Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Aunque para para mucho morelianos es únicamente “La prepa uno”, el edificio educativo ubicado en la esquina entre Madero y El Nigromante es en la realidad el Colegio Primitivo de San Nicolás de Hidalgo, que guarda la historia de la Universidad Michoacana, así como su aula mater, e incluso los objetos y el corazón de don Melchor Ocampo. La larga historia de esta sede se remonta hasta una edificación de adobe en el año 1580, cuando ahí se estableció el Colegio de San Nicolás Obispo que anteriormente se ubicaba en el municipio de Pátzcuaro. Por esta razón, hay versiones que le dan un origen aún más antiguo, desde antes que el colegio tuviera sede en la ciudad capital. “Sus antecedentes históricos se remontan a 1540, año en que don Vasco de Quiroga fundara en la ciudad de Pátzcuaro el Colegio de San Nicolás Obispo; gracias a sus negociaciones, Carlos I de España expidió una Cédula Real el 1o. de mayo de 1543, en la que aceptaba asumir el patronazgo del colegio, con lo que a partir de esa fecha pasaba a ser el Real Colegio de San Nicolás Obispo”. “En 1580 con el cambio de la residencia episcopal de Pátzcuaro a Valladolid, San Nicolás también fue trasladado fusionado al Colegio de San Miguel Guayangareo. El 17 de octubre de 1601, Fray Domingo de Ulloa recibió la bula de Clemente VIII, que ordenaba establecer un Seminario Conciliar aprovechando la infraestructura de San Nicolás”, se lee en la página oficial del colegio. Respecto a la oferta académica de esta institución considerada como una de las universidades más antiguas de América, se detalla que desde el Siglo XVIII se incorporaron las asignaturas de Filosofía, Teología Escolástica y Moral, así como un decreto del año 1797 concedió la incorporación de las cátedras de Derecho Civil y Derecho Canónico a su estructura. A diferencias de otros edificios del centro histórico de Morelia, cuyo destino se ha visto en manos de movimientos como la Independencia, puede destacarse que el Colegio Primitivo fue una parte activa de este hecho histórico, por la forma en que las mentes de este instituto fueron algunos de los protagonistas. “Al comenzar el siglo XIX, las consecuencias del Movimiento de Independencia encabezado por un selecto grupo de maestros y alumnos nicolaitas, entre los que se ubican Miguel Hidalgo y Costilla, José Ma. Morelos, José Sixto Verduzco, José Ma. Izazaga e Ignacio López Rayón, llevaron al gobierno virreinal a clausurarlo” “Una vez consumada la Independencia de México, las medidas tendientes a la reapertura del plantel se iniciaron durante la década de los años veinte, tras una larga y penosa negociación entre la Iglesia y el Estado, el Cabildo Eclesiástico cedió, el 21 de octubre de 1845, a la Junta Subdirectora de Estudios de Michoacán el Patronato del plantel”, se ahonda en la página oficial del colegio. El nombre oficial de Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo se estableció de forma oficial en 1847 mediante la apertura concedida por el gobernador Melchor Ocampo. A su historia, debe sumarse que cerró nuevamente sus puertas durante la intervención francesa, aproximadamente entre 1863 y 1867, años a los que siguieron más trabajos de remodelación. Antes de que culminara el siglo, el entonces presidente de la república, Porfirio Díaz, donó el monumento a Miguel Hidalgo que se ubica ahí hasta los presentes días. En la actualidad, el Colegio Primitivo de San Nicolás de Hidalgo funge como sede de estudiantes de preparatoria que cuentan con el privilegio de poder tomar clases en un edificio histórico como éste. Pero adicionalmente, el inmuebles también es un sitio obligado para los turistas nacionales y extranjeros que arriban a la capital michoacana. Los visitantes de Morelia que acuden a este atractivo, se encuentran con el mencionado monumento a Miguel Hidalgo, así como las obras “Morelos en Apatzingán” y “En defensa de la patria”, firmadas por Fermín Revueltas en 1932, a las que se suman el mural “Paisaje y Economía de Michoacán” realizado entre 1933 y 1934 por Marion Greenwood. Sin embargo, el elemento de mayor interés es el corazón de Melchor Ocampo que se exhibe conservado en formol en la ala que lleva su nombre.