Agencias / La Voz de MichoacánEUA. Agachado en mitad de la Philippe Chatrier, Novak Djokovic se santiguó mientras se levantaba para apuntar al cielo con su raqueta y agradecer después al público su apoyo con ese habitual gesto que hace para entregar simbólicamente su corazón. Acababa de remontar un 0-2 contra Stefanos Tsitsipas para ganar por 6-7 (6), 2-6, 6-3, 6-2 y 6-4 en las cuatro horas y 11 minutos que duró la cuarta final más larga de la historia de Roland Garros, la primera resuelta en cinco sets desde la que ganó el argentino Gaudio a su compatriota Coria en 2004. Con esa épica y cuando parecía hundido, sin chispa ni tensión, el serbio levantó el segundo trofeo de su carrera en París, 19º de Grand Slam, con el que se queda a uno del récord masculino de 20 que comparten Rafa Nadal, a quien eliminó en semifinales, y Roger Federer. Es el tercer tenista, primero en la Era Open (desde 1968), que gana al menos dos veces cada major. Lo habían hecho antes los australianos Roy Emerson y Rod Laver. Su rival estuvo tan cerca y tan lejos de derribar el muro del Big Three, como otro Next Gen, Daniil Medvedev, en el partido por el título del US Open 2019 contra Nadal. El duopolio de estos dos astros desde Roland Garros 2018 sólo pudo discutirlo Dominic Thiem el año pasado en Nueva York. Es la sexta vez que Djokovic remonta un 0-2 en Grand Slam. Lo hizo hace sólo unos días contra el italiano Musetti en octavos. Ha triunfado por segunda vez en su carrera (ya lo hizo en 2016) en Australia y Francia en un mismo año. Si repite éxito en Wimbledon se pondrá a la altura de sus eternos rivales. Bjorn Borg y Jim Courier le entregaron la Copa de los Mosqueteros a un monstruo del tenis que parece de nuevo inasequible. Tsitsipas encaró el inició del choque con inteligencia después de sufrir bastante en su primer servicio, cuando tuvo que levantar dos bolas de quiebre. A partir de ahí, no se desgastó demasiado al resto (de hecho no ganó un punto en los tres primeros), se concentró en no perder su saque y aumentó la presión cuando llegaron los juegos calientes. En una contradejada, Novak se cayó y después perdió uno de los mejores tantos del duelo. Con 5-4 Stefanos tuvo ya un punto de break y de set que se le escapó por un par de genialidades de Djokovic, que aprovechó la inercia de su reacción para romper al ateniense y servir para adelantarse. Pero ahí demostró valentía y pundonor su rival, que recuperó la desventaja y llevó la contienda al desempate. En ese tie-break se adelantó por 4-0, una ventaja que ante cualquier otro oponente sería definitiva. No contra el número uno del mundo, que remontó y tuvo bola de set. Stefanos no se rindió y con tres tantos consecutivos puso el marcador de la final a su favor. El éxito de la primera manga hizo que Tsitsipas volara en la segunda con un tenis simple, equilibrado y preciso que desarmó a Djokovic, extrañamente apático en esa fase del encuentro. Así las cosas, el heleno sumó dos roturas más y se colocó en posición de ganar por la vía rápida, algo que no hubiera imaginado ni en el más fantasioso de sus sueños y, además, con una facilidad insólita. Remontada A Djokovic le tocaba remontar, como hizo en octavos hace unos días ante Lorenzo Musetti. Aunque está vez tenía delante a un oponente cuajado y de una calidad superior a la del italiano. El de Belgrado había escapado de un 0-2 en Grand Slams en otras cuatro ocasiones, incluyendo una en París contra otro transalpino, Andreas Seppi, en la cuarta ronda de 2012. La empresa parecía difícil en esta ocasión, porque Tsitsipas no aflojaba demasiado. Aun así, por su indiscutible calidad, obtuvo un muy sufrido break para intentar volver a la pelea y con un claro aumento de nivel de juego acortó diferencias antes de que su enemigo, que no había estado nada mal en esa tercera manga, fuera atendido por unas molestias en la cadera. La reacción de Djokovic continuó con un quiebre en la salida del cuarto parcial y otro en su siguiente turno al resto. Con 0-3 Stefanos se dejó ir con el esfuerzo justo para empezar sacando en el quinto set, no le quedaba otra si quería tener fuerzas para ganar. Lo pasó mal de primeras, pero se le vio más fino para despejar la amenaza de una nueva rotura. Necesitaba ser valiente y eso conlleva riesgos. Por eso y por la raza del serbio, perdió de nuevo su saque y, con él, medio partido. Después tuvo arrestos para no entregarse, luchar y caer con dignidad. Perdió una gran oportunidad de tumbar a uno de los mejores de siempre, pero le queda mucha carrera por delante, todo lo contrario que a Djokovic, que no podía dejar escapar la ocasión.