Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan. Joseph Goebbels Jorge A. Amaral A veces abominamos de ciertas cosas sin siquiera sospechar que estamos, en mayor o menor medida, inmersos en ellas. Por ejemplo, hace algunos meses, una usuaria de Twitter se escandalizó porque en una agencia de la Volkswagen había la foto de un vocho rodeado de propaganda nazi. Recordemos que el origen de ese carro está justamente en la Alemania del Tercer Reich. Bueno, esa publicación, en la quejosa, llena de ansiedad, etiquetaba a la filial mexicana del fabricante de autos, causó el cierre de la concesionaria y, con ello, la pérdida de empleos. Es más, en la publicación hubo quienes incluso señalaron que cada vez que estrenaran carro, no sería un Volkswagen. Esta anécdota, penosa, ridícula, exagerada y como muestra de la estupidez contemporánea, sirve para ilustrar cómo, aunque no asustemos con el petate del muerto, seguimos abrazados a la mortaja, ya que hay mucha inconformidad hacia la difusión de discursos de odio y aversión hacia quienes tienen tendencias neonazis, sin saber que como sociedad estamos inmersos en un sistema ideado por los nazis, y eso se acentuará aún más ahora que se vienen las campañas electorales. antes de continuar quiero aclarar una cosa: esta entrega no es ni una apología ni mucho menos una justificación para los discursos de odio, ya que quien esto escribe es una persona prieta de clase media (eso espero) que ni por curiosidad podría simpatizar con supremacistas blancos, whitexicans del capitalismo tardío o neonazis norteados. Ahora sí: antes de que se asuste, déjeme explicarlo. El alemán Joseph Goebbels es considerado el padre de la propaganda nazi y fue responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933. Antes de eso, Goebbels había sido el director de la tarea comunicativa del Partido Nazi y el gran arquitecto del ascenso al poder. Una vez en el gobierno y con carta abierta para monopolizar el aparato mediático estatal, Goebbels prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control, además de orquestar un sistema de consignas para ser transmitido mediante un poder centralizado del cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa. Era también el encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno. Para articular mejor su trabajo, creó una serie de 11 principios de control propagandístico que demostraron tener gran eficacia, tanto que, si la Segunda Guerra Mundial hubiera sido mediática y no armada, Alemania posiblemente la hubiera ganado, o al menos su caída no hubiera sido tan dramática. Los curioso de los 11 principios de Goebbels es que siguen vigentes, se siguen practicando a todos los niveles, en gran cantidad de gobiernos, sobre todo aquellos que se caracterizan por alentar al radicalismo como muralla contra los ataques de los contrincantes políticos, como pueden ser los casos de Bolsonaro en Brasil, la Venezuela de Maduro, los distintos gobiernos estadounidenses desde la Guerra Fría hasta Donald Trump, y en México, en los distintos sexenios, cada uno con sus asegunes pero con el mismo discurso. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no es la excepción. Si no me cree, estos son los 11 principios de la propaganda nazi creados por Goebbels: 1- Principio de simplificación y del enemigo único. Esto quiere decir adoptar una única idea, un único símbolo; individualizar al adversario en un único enemigo. Por ejemplo, la administración de George W. Bush se enfrentó a muchas cosas, pero todo se redujo a una sola: el terrorismo. En México, entre 2006 y 2012 el enemigo se individualizó en una abstracción que es mucho más compleja y con una gran variedad de aristas pero que, para fines prácticos, se redujo a una sola cosa: el crimen organizado. Ya en el periodo de Andrés Manuel López Obrador, en que hay problemas económicos, educativos, la pandemia, el crimen organizado, la rapiña política y demás, todo queda simbolizado en un solo tema: la corrupción, y ese dardo se dirige a la oposición, a los gobiernos anteriores, y por eso es que la lucha contra ese flagelo es la principal consigna del gobierno lopezobradorista, que se define como un gobierno honesto que se rige por tres preceptos básicos y fáciles de memorizar entre la gente: no mentir, no robar, no traicionar. Con eso, el gobierno se define y define a sus seguidores, y quienes disienten, automáticamente son corruptos, chayoteros y ladrones. 2- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada. Este principio se desprende del anterior y lo estamos viendo todos los días en México. Hay muchos movimientos detractores del actual gobierno: unos son religiosos, otros son de derecha, otros son de izquierda o de corte guerrillero, otros son puramente apartidistas y escépticos, pero a todos se les agrupa bajo una misma categoría: conservadores. Lo que desde las mañaneras se consigue con esto es simplificar mucho el mensaje. No hay que dar más explicaciones: se identifica a todos con el mismo nombre, luego se les hace a todos igual, y por lo tanto se les desacredita a todos igual. Da igual las razones que puedan tener los gremios de académicos e investigadores universitarios, el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el FRENAA, Grupo Reforma o los partidos de oposición: son conservadores todos ellos y con ese rasero son medidos desde el púlpito presidencial. 3- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. En México podemos verlo cuando se acusa constantemente las fallas de gobiernos pasados que dejaron en vilo la gobernabilidad, con altos índices de corrupción, con la violencia exacerbada y un nivel educativo que dista mucho de los óptimo, todo ello señalado constantemente mientras se deja de lado que el hijo de Manuel Bartlett vende a sobreprecio sus respiradores, que la violencia de los cárteles sigue incluso peor que antes y que, si bien en el pasado los gremios magisteriales fueron un jugoso botín político, el gobierno federal ha consentido bastante a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación mientras las corruptelas de Elba Esther Gordillo en el sindicato quedan impunes. 4- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Los partidos de oposición, como el PAN, sobre todo desde que Marko Cortés está con su vacuidad discursiva en la dirigencia nacional, han tratado de sacar jugo amargo a todo lo que hace el presidente y su equipo de funcionarios. Si el mandatario planta un árbol, porque lo hace demasiado lento y eso quiere decir que está tan senil, que ya no puede dirigir los destinos de la nación; si el hijo del mandatario se va de campamento a un lugar para niños ricos, porque su papá no es austero. Lo mismo pasa del otro lado: el presidente suele estar más ocupado en defenderse de las críticas de los medios desde la mañanera que en ver los factores reales y de peso que generan esas publicaciones. Si un medio nacional habla de violencia, el presidente se mofa de la publicación sin hablar de los datos que la nota contiene. 5- Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”. Por eso se han instalado en el consciente colectivo frases como “el PRIAN robó más”, “ponte Vitacilina”, “te apesta la boca a FRENAA”, “se te acabó el chayote”. Y del otro lado, muchas de las críticas que la astrosa grey esgrime hacia el presidente y su partido se basan sólo en el clasismo, el racismo y el radicalismo conservador. Y es que a la gente no se le debe dar una explicación compleja, tiene que ser algo muy sencillo, muy vulgar: “el PRIAN robó más”, “AMLO asesino”. Tiene que ser algo directo, que no haya que pensar, para que el ciudadano menos informado y con menos capacidad de análisis sea capaz de repetirlo, porque lo fundamental en la propaganda es la repetición. 6- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. Como esa idea de que los muertos de COVID-19 son culpa del gobierno federal, o que la gasolina bajó por obra y gracia dela Cuarta Transformación y no gracias a la reforma energética de Peña Nieto. 7- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. Por eso el presidente no renuncia a las mañaneras, porque en cuanto un medio saca una portada crítica, él, a primera hora, ya la está desacreditando, y con eso marca la agenda que pone en la mente del ciudadano lo que él dijo sobre la publicación o el periodista aludido, que ya, en el transcurso del día, nada puede hacer para hablar en su defensa. 8- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. Esto ha sido muy común en el presidente y en otros personajes de la política, que recurren a lo que saben sin decir de dónde, pero logran que aquello se replique hasta parecer verosímil. Recordemos los "otros datos". 9- Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines. En la actualidad esa es la función de los bots en las redes sociales: si tenemos a un ejército tuiteando o publicando en Facebook el hashtag #AMLOFodongo, por poner un ejemplo, quienes vean esa tendencia y la foto que la acompaña se van a quedar con la idea de que, efectivamente, el domingo a las 07:00 horas el presidente andaba en fachas, como si ese día, a esa hora, todos anduviéramos de saco y corbata. 10- Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas. Por eso la 4T tomó como símbolos a los próceres de la patria, y por esa razón, en sus discursos, el mandatario siempre habla de los hombres y mujeres ilustres que, valga el cliché, nos dieron patria y libertad. De esta manera, en la cabeza de las personas se queda la idea de que, si los conoce, los cita y los toma como ejemplo, el presidente tan demócrata como el gran Francisco I. Madero o tan bueno y justo como el General Lázaro Cárdenas. Por otro lado, los líderes del FRENAA han acusado de comunista a AMLO, porque desde el rancio conservadurismo panista y sinarquista nada es tan abominable como los comunistas de la calaña de Mao, Stalin, Castro o Hugo Chávez. 11- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad. En México hay millones de personas divididos: los que creen que son millones apoyando al presidente y sus políticas y los que se consideran parte de esos otros millones que quieren que deje el poder. Y entonces los líderes de cada bando implantan la idea de que ese es el mayoritario, aunque pueda que sea más la gente a la que le importa un rábano. En fin, no digo que AMLO o sus detractores sean neonazis, sólo fue algo que me llamó la atención como curiosidad. Es cuánto.