes afirman, con muchos más conocimientos que el que esto escribe, que no hay postura que la pueda salvar del más profundo fracaso. Los últimos números nos revelan la realidad de lo que le pasa a la empresa: en los últimos tres años ha reducido en un 16% el número de pozos que opera, y la producción de petróleo ha bajado significativamente, a tan solo 1.9 millones de barriles diarios durante el año pasado, lo que significó una disminución de 9.5% con relación al año anterior. Para poder tener una verdadera comparación de estas últimas cifras hay que referirnos a una cifra apabullante que ubicó a PEMEX en su verdadero potencial, al producir durante el período del año 2000, al 2004, la cantidad de 3 millones de barriles diarios. Ya se ha señalado que el declive de PEMEX lo inició Salinas de Gortari, con su neo-liberalismo, y Peña, con su reforma energética le ha venido a dar la puntilla, tal y como en términos taurinos se le llama al acto de darle muerte segura al toro. PEMEX exporta, cada vez menos, crudo barato, e importa, cada vez más, gasolinas cada vez más caras. Que indignante que por culpa de malos mexicanos, que en vez de amar a su patria, adoran al becerro de oro, el bien común al que deben atender los gobernantes sea olvidado; y México, que podría ser una potencia mundial y los mexicanos tuvieran mejores condiciones económicas, camine al borde del desfiladero. La pequeñez de Peña Nieto contrasta con la figura de un hombre que después de 80 años de haber expropiado la riqueza energética del país, se yergue como un gigante. ¡Viva por siempre Lázaro Cárdenas y su ejemplo!