Redacción / La Voz de Michoacán El fotoperiodista Marco Antonio Cruz falleció el pasado viernes informaron amigos y colegas en redes sociales. El grande del fotoperiodismo nacional, simplemente nos dijo adiós, montado en su bicicleta, donde habría sufrido un infarto ayer en la Ciudad de México. El icónico fotógrafo mexicano, documentalista y fundador del periódico LaJornada se despidió ayer del mundo terrenal, pero su legado queda para la posteridad... “Cuidadosos pero no silenciosos deben ser los fotoperiodistas, hoy en día”, decía Cruz. Nacido en Puebla, en 1957, fue uno de los principales continuadores de la tradición fotográfica documental mexicana, que absorbió de sus maestros Nacho López y Héctor García. FOTOGRAFÍA Y PASIÓN, LA ENTREVISTA En 2014, la periodista Paola Franco para La Voz de MIchoacán lo entrevistó vía telefónica en el marco de la inauguración de la exposición colectiva sobre el terremoto que sacudió a México. “La gente me pedía que no tomara fotos, que rescatara, y yo sentía una obligación por hacer fotografía porque finalmente ahora esas fotografías se están exhibiendo, están mostrando la tragedia, y ese es el principal valor de la fotografía, la fotografía como memoria y memoria para aprender de ella”, comentó al rememorar su labor como fotoperiodista en el terremoto de 1985, Marco Antonio Cruz, fotógrafo reconocido a nivel internacional. Fue una tragedia con una magnitud impresionante, si algo faltaba ahí eran cámaras para documentarla”, rememora Marco Antonio Cruz, tras destacar que lo importante de que haya un registro fotográfico de tragedias como la que se vivió aquel jueves 19 de septiembre, es “mostrar a las generaciones actuales lo que sucedió en esa ciudad, tal vez pareciera que 30 años es mucho tiempo pero no lo es; lo que sucedió puede volver a suceder, si la gente ve estas fotos se mantiene en alerta”. Un día aparentemente normal comenzaba para Marco Antonio, cuando se comenzó a sentir lo que terminaría en uno de los momentos más dramáticos del país. Foto: Twitter. Las impactantes imágenes que logró en los sismos de 1985 en la CIudad de México quedarán para la historia. “Nadie estaba preparado el día que tembló, fue un jueves, ese día a mí me tocaba descansar y por lo tanto y afortunadamente traía en mi mochila mi dotación (de película) para la siguiente semana… cuando tembló lo sentí muy fuerte, el primer impulso fue quererme enterar que había sucedido pero no había electricidad, no había televisión, no había radio, no tenía nada y el primer impulso fue salir a la calle; en la parte donde yo vivía estaba muy cerca del metro Popotla y hacia allá me fui, no había metro había muchísima gente desesperada, buscando la manera de cómo irse, había un tráfico impresionante”. Tras acercarse a los bomberos de Azcapotzalco, Cruz pudo acceder de manera relativamente rápida a capturar lo que para sus ojos sería el primer impacto con los daños que había dejado el terremoto: “En la colonia Guerrero, en la calle de Héroes, una vecindad enorme se había caído y estaba incendiándose, ahí fue la primera imagen de gente que estaban sacando, gente viva”. “Yo me imaginaba que era lo único que había ocurrido en toda la ciudad de México y que tenía la suerte periodística de estar en el lugar y no de repente la radio de los bomberos empezaron a monitorear sobre la situación y estaban pasmados los bomberos, realmente no lo creían, decían qué vamos a hacer”, revive Marco Antonio al narrar la experiencia que lo marcó como fotógrafo y como persona. Foto: Twitter. Un viernes Santo en Iztapalapa. Luego de preguntar dónde había más afectaciones, el fotoperiodista se dirigió a Tlatelolco, donde más de 400 apartamentos estaban destruidos, había una montaña de escombros, y las escenas resultaban más dramáticas. Los servicios de emergencia fueron insuficientes ese jueves gris y la gente se ayudaba entre sí, relata el editor de Proceso, “eso para la memoria es muy importante, a pesar de las clases sociales cuando hay una tragedia todos se unen y sin ponerse de acuerdo empiezan a actuar de una manera coordinada”. El terremoto fue una tragedia que duró hasta octubre o noviembre de 1985, para esas fechas aún seguían encontrando cadáveres, según datos oficiales fueron alrededor de 10 mil personas las que murieron y hubo miles de desaparecidos. LOS PRIMEROS PASOS DE CRUZ Marco Antonio reafirmó ese 19 de septiembre que la fotografía no sólo es el registro por el registro, idea que tuvo a los 20 años cuando decidió seguir el camino “detrás del lente”. Recuerda ese instante precisó en que capturó una imagen que fue el parteaguas de su ingreso en el mundo fotográfico: “Yo tenía una cámara que mi mamá me había regalado y encontré esa imagen de tres músicos ciegos y atrás de ellos tres personas pintadas en una cortina, ellos jamás vieron en donde se sentaron, ahí entendía el gran valor de la fotografía, que no sólo es el registro por el registro, va muchos más allá, es el registro de un momento, de un tiempo, de una época y fue una elección, ahí fue donde decidí buscar mi camino por la fotografía”. Para ese momento el fotógrafo poblano ya había estudiado Artes Plásticas, tuvo clases de cine y fotografía pero no le había atraído, “aprendí la técnica, revelado, pero no se me hizo atractivo, la mayoría de mis compañeros empezaron a hacer fotografía muy rápido, tomaban catedrales, pero me parecía muy clasista”. Tras irse en busca de trabajo a México se encontró con el destacado fotógrafo Héctor García, quien al ver su trabajo lo invitó a trabajar con él, “empezó mi vida de la mejor manera posible”, revive Cruz. “Nunca tuvimos una charla de técnica, él ordenaba, incluso hasta miedo le tenía era alto e imponente… aprendí mucho de él”, recuerda desde su hogar en la Ciudad de México. El fotógrafo que ha caminado por La Jornada y Proceso, entre otros, se enamoró de la fotografía al capturar a los músicos invidentes, lo que le llevó a un trabajo de 17 años sobre la ceguera. Habitar la oscuridad, se llama el compendio que describe la condición social de los invidentes en México.