Rafael Alfaro Izarraraz Para quienes hace algunas décadas veíamos al gobierno del PRI como algo inamovible y complicado por dónde se le podría doblegar debido al ejercicio de la violencia que ejercía para evitar abandonar el poder, la figura del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas sin duda representa una imagen de primer orden en la vida política del país. Sin duda se le debe que reconocer el aporte que ha hecho a la vida democrática nacional. La creación de la Corriente Democrática dentro del partido oficial, en 1986, fue el punto de inflexión de una historia que terminaría con la caída del tricolor y que, como lo hemos experimentado. El ingeniero es un hombre que vivió muy cerca de su padre, el general Cárdenas, del que logró asimilar una importante experiencia como jefe de Estado, la relación con naciones que vivían épocas de resistencia al sometimiento del naciente poder estadounidense en el mundo después de la posguerra, como Cuba, pero sobre todo de la relación del general con las masas mexicanas, particularmente el estilo que tenía para con los segmentos de la población tradicionalmente abandonada y desprotegida. Son comunes las imágenes del general sentado y comiendo con campesinos mexicanos. Asimismo, estamos hablando tanto del general como del hijo y de una visión que prevalece en el lopezobradorismo y que tiene que ver con el apego a la raigambre popular de la revolución mexicana y que se plasmó en la Constitución de 1917. Ahí, existe desde entonces un espíritu que en términos simples dice que la letra de la constitución mexicana debe interpretarse al ritmo de las necesidades de las masas que sacrificaron su vida durante la revolución y que el Estado que funda ese pacto social debe estar a su servicio. Es una lectura que es complicado que comprendan corrientes que no tienen como origen la revolución, particularmente la derecha mexicana. El ingeniero no fue un espectador más a la muerte de su padre ocurrida en 1970, en 1988, 1994 y 2000 participa como candidato a la Presidencia de la República. No queremos abundar sobre los resultados archiconocidos. Lo que rescatamos es que se convirtió en una figura emblemática de la lucha por la democratización del país. Sin duda que ha sido a lo largo de su vida un promotor de la conciencia ciudadana en torno a la emisión y el respeto del voto. La insistencia del pueblo en lograr un gobierno afín a sus intereses por la vía del voto es sin duda un aspecto que se le debe acreditar en parte al ingeniero. A la pregunta acerca del cómo ocurrió la ruptura entre el hijo del general y el ahora presidente, existen versiones subjetivas poco afortunadas como aquella que expone el desencuentro entre ambos personajes a partir de la “envida” de Cuauhtémoc hacia Obrador, porque el primero no pudo lograr lo que sí consiguió el segundo. Otra versión igualmente difícil de aceptar es aquella que establece que la separación proviene del hecho de que las masas que anteriormente seguían a Cárdenas son las que ahora aclaman al tabasqueño, lo que ha provocado rencores en el hijo del general. En el caso de personajes de esta relevancia aunque son hombres sensibles a la vida y a los acontecimientos sociales, las razones del distanciamiento habrá que buscarlas en las mismas causas que son y han sido motivo de sus vidas, la actividad política combinada con aspiraciones personales en el contexto de la lucha social por la democracia en México. Creo que el punto en el que ambos decidieron caminos distintos fueron los comicios de 2012, debido a las posturas que se presentaron al interior del Partido de la Revolución Democrática, en donde Obrador y Cárdenas militaban. El antecedente del distanciamiento venía desde la administración de la Ciudad de México. Cárdenas gana la elección a jefe de gobierno en 1997. Renuncia y deja en su lugar a Rosario Robles, con fuerte vínculos con el hijo del General. López Obrador, gana la jefatura de la capital en 2000 y Rosario Robles llega a como dirigente del PRD, en 200-2003. La gestión de Robles en la Ciudad de México después de su romance con Carlos Ahumada dejó serias sospechas de la debilidad de la ex dirigente universitaria. Obrador llegó al poder y desplazó a todos los grupos que representaban al cardenismo y a Rosario Robles. La llegada de Obrador a la jefatura de gobierno lo impulsa como el personaje mejor posicionado de la izquierda para competir en los comicios de 2006, aspiración que también abrigaba Cárdenas quien deseaba competir por cuarta ocasión, pero en condiciones distintas al ascenso que tuvo en la parte final de las luchas democráticas de finales de los noventa. El camino de la Ciudad de México se transforma en catapulta política y convierte a AMLO (con todo y el interés de Fox por desaforarlo) en el candidato opositor. Robles juega a debilitar a Obrador. Como se ha dado a conocer ella misma aspiraba a ser candidata presidencial por el PRD, respaldada por el ex presidente Salinas y el Diego Fernández, del PAN. Rosario está presa por corrupción. Transcurren las elecciones de 2006 y Cárdenas declara sobre las elecciones en un tono poco convincente de que se había cometido un fraude contra Obrador. Más tarde, en 2012, según reportó la revista Proceso, luego del segundo fraude contra Obrador, se reúnen personajes del PRD como Jesús Martínez y Jesús Zambrano (jefes de los chuchos), Marcelo Ebrard, Manuel Camacho, el ingeniero Cárdenas y, por supuesto, López Obrador, entre otros. El documento que propone el líder de los chuchos es reconocer el triunfo de Peña Nieto y a su gobierno. AMLO se opone, rompe con el PRD y funda Morena. Este es el fondo de las discordias nada enterciopeladas entre Obrador y Cárdenas.