Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. “El Jardín de la Soterraña” es una de esas esquinas de Morelia que no cuenta con el mismo esplendor o la popularidad que la Plaza Valladolid o la Plaza de Armas que se ubican a unas cuantas cuadras dentro del mismo centro histórico, sin embargo, es un rincón de la capital michoacana que cuenta con una importante historia que debe rastrearse no únicamente hacia atrás en las décadas sino también hacia abajo en el subsuelo. Al igual que numerosos espacios históricos de Morelia, numerosos ciudadanos ignoran el verdadero nombre oficial del “Jardín de la Soterraña”, cuya denominación oficial es “Plaza Ignacio López Rayón”. De acuerdo con archivos históricos, aunque Morelia fue fundada en 1541, el barrio de “La Soterraña” no existía o no figuró con ese nombre hasta entrado el siglo XVIII. Esta zona de la ciudad se vio definida a partir de 1762 como el año en el que comenzó la construcción de la Capilla de Nuestra Señora de Nieva. Diversos relatos apuntan a que el centro religioso recibió este nombre por la imagen de una virgen que presumiblemente fue encontrada el municipio de Nieva en España y que posteriormente fue trasladada a Morelia. Existen principalmente dos versiones que giran en torno a esta figura religiosa, desde que la virgen fue encontrada bajo tierra en el antiguo continente antes de ser traída a Morelia, o que fue enterrada para protegerla durante los enfrentamientos en la Guerra de Independencia. Ambas de estas explicaciones demuestran porqué la figura fue también conocida como “Virgen de La Soterraña”, ya que “soterraño” significa “enterrado”, “subterráneo” u “oculto bajo la tierra”. Dicho centro religioso se dedicó a la veneración de la virgen aproximadamente hasta el siglo XX, tras lo cual Cristo Rey se convirtió en el patrono del templo. Sin embargo la denominación de “La Soterraña” ya se había quedado en la mente y la lengua de los ciudadanos para nombrar tanto al barrio como a la plaza jardín, dándole una historia que se remonta no sobre los años en forma de una búsqueda por el subsuelo. No obstante, la pequeña plazuela jardín no estuvo exenta de cambios efectuados a partir de la vida cotidiana de los capitalinos. Hacia 1854 era también conocida como “Plaza del Tejamanil” debido a los tejamaniles o piezas de madera para techumbre que se comerciaban en este lugar, en tanto que en 1855 se plantaron árboles que embellecieron al sitio en el que numerosos vendedores ya se reunían a ofrecer diversos productos. El próximo cambio para el lugar fue en 1883, cuando las autoridades cambiaron su nombre oficial a “Plazuela de Don Antonio de Mendoza”. Posteriormente, en 1894 los vendedores fueron reubicados a la Plaza Carrillo de la ciudad y la plaza jardín dejó de tener un carácter comercial. No obstante, se considera que todavía jugó un papel importante para la ciudad para el abastecimiento de agua y las actividades de paseo y distracción de los ciudadanos. Después de una serie de cambios y modificaciones de su apariencia, se estima que fue a finales del siglo XVII cuando comenzó la construcción de la plazuela con la imagen como se le conoce hoy en día. Actualmente se ubica en la intersección de las calles Guerrero y Rayón, de tal forma que es una de las plazas públicas que aun estando dentro del centro histórico se encuentran más alejadas de su zona principal. En contraste con otras la Plaza Valladolid o la Plazuela Carrillo, que presenta un gran flujo vehicular en todas direcciones, el Jardín de la Soterraña mantiene una ubicación por la que se registra un tránsito bajo tanto de vehículos como de personas si se considera que todavía se ubica dentro de la zona considerada como el centro histórico de Morelia. El anterior punto influye en que en años anteriores, este rincón de la capital michoacana haya sido conocido como un referente de delitos y actividades ilegales de la capital, lo cual se ha revertido en fechas más recientes mediante programas de rescates de barrios y la llegada de nuevos comercios a este lugar, que hoy se presenta como una de las plazas más tranquilas del centro moreliano a la par que guarda una destacable historia.