Agencias / La Voz de MichoacánMéxico. A los 90 años de edad falleció la tarde de este sábado una de las leyendas de la época de oro de la radio mexicana, don Vicente Morales Pérez: un personaje que comenzó acomodando los discos de pasta y se convirtió en un generador de atmósferas: acompañado siempre de una maleta, podía hacer el galope de un caballo, el rechinar de las puertas, los rayos en una noche lluviosa y hasta el chillido las ratas cuando se hundía el barco. Tenía 14 años de edad cuando tuvo su primero contacto. En 1944 empezó a trabajar en XEQ, al lado de su cuñado, el ingeniero Guillermo Barrera, en el tiempo en el que la radio se hacía en directo, por eso aprendió del oficio desde abajo y así continuó con su labor, más de siete décadas, primero como operador y luego como parte de una labor en la que se llegó a convertir en uno de los referentes de la radio mexicana: la musicalización y los efectos sonoros. ¿Quién era Vicente Morales? “Nací en Santa Julia, cuando era Santa Julia: era barrio, calles sin pavimentar, terracería. Fui a una escuelita de monjes y después nos fuimos a la colonia Doctores, a Niños Héroes 45, en la época de las vecindades de la Ciudad de México, no había condominios. Había vecindades muy paupérrimas y otras de categoría”, dijo alguna vez Vicente Morales. Durante muchos años trabajó como operador y luego llegó a la parte de la musicalización y de los efectos, la primera radionovela en la que colaboró fue Cárcel de mujeres, recuerda don Chente. Un enorme porcentaje de las radionovelas mexicanas lo tuvieron a él en la parte sonora, una de las más famosas, Kalimán. “El auditorio se llenaba cuando hacíamos Kalimán, fueron ocho mil capítulos, durante 15 años. Empezó en Grabadora México: cuando se acabó la Q, el señor Azcárraga dijo llévense lo que quieran. Imagínate los capítulos que se hicieron, ambientadas en diferentes países. A veces llegaban las muchachas a conocer Kalimán: lo hacía Luis Manuel Pelayo y Luis de Alba interpretaba a Solín. Cuando las muchachas los veían, siempre se desilusionaban”, solía recordar entre carcajadas: “Esa es la imaginación que crea la radio”. Un personaje que casi hasta el último momento hacía algunos trabajos o supervisaba programas, en especial en Radio Educación, a donde había llegado desde 1968: “Extraño todo. Los programas se hacían en vivo, frente a la gente”. “Había un programa cómico de Panzón Panseco (Arturo Manrique): un chiste que se remataba con un efecto o al revés, y todo eso se hacía con público. Al darte el crédito te levantabas a agradecer y a veces nos aplaudían más a nosotros que al propio Panzón”.