Imágenes nuestras | “Calzada de San Diego”, testigo de la antigua Valladolid

La calzada fue construida exactamente en el año de 1732 por orden del Obispo Don Juan José Escalona y posteriormente restaurada por Fray Antonio de San Miguel.

Foto: La Voz de Michoacán.

Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Uno de los lugares más queridos por muchos morelianos es la Calzada Fray Antonio de San Miguel, mejor conocido como “Calzada de San Diego” o “Calzada de Guadalupe”, la cual data desde casi 300 años atrás en los que se ha mantenido como un espacio de descanso, leyendas o de diversión dependiendo de la época del año, exceptuando este 2020 en el que su paso ha sido restringido a causa de la contingencia sanitaria.

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Las fuentes históricas apuntan a que la calzada fue construida exactamente en el año de 1732 por orden del Obispo Don Juan José Escalona y posteriormente restaurada por Fray Antonio de San Miguel. Su objetivo era comunicar a la ciudad de Valladolid con el santuario guadalupano presente en ese entonces, ya que dicho centro religioso prácticamente se ubicaba en las afueras de la población y se requería de un camino para lograr acceder a él.

Foto: Omar Cuiriz.

Por medio del cabildo eclesiástico mandó que se hiciera desde el arco primero del acueducto que va rumbo al norte, hasta el muro del cementerio del templo ya mencionado. El cementerio ya no existe, actualmente es una plazoleta en frente del templo, que se distingue por estar rodeado de cadenas y en cuyo interior sólo hay baldosas de cantera y un añejo árbol. En aquel entonces se le conocía como Calzada de Guadalupe, y era de empedrado sencillo”, se detalla en el sitio especializado del historiador Ricardo Espejel Cruz.

Antes de que finalizara dicho siglo, se llevaron a cabo numerosas modificaciones a los acabados y apariencia “sencilla” que presentaba la calzada, al dotarla de los materiales de cantera que han sido la base para su icónica apariencia. A finales del siglo XIX se instaló la iluminación pública y la forma definitiva de sus bancas para adquirir la imagen que sigue presente hasta nuestros días, salvo nuevas acciones de mantenimiento necesarias en cada nuevo siglo.  

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Foto: Turismo de Morelia.

A finales del siglo XVIII se le hicieron mejoras a esta obra: se quitó el empedrado y se colocaron baldosas de cantera. Además de lunetas y pasamanos del mismo material, en total eran doce largas bancas, seis de rumbo norte y seis del sur. También se plantaron fresnos, que al paso del tiempo crecieron y le dieron un aspecto singular al paseo, al formar una sombra a lo largo del mismo. Esto fue hacia el año de 1784, por iniciativa de Fray Antonio de San Miguel, Obispo de la ciudad”.

De forma similar, toda la zona cercana a la calzada fue sufriendo modificaciones con el paso de los años, ya que originalmente formaba parte del Barrio de San Pedro habitado por indígenas, que posteriormente fueron reubicados para crear el Paseo San Pedro, donde se establecieron casonas para destacadas familias de la antigua Valladolid y que hoy en día se ha convertido en el Bosque Cuauhtémoc.

A finales del siglo XVIII se remozó este espacio y se colocaron lozas de cantera y se instalaron bancas de cantera, así como una serie de fresnos que adornan todo el paseo. A lo largo de la calzada se pueden admirar las que fueron casas de verano en los siglos XVIII y XIX”, se detalla en el sitio oficial de “Destinos México”.

Una de estas casas que aún siguen en pie es el escenario de una popular leyenda local contada bajo el nombre de “La mano de la Reja”. En su versión más corta, cuenta la historia de una hermosa joven llamada “Leonor”, quien era objeto de celos de su madrastra a tal grado que la encerraba en el sótano. Desde ese sitio, pedía agua y comida a las personas que iban pasando y así conoció a un joven que prometió casarse con ella.

Mientras el joven enamorado de Leonor viaja fuera de Valladolid y buscaba por todos sus medios acceder al matrimonio para así liberarla, el acceso por donde la joven pedía ayuda fue tapiado para impedirle cualquier contacto con el mundo exterior. Al regreso del hombre, la mujer fue encontrada muerta. La leyenda dice que su mano todavía puede verse por noche en la reja del edificio que hoy alberga al Centro Cultural UNAM.

Dicha historia no solo funciona como un gancho para los recorridos de leyendas contados a los turistas, sino que es un enlace entre la antigua Valladolid y la actual Morelia en torno a la Calzada Fray Antonio de San Miguel. El espacio es además disfrutado por miles de personas que toman asiento en las largas filas de bancas en cualquier época del año y que desde finales de noviembre gozan de la Verbena Popular de las Fiestas Guadalupanas, entre cañas, gastronomía, música y feligreses cumpliendo mandas. La excepción es este 2020, en el que el acceso se encuentra cerrado debido al riesgo de un rebrote del Nuevo coronavirus (COVID-19).