PROYECTO SECRETO | Cuarta transformación, sin la verdad

Andrés Manuel nos pinta a todos, o a su resto de pueblo manso, en la gloria: el presidente es tan bueno y piensa que todos igualmente son muy buenos. Es tan capaz que él siente que todo lo que hace tiene el toque mágico de la perfección.

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Mateo Calvillo Paz

Queremos a México y a sus pobres. El bien común no se construye con la mentira y el error sino con la verdad y la honestidad

El flamante presidente de México, en ocasión del tercer aniversario de su triunfo electoral, se veía como en las nubes de la gloria, en su paraíso saboreando el éxito, la popularidad, la gloria.

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Sus fans se sentían igualmente transportados a la gloria en un México metamorfoseado, en una visión adelantada y una realidad transformada realmente paradisiaca.

La mayor parte de los mexicanos no comparte esa visión. Por lo demás, todos los mexicanos nos vemos confrontados a otra realidad de miseria y fracaso, muy distante de la ensoñación del héroe de la cuarta transformación. Algunos se caen de la nube a la realidad, otros, siempre con los pies fijos en la realidad nos ahorramos esa decepción.

Andrés Manuel nos pinta a todos, o a su resto de pueblo manso, en la gloria: el presidente es tan bueno y piensa que todos igualmente son muy buenos. Es tan capaz que él siente que todo lo que hace tiene el toque mágico de la perfección. Según él, estamos en el reino del bienestar, nadie sufre ni pasa necesidad (tal vez afirmación vale para sus cercanos). Es el país soñado, ideal.

Todos los programas han dado toda la felicidad al pueblo, en grado máximo. ¿Qué iremos a hacer en los años que vienen si ya todo está hecho?

Las personas que lo alaban y veneran ¿realmente tienen esta experiencia, están despiertos, tienen los pies bien puestos en la realidad?

Están tan enajenados por el discurso oficial que se sienten elevados a esa realidad transformada, la más grandiosa de todas las transformaciones. Sus deseos son realidades: están haciendo historia.

¿Qué pensar de todos los mexicanos que ven a sus gobernantes con realismo y encuentran en ellos personas de carne y hueso, que tienen ideas y proyectos excelentes pero que avanzan penosamente, a veces con retrocesos, en la lucha diaria contra las pobrezas y maldades del ser humano?

El discurso oficial niega la parte obscura de su gestión y sus obras, de los trabajos gubernamentales, no hay posibilidad ahí para el fracaso, el sufrimiento, las contingencias, para los fracasos y los desastres. ¡No han de ser realizaciones humanas

En concreto, el discurso oficial, desde la aparición de la COVID-19 el Ejecutivo estaba listo. “Estamos preparados” proclamó muy solemne, soberbio el presidente.

¿Qué cabida tiene en la cuarta transformación la situación de Aguililla? Porque el pueblo es bueno y no hay lugar a intereses mezquinos, a conductas criminales, a los asesinatos y el dolor indecible de los huérfanos y las viudas. No caben en el discurso oficial pero sí en la realidad.

Sabiduría de lo alto

Hay una verdad fundamental, indispensable que nos permite entender los acontecimientos y la actitud de los seres racionales. Es una verdad que enseña Jesucristo, sabiduría eterna de Dios encarnada en la historia humana; en el mundo hay trigo y hay mala hierba. Lo saben los campesinos que gastan toneladas de pesticidas para combatir la mala hierba.

Apliquemos esta verdad a la sociedad: en México existe el pueblo bueno, honesto, que nunca hace el mal. También existe el pueblo bestial, capaz de las más viles conductas: de despojar al indefenso, al pobre. En política, existe el pueblo ignorante, sin preparación, sumiso, que no se defiende, también existe l pueblo despierto, lúcido, inteligente que sabe distinguir entre lo que le hace bien y lo que va a terminar haciendo daño.

Las autoridades necesitan una calidad y capacidad especial para discernir entre lo que es bueno y lo que es venenoso. Deben tener una perspectiva amplia para prever lo que va a traer bienestar y lo que va a traer la desgracia de las multitudes. Es necesario que la gestión pública no se politice y que el servidor público sea honesto y ´no oculte sus verdaderas intenciones para engañar y manipular.

Los mexicanos lúcidos que amamos a México debemos recuperar la realidad de claroscuro y asumir la realidad de la situación llena de errores y vicios, de fracasos y consecuencias nefastas. Entonces habrá que reconocer errores y corregirlos, lo que es lo más normal en el devenir y la experiencia humana. 

Ni la autoridad ni el pueblo podemos vivir en la enajenación, en ensoñaciones que se evaden de la realidad. No podemos estar atrapados en un soliloquio, con la actitud de “ni los veo ni los oigo”, como en un sueño de hadas, en el país de las maravillas.

Si Andrés Manuel escuchara y dialogara con las personas que no piensan como él, reconociera a tiempo los fracasos y juntos buscaran resolver los problemas y buscar opciones correctivas o simplemente mejores.

No podemos salir disparados de la realidad en nuestra burbuja de la realidad virtual-fantasiosa y de sueños guajiros.

Solamente necesitamos ser personas de sentido común y bajar de las ensoñaciones para asumir una realidad dura que nos reta para enderezarla y empezar a avanzar en la dirección correcta para construcción posible y difícil de la patria.