Mateo Calvillo paz De muchas maneras y desde muchos puntos hemos estado bombardeando la naturaleza en su equilibrio de millones de años. La inconsciencia es perversa, irracional, impensable en el homo sapiens que destruye así su hábitat. Es un ataque generalizado y constante a la madre tierra. La brutalidad e inconsciencia son inimaginables y asombrosas. El orden moral se derrumba y el hombre no reconoce la sabiduría y el ordenamiento impecable y perfecto de la naturaleza que no se puede atacar sin consecuencias terribles, profundas, irreparables. El animal más depredador es el hombre que alarga sus facultades con las herramientas tecnológicas y aumenta casi infinitamente su capacidad de destruir. Simplemente echa una mirada desde una altura sobre la cuenca del lago de Pátzcuaro que se convierte en lodo nauseabundo, pierde su profundidad, su encanto y agoniza ante la prócer indiferencia de los ‘homines sapientes’. Causa un dolor indecible la contemplación de los alrededores del mencionado largo: cómo han vendido la madera, han talado y han convertido el paisaje en montones de tierra estéril que bajan al lago como ensolve. La tierra herida, moribunda, de tolvaneras monumentales agoniza. Los aguacateros chupan la humedad de la tierra y la dejan exhausta contra aquellos pinares maravillosos, aquellos pinos que son como fábricas de agua porque la captan con sus agujas y la conducen hasta lo profundo de la tierra. Son despiadados y destruyen la naturaleza no para realizar nobles causas en favor de la naturaleza y la humanidad sino para convertir todo en un fajo de billetes con los que compran infidelidades y placeres de pecado, por unos cuantos pesos y una cuenta en el banco, por una noche de apuestas en Las Vegas y vanidades y lujos absurdos. Con qué insensibilidad destruyen la creación. Es horrible la manera como fumigan un árbol de aguacate. Con una pipa, una manguera gruesa como anaconda rocían violentamente sin ponerse a pensar cuántas vidas asesinan con su veneno: sus insectos los pájaros, tantas vidas invisibles. Los pobres campesinos que hacen la labor también se infectan en su piel. Se oculta una realidad, hay epidemia de cáncer en los poblados aguacateros, como señalan los grupos ecologistas. A lo que vamos: es tan escasa la lluvia y hace tanta falta a los campos, es tan frágil la formación de la tormenta que la tierra espera con ansia. Ah, pero los aguacateros no quieren perder su dinero prefieren sacrificar y desequilibrar y empobrecer la naturaleza. Bombardean los nubarrones negros, los dispersan y la lluvia esperada con su riqueza incalculable no se logra, se pierde lamentablemente. Los otros sembradíos de los campesinos, las milpas y otros sembradíos son seriamente perjudicados., Sabiduría de lo alto Hay una degradación constante en la ecología humana, se ha perdido el respeto a los procesos naturales, se les altera y violenta aplicando de manera irresponsable y destructiva los inventos de la ciencia y la tecnología. Como señala el astrónomo Carl Sagan el progreso tecnológico no ha ido de la mano con el progreso moral. Priva una visión materialista del hombre, se desatan sin límite las bajas pasiones de placer animal, excesos, egoísmo, brutalidad, irresponsabilidad, etc. Los campesinos y toda la población tienen un total interés en defender las tormentas. Los trabajadores no deben obedecer a los patrones que les mandan lanzar los cohetes. Todos los ranchos y pueblos deben unirse, estar atentos y evitar ese crimen ecocida del bombardeo de los nubarrones. Aquí es donde se necesita la presencia de las autoridades para defender la casa grande. Aquí es donde queremos ver tantas oficinas de gobierno dedicadas al monte, al agro, la forestal, los servicios de Agricultura. El Partido Verde Ecologista, ¿de qué sirve, que ha hecho? La acción de los cohetes es ecocida, tiene un alcance destructor más allá de lo que se observa. Como otras acciones, atenta contra las Leyes de la naturaleza infinitamente sabias, exactas. Si todos los humanos, la sociedad de progreso, con todas las autoridades empezando por el gobernador, el presidente municipal, el jefe de tenencia, el encargado del orden debemos defender la naturaleza y promover acciones efectivas en favor de las lluvias y de la integridad de los procesos naturales. Hemos sido muy indolentes y descuidados, no hemos protegido el paraíso que era Michoacán. Es hora de despertar, tal vez algunas riquezas naturales sean rescatables todavía. Hay que actuar ya y esperar años, décadas, siglos para que la naturaleza reencuentre su equilibrio y su esplendor y haga posible la vida deliciosa, rica que conocieron las generaciones pasadas y que los chicos de ahora ni siquiera pueden imaginar. La Iglesia, que intervino para defender la Amazonia, el Papa Francisco tan empeñado en hacer valorar y respetar y defender la madre naturaleza, empujan esta causa que debemos asumir y promover hasta comprometer a los hombres capaces de defender la madre tierra, la vida humana.